Crisis Económica: Fabricio Ojeda y Chávez en tiempos de revolución en Venezuela

Para la 1960  la guerrilla en Venezuela estaba  conformada por hombres y mujeres que luchaban con las armas, en nombre de la revolución, por tomar el poder político y consolidar un gobierno, con una nueva estructura práctica y un pensamiento centrado en el ser ente humano. Un gobierno para todos, sin discriminación, que garantizara la felicidad social, propia del camino de la política tradicional alternativa (CPTA).

 La revolución asumida por la lucha armada guerrillera  enfrentaba al presidente Rómulo  Betancourt responsable del pacto de Punto Fijo PPF, del bipartidismo de AD y COPEI identificados con el camino de la política convencional (CPC)  que favorecía los pequeños grupos económicos de poder nacional, la llamada oligarquía criolla, y los intereses de  las empresas  transnacionales de los Estados Unidos USA, el imperialismo e iba en contra de la mayoría que era el pueblo, que continuaba  viviendo en la pobreza. Dentro de las justificaciones de la lucha armada revolucionaria, que contaba con hombres como  Fabricio Ojeda, se señala la situación económica por las deplorables  condiciones que presentaba la economía nacional, dependiente de la economía internacional que imponía el poder de los Estados Unidos USA.

Prohibido olvidar el pasado y su revolución con la lucha armada guerrillera, que para la década del 2000 y hoy en el 2008 se retoma y asume por el gobierno revolucionario del presidente Hugo Chávez. Se superó la lucha armada revolucionaria de los 60, a quienes debemos el camino señalado y se sustituyó por la lucha pacífica, vía electoral, con el gobierno revolucionario de Chávez. Un gobierno revolucionario   que ahora, similar a los 60, tiene como justificación la economía y su transformación.

 El gobierno revolucionario tiene el compromiso con el pueblo de construir una nueva economía autónoma y soberana, planificada a corto mediano y largo plazo  y diversificada no dependiente, libre de la explotación con su oferta y demanda, libre de la corrupción, capaz de superar el desempleo y garantizar la producción y el abastecimiento nacional en todos los campos como el agrícola, la construcción y el industrial, libre de la desequilibrada distribución de las ganancias y el deterioro humano y ambiental y  libre de la entrega de nuestra materia prima e  imposición neoliberal para el beneficio de la economía transnacional que se impone y pretende dominar el mundo.

Necesario es continuar enfrentando la economía neoliberal que sólo da beneficio a quienes la inventaron, que se creen los genios intelectuales seleccionados de la divinidad y el autoritarismo de la razón, para justificar su pretensión de dominar  el mundo mediante  la globalización. En estos tiempos ponemos la mirada en la economía del  neoliberalismo con su deterioro, se reconoce el trabajo realizado y damos gracias a la  acertada política económica autónoma, donde se incorpora la economía social, la lucha por la liberación del imperialismo y  feudalismo con la entrega de tierra a los campesinos productores, asumida por el gobierno revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela.

Hoy la economía neoliberal da muestra de su   pleno fracaso, al lado del inicio del derrumbe del sistema Capitalista con la crisis económica de los Estados Unidos. Los tiempos cambian y las verdades no son absolutas. Las luchas iniciadas por la transformación económica en la década de los 60, que tenían al frente hombres revolucionarios con ética como Fabricio Ojeda,  hoy van iniciando su concretización en el gobierno que preside, el revolucionario y ético, Hugo Chávez, el hijo del pueblo que es el gran defensor del pueblo.

Fue para la década del 60 que en Venezuela internamente la economía carecía de posibilidades de desarrollo en el presente, como en el futuro. Se vivía un estado de deterioro que generaba pobreza, dominaba la corrupción económica, la economía marcaba las condiciones de diferencias de clases sociales, se negaba la industrialización,  contradictoriamente en la llamada democracia, se producía la caída de la construcción de la infraestructura que había fomentado el presidente Pérez Jiménez ahora derrocado, aumentaba el desempleo, se hacía sentir la caída de la cadena productiva, el sector de comercio se pronunciaba exigiendo atención económica, apertura de mercado, una política de créditos, superación de las hipotecas, disposición de viviendas y por una reforma agraria favorable.

En la economía internacional, la preocupación progresaba, se entregaba nuestra materia prima y la deuda pública aumentaba notablemente. Contradictoriamente no crecía la inversión en el país en infraestructura y producción. La materia prima era exportada del país para favorecer la economía extranjera de las poderosas transnacionales de los Estado Unidos. Entraban menos ingresos al país por la baja de precios del petróleo y se crea la OPEP para enfrentar las empresas petroleras internacionales. Era patente la falta de la relación economía / inversión social para que mejorasen las condiciones de vida del pueblo. Se fortaleció la economía de los pequeños grupos que fueron deteriorando la economía de la mayoría del pueblo. Para Fabricio Ojeda, representante del Camino Político Tradicional Alternativo (CPTA), guerrillero comprometido con la lucha armada, la liberación nacional, ésta fue su máxima preocupación en torno a la economía y al respecto se preguntó:

“¿Cómo no va a estar de acuerdo el pueblo y los sectores progresistas de la nación, civiles y militares, con un programa de liberación antimperialista, cuando todos saben que la explotación de las riquezas nacionales por los monopolios extranjeros, es causa fundamental de nuestro subdesarrollo y miseria? (…) ¿Cómo no va a estar de acuerdo el pueblo y la oficialidad patriota de las Fuerzas Armadas con un programa nacionalista tendiente a recuperar esas riquezas nacionales para utilizarlas en la solución de los grandes problemas que aquejan al país?(…) ¿Cómo no va a estar de acuerdo con un programa destinado a realizar la reforma agraria, industrializar el país, mejorar la educación, liquidar la miseria, el desempleo, el hambre y la ignorancia?[1]

 

Venezuela se caracterizaba por una economía dependiente donde era imposible hablar de liberación económica y de una auto explotación de riquezas. Por ello la guerrilla propuso una auténtica liberación nacional que implicaba la economía a la cual no se podía oponer el pueblo. En efecto Fabricio Ojeda expuso:

“(…) el programa de nuestra lucha, que es la lucha de todos los patriotas venezolanos cuyo único móvil es la liberación nacional. Con ese programa está de acuerdo todo nuestro pueblo, las organizaciones de masas y la institución armada; los industriales progresistas y el comercio venezolano independiente de su ideología, posición económica o situación profesional[2].

 

La economía no respondía a un programa nacional y la relación economía-sociedad, permaneció ausente, gracias al gobierno del presidente Betancourt defensor del PPF. La lucha armada guerrillera, buscaba que la economía estuviera al servicio de la sociedad y este debía ser un acuerdo de todos, tanto civiles como militares. Era imposible pensar lo contrario, como Fabricio Ojeda, en su defensa ante el Consejo de Guerra Permanente por cargo de delito de sedición y rebelión, al cual fue sometido, lo confirmó:

“¿Cómo no van a estar de acuerdo civiles y militares en un programa para mejorar la situación económica y social, ampliar el mercado de consumo, abaratar el costo de la vida, liquidar el problema de la vivienda y elevar el poder adquisitivo de los sectores menos favorecidos? (…) Solo los enemigos del pueblo y de la patria podrán estar en desacuerdo con tales postulados. Y solo los enemigos del pueblo y de la patria no podrían acompañarnos en esta lucha decisiva para el interés colectivo de la nación. Y es, señores magistrados, que esos enemigos aposentados hoy en el poder, son los responsables de toda nuestra tragedia actual, de que nuestra familia, la familia venezolana, viva horas interminables de angustia y no se sienta segura ni vea perspectivas ciertas para su porvenir. (….) ellos, son responsable (…) Betancourt y los sectores más agresivos (…) COPEI y el alto Mando Militar (…) Son ellos (…) los que debían estar y algún día lo estarán, sentados frente al tribunal, rindiendo cuenta de sus múltiples delitos; como reos de traición a los interese nacionales; como reos de peculado; como responsables de una tragedia que jamás la historia habrá de olvidar[3].

 

Durante el gobierno de Betancourt se postró el país en el subdesarrollo económico, que afectó al pueblo sin posibilidades de un horizonte favorable. Cada día el pueblo se hundía en la miseria y la ignorancia. Era una situación contradictoria, porque que el país, contaba con grandes riquezas. Sin embargo, las ganancias económicas, terminaban yendo a parar a pocas manos de los identificados con los pequeños grupos de poder económico nacional e internacionales, como se reafirma a continuación:

“(…) los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida política sin perspectivas de futuro y que tiene al país sumergido en el subdesarrollo económico, en el atraso crónico y al pueblo doblegado bajo el peso constante de la miseria y la ignorancia y el hambre. Venezuela es un país privilegiado (…) Las entrañas de su tierra están pobladas de riqueza y sobre la superficie crecen montañas de dinero. Pero las riquezas y este dinero sólo van a para a los bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e internacional, mientras que el pueblo, dueño (…) se debate en la angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación económica[4].

 

Para la guerrilla era inadmisible que estuviera ocurriendo una situación tan denigrante en la economía nacional que afectaba a la mayoría del pueblo. La guerrilla no podía seguir aceptando que el pueblo continuara frente a una situación tan dolorosa de desempleo, hambre y miseria. Era una injusticia social sabiendo que el gobierno, estaba recibiendo de las transnacionales significativas cantidades de dinero, por concepto de explotación del petróleo y del hierro nacional, así Ojeda lo expresa:

“Este país, donde se producen tres millones de barriles de petróleo diariamente y más de veinte toneladas de hierro cada año, donde las empresas extranjeras que lo explotan acusan utilidades que sobrepasan los mil quinientos millones de bolívares, vive un drama terrible con centenares de obreros sin trabajo, (…) campesinos sin tierra, (…) niños abandonados y sin escuelas, (…) miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los desperdicios en búsqueda de alimentos y centenares de miles de hombres y mujeres sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin la menor protección social, sanitaria y económica (…)[5].

 

El pueblo venezolano vivió una real situación de desigualdades socioeconómicas, que eran contraproducentes respecto a las potencialidades, que poseía la nación, calificada como una de las más ricas de Latinoamérica. En un país como Venezuela, durante el gobierno de Betancourt, abundaron las desigualdades sociales, de acuerdo con lo señalado:

“En este país que es el más rico de toda América Latina (…) mientras unos lo tiene todo, comodidades, lujos, placeres y bonanzas; otros nada poseen, a no ser la muerte en la mas completa pobreza. Mientras unos pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios otros tienen que resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos ven a sus mujeres dar a luz en clínicas lujosas, otros, los más, tiene que conformarse con verlas parir como animales en sus ranchos inmundos[6].

 

Dos caminos encontrados, el Camino Político Convencional (CPC) (pequeños grupos de poder y Betancourt) y el de CPTA (la gran mayoría del pueblo y la guerrilla), profundizaban su desafío en el campo económico. El enfrentamiento de la guerrilla contra Betancourt, estaba sustentado en la traición y burla al pueblo. Fue una traición por cuanto no cumplió con el programa mínimo del pacto tripartito, en materia económica. El desarrollo de la industria nacional era parte del contenido económico que fue violentado en el programa, así como el de una eficiente política internacional que fuese independiente, sin mecanismo de control que no atentara contra su economía interna y definiera cuales eran los países con los que debía Venezuela establecer relaciones, de acuerdo a lo expresado en la presente cita: “(…) la industrialización del país y una política internacional independiente, según la cual Venezuela mantuviera relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con todos los países del mundo”[7].

Se confirma la gravedad de la situación económica nacional de Venezuela que solo favorecía a un pequeño grupo vinculado al gobierno y no a la mayoría del sector económico. Ello ratifica la necesidad del cambio augurado por la guerrilla, que coincidió con otros organismos económicos. El testimonio más claro y notorio de la crisis económica, en aquella época de los años 60, fue la “Carta de Mérida” emitida por FEDECAMARAS – Mérida. En esta se señalaron aspectos negativos del aparato económico.

El presidente Betancourt de AD, era el responsable del lamentable deterioro que había conducido a las empresas nacionales al estado de quiebra, la devaluación de la moneda nacional y los altos impuestos al comercio entre otros. El sector económico se reunió y manifestó en la “carta de Mérida” que durante el gobierno de Betancourt, no contaba con planes de financiamiento. Ellos expusieron que el sector productor se encontraba desamparado y manifestaron su descontento ante la fracasada reforma agraria, como seguidamente se señala: “En este importante documento esta al desnudo la verdad de cuanto acontece. Quiebra constante de empresas nacionales, reducción del circulante en manos del público, devaluación del bolívar, grandes cargas impositivas, falta de mercado de consumo, ausencia de plan efectivo de créditos, fracaso de la reforma agraria, (…)”[8].

El enfrentamiento que desplegó la guerrilla contra el gobierno de Betancourt, se debió al pronunciado desempleo, a la burocratización, al peculado y tráfico de influencias sin que prevaleciera la justicia sino la arbitrariedad, como se ratifica en la cita: “(…) el desempleo aumenta, los gastos burocráticos crecen y el peculado y tráfico de influencias campea dentro de la mayor impunidad”[9].

El gobierno del presidente Betancourt igualmente comenzó a endeudar al país. Solicitó préstamos indiscriminados al exterior, que acrecentaban la deuda pública. Aumentó la deuda y no se apreciaban por ningún lado las obras de desarrollo, del crecimiento de la gran infraestructura tan notables durante el gobierno de PJ, que justificasen tales préstamos, como se detalla seguidamente: “(…) la hipoteca constante del país a través de empréstitos indiscriminados que elevan la deuda pública a la cifra de cinco mil millones de bolívares, sin que haya una sola obra de carácter reproductivo que pueda justificarla”[10].

La lucha armada de la guerrilla frente a un gobierno déspota, era necesaria para poder lograr devolverle la tierra a los campesinos para la producción agraria y así superar la explotación, que implicaba el feudalismo y presencia de las trasnacionales, como se refiere seguidamente: “(…) el difícil camino de la liberación antifeudal y antimperialista que histórica y necesariamente tiene planteada la nación y el pueblo venezolano”[11] 

El CPTA asumió un compromiso con el pueblo al iniciar una lucha, que buscaba lograr el desarrollo de la economía nacional. Para lograr una adecuada transformación de la economía nacional, era necesario apropiarse de todas nuestras riquezas, asumir la producción en armonía con la naturaleza, capacitar y generar empleo y establecer la relación equitativa de economía y sociedad. Ello implicaba darle a la plusvalía una justa distribución entre los diversos componentes como la educación, la salud, la vivienda, la agricultura, ciencia y tecnología, comunicación, urbanismo, transporte infraestructura pública y civil e inversión en el campo, la industria y la banca. Una justa distribución de las tierras para que el pueblo fuese el productor agropecuario y consumidor del mercado interno, que desplazará la dependencia y el consumismo del mercado externo y la liberación de las trasnacionales.

La lucha por consolidar el CPTA para desplazar el CPC y construir la nueva economía nacional independiente, ameritaba un gran compromiso y toma de decisión. Con valentía y espíritu patriótico los hombres y mujeres del ejército de la guerrilla, las fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) asumieron la lucha armada, como lo expresó el Comandante guerrillero Fabricio Ojeda:

“Consecuencia de esta firme convicción, resultado de ese análisis es la decisión que he tomado de combatir con las armas en la mano, como lo hace el pueblo cuando quiere conquistar la libertad y buscar en la acción revolucionaria la solución de nuestros grandes problemas y lograr para el pueblo una vida nueva, distinta a la precaria existencia que ha llevado siglo y medio de república injusta. (…) igual camino han tomado en épocas y países distintos los más notables hombres de la humanidad. Igual decisión tuvieron que tomar nuestros libertadores frente a una patria colonizada, frente a un pueblo esclavizado. Ellos, los forjadores de nuestra nacionalidad, nos trazaron el camino y nosotros hemos de continuarlo con iguales sacrificios, con los mismos riesgos y la misma fe, para despedazar las nuevas cadenas del dominio extranjero y garantizar la plena independencia nacional. Esta es nuestra decisión, este nuestro camino. Vamos a las armas con fe, con alegría como quien va al encuentro de la patria preferida. Sabemos que con nosotros esta el pueblo, el mismo que en todas las épocas memorables ha dicho presente ante todo lo noble, ante todo lo bueno, ante todo lo justo[12].

bettyoso@hotmail.com

Bibliografía:

              .-(1-12) FABRICIO OJEDA Dignidad y Firmeza Revolucionaria. Colección Historia. (2007). Caracas, Venezuela. Nº 3.


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Betty Mary Osorio

Profesora de la Universidad de Los Andes, Mérida y titiritera

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