Conspiradores y otras bestias asesinas

Este año pasó volando, se me fue de las manos. El tiempo: ese fuego que nos devora, no se detiene y es implacable. Este año se fue como del rayo. Todo ocurrió y no ocurrió nada. La especulación, el acaparamiento, la inflación, la impostura monopólica del libre mercado, la ineficiencia, infiltrados que pueden acceder hasta la agenda de Chávez. La conspiración, su libreto reproduce la estrategia de enjambre que los EEUU ideó en Iraq, cuyos frutos son furtivamente enfocados por la dictadura mediática global. La guerra hecha rutina, no hay un día sin su carro bomba en ese país que tuvo la dicha de ser liberado (saqueado, destruido) por el imperio de la libertad, de la democracia a juro y por que sí.

La cuarta flota, petulantemente, como una Godzila extraordinaria y mortífera, nos amenaza paseándose desde hace rato por El Caribe. La conspiración se mueve a varios niveles, hasta en el paramilitar, nada le es ajeno y no son los escrúpulos sus limitaciones.

Es insólito, pero en su obsesión, los conspiradores, las elites defenestradas de la cuarta república, no han reparado en internalizar y promover la violencia entre los venezolanos. El vecino más querido de la cuadra amanece con treinta y seis tiros en la acera, otro muchacho en la esquina de abajo, casi un niño, acribillado, otro taxista. Asesinatos desproporcionados, acciones delictivas que evidentemente pertenecen a otra tradición de violencia, una mercenaria, no casual, dirigida, fría. Son asesinatos selectivos asesinatos inmisericordes, aunque la Iglesia misma diga lo contrario.

No quiero imaginarme la circunstancia de un apagón, como estos recientes, de cuatro horas y a nivel nacional en pleno proceso electoral.

Con estas cargas los días que restan para el las elecciones del 3 de Noviembre se hacen más largos. Las hoyas podridas se pudren aún más. Y a pesar de lo grave de las acusaciones y de las pruebas del magnicidio, los grandes medios, sordos e irresponsables, siguen la novela, el último chisme del maletín.

Unos criminales andan por ahí, con y sin uniforme, afinando el plan para acabar con el presidente, y a los medios no les interesa la información. En el Zulia, en una casa particular, los cuerpos de seguridad descubren, un cañón, una arma poderosísima, antitanques y con capacidad de alcanzar un avión en vuelo. El dueño, en su defensa, alega que utiliza el cañón cuando sale con sus amigos a cazar venados... y los medios hacen caso omiso de esa barbaridad, de esa justificación inconcebible, continúan desafiando lo real, pretenden demostrar que son victimas o pronto lo serán de la falta de libertad de expresión. Lloran porque expulsaron a Vivanco.

Mientras que con todo su desparpajo, en primer plano, reaparece Marcel Granier.

Ser invadidos por el tsunami de la globalidad, parece inevitable pero volver al coloniaje para los pueblos de suramérica no es una opción, sino su fin, su desgarramiento final. Por eso la tierra está empeñada en parir un corazón, como diría Silvio Rodríguez, y los nuevos horizontes han declarado, con la resplandeciente luz blanca que capturó Reverón, su perfección, sus exigencias. Hemos tendido la mirada, hemos recuperado en mucho la esperanza, la alegría. A pesar del pasado que murmura sus prejuicios insistentemente.

Vuelve la discriminación, la explotación, los muros, la mentira, el mundo de la guerra, a asecharnos. No perdamos la paz que ha sido nuestra aliada, no perdamos la democracia, que nos garantiza el ejercicio del poder popular. No perdamos lo ganado. Abramos los ojos: pongámonos de pie hacia sol.



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Stefania Mosca


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