Como lo señala Fidel

Los vicios y las virtudes

Leyendo las Reflexiones del compañero Fidel Castro “Los vicios y las virtudes” debo compartir con ustedes una suerte de alegría profunda luego de años de insistencia en que el Socialismo es mucho más que un sistema económico y la transformación de las condiciones materiales de vida y este sentirme como Juan en el desierto. El Socialismo –vía imprescindible hacia un mundo Comunista- es un modo de ver, sentir y vivir la vida, y por tanto, exige el estudio de la naturaleza del hombre-individuo al menos con el mismo rigor con el cual se ha hecho con respecto a las leyes sociales que regulan su existencia en el sistema capitalista.

El capitalismo es un sistema que responde a los instintos naturales del individuo, el socialismo por el contrario responde a las necesidades éticas del mismo hombre en sociedad. La humanidad asiste al espectáculo miserable de la filosofía del capitalismo llevada a límites salvajes cuando ante la crisis bancaria y financiera del gigante estadounidense vemos como inmoralmente el sistema privatiza con salvajismo las ganancias pero socializa las pérdidas. Casi un millón de millones de dólares en pérdidas privadas son asignadas como aplastante carga al conjunto de la sociedad estadounidense y mundial. Ese es el sistema capitalista y no otro, esa su dinámica fundamental, esa su filosofía.

Frente a ello los pueblos –la humanidad entera- tienen que contraponer la lucha por la vida con la máxima conciencia. La vanguardia revolucionaria debe asumir la conducción de esa batalla que se libra en el ámbito de la ortodoxia, la ortopraxis y la ortofrenia. Un pueblo en marcha hacia la transformación radical de la historia necesita de los insumos ideológicos como el pan necesita de la harina, pero, acaso tan imprescindible como es la ortodoxia lo sea la coherencia fiel entre la práctica de vida y las ideas. Sin esta absoluta coherencia entre el conocimiento y la práctica de vida vanos serán los esfuerzos. Ahí están como modelos del lastimoso papel de la incoherencia en el quehacer de los pueblos los fariseos, nadie conocía mejor que ellos los preceptos de la doctrina, hasta 635 preceptos enmarañaban la simple verdad de que no se puede amar a Dios al que nadie conoce sino se ama al hermano que está a nuestro lado en carne y hueso y donde Dios mora (según ellos mismos).

El paso final, el de la ortofrenia, ese paso de la mente al corazón y de éste a las manos para hacer y caminar hacia la utopía hasta hacerla concreta sólo es posible cuando el liderazgo es fiel, coherente, humilde y honesto. Fidel nos dice: “Toda manifestación de privilegio, corrupción o robo tiene que ser combatida y no hay excusa posible en esto para un verdadero comunista. Cualquier tipo de debilidad en tal sentido es absolutamente inadmisible. Nunca fue la característica de los miles de hombres y mujeres que marcharon voluntariamente a cumplir los deberes internacionalistas que llenaron de gloria y prestigio a la Revolución Cubana. En tales principios de ética y pureza se inspiró el pensamiento de José Martí y todos los que lo precedieron”

Para el Libertador Simón Bolívar, manifestaciones de corrupción, privilegios groseros e indecoro era causal de fusilamiento, el compañero Fidel opina que quizás no deba llegarse a tanto -¿y nosotros que opinamos frente a esto?-, el filósofo del Siglo XVII, Baruch de Espinosa, decía en su obra ETICA, que no existe una sanción más poderosa sobre las conductas antiéticas que la conformación de una matriz de opinión social que la descalifique y condene, ¿lo estamos haciendo nosotros en nuestra Venezuela?, ¿qué actitud tenemos frente a los groseros privilegios que adornan la vida de muchos de nuestros “dirigentes”?

Pues es tiempo de despojar del puñal asesino de esperanzas a estos miserables fariseos mimetizados entre franelas, gorras, boinas, afiches, figuritas o verbo encendido. Vamos a por la batalla de Noviembre y al terminar debemos emprender la tarea de limpieza. El cuadro revolucionario tiene que entregarse en cuerpo y alma del modo como lo señala una hermosa canción que lo hizo Jeremías cuando recibió su mandato de profetismo, "Tengo que luchar, tengo que gritar..¡ay de mi si no lo hago! ¿cómo escapar de tí, cómo no luchar, como callar si tu voz me quema dentro? El revolucionario socialista tiene que asumir su vocación con todas sus consecuencias, cualquier actitud distinta es inaceptable. Patria y socialismo…o muerte es más, mucho más que una consigna


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Martín Guédez


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