Todos, de manera innata, perseguimos la eternidad. Pobres criaturas los hombres, decía San Agustín, enfermos de inmortalidad. Pero no es lo mismo, hablo de esa ilusoria compulsión que nos lleva a desear casi obsesivamente la eternidad, sus laberintos, su falacia, su infinitud.
Queremos ser eternos, vivir la eternidad. Nada más incompatible con los cuerpos que la eternidad. La carne es un transcurso, no sólo una percepción. La eternidad, podríamos afirmar, es la más inhumana de las ideas imposibles, prevalece en nosotros y es materia acaso de otras ideas como libertad y amor, tan complejas y hasta sangrientas. Pero la eternidad es la más difícil, especialmente si tomamos en consideración el río de Heráclito. Escucho desde mi casa el rumor, el desorden, la confusión. No, Sí, No... y entre una y otra disyuntiva: la mentira: Chávez quiere perpetuarse, quiere ser eterno.
No niego que, en ciertos casos, la eternidad, su perspectiva, llega a ser aterradora. Ustedes se imaginan la eternidad de Leopoldo López y sus aceras, también interminables. Se imaginan lo que quedaría del edificio de la Alcaldía Mayor, con el pobre alcalde condenado eternamente a no poder entrar en paz a su palacio. La eternidad del Pico y Placa y del canal de contraflujo, únicas ideas "propias" de Capriles Radonski pelando los ojos por toda la eternidad. No quiero ni imaginarme al necio gobernador del Táchira hasta siempre jamás...
Indefinidamente.... Taratatán...
Entre tanto grito y movilización y bomba molotov, y que siguen tentando al demonio con la carnada de la violencia. Sí, No, Sí, No... logro discernir una razón. No tengo por qué preocuparme. Ellos podrían postularse eternamente, de aprobarse la enmienda si gana el Sí. Pero puedo salir con alivio de la pesadilla del No. Nadie volvería a elegir a los líderes maltrechos de la clase media, de Ravell, de Rctv y del resto de los herederos y sus sonrisas trémulas y su evidenciado mal humor. Ellos que lo han tenido todo no han tenido a mi madre que me leyó sin tregua un libro de urbanidad titulado, por cierto, Grazie Sí, Grazie No.
No hay de qué preocuparse si gana el Sí, volveríamos a elegir a Chávez o No. Pero quién volvería a elegir a esos personajes Ocariz, Rosales... aunque la enmienda les otorgara la libertad de postularse, una y otra vez, para cada período, muy bien definido cronológicamente, quién haría esa misma locura, quién dejaría que repitieran semejante prospectos en el poder. La clase media es alienada pero no ciega. En algún momento recuperará su propia mirada. Y su mejor esperanza para el futuro de la patria.
Lejos de ser la enmienda indefinida, acaso como lo eterno, tiene unos períodos muy bien especificados, lo que queda abierto (y nunca eternamente, por tratarse de seres humanos) es la facultad de postularse, proponerse, de participar cuantas veces lo tolerase el cuerpo y la calidad de la gestión de un cargo de elección popular.
Las democracias y libertades europeas no han sido afectadas por su sistema de elecciones que ha permitido elegir a un mismo mandatario para varios períodos. Felipe González, Helmut Kohl, Margaret Tatcher, Miterrand, De Gaulle, Chirac... cada uno de derecha o izquierda. Así que no es una discusión de fondo lo que se plantea ni una determinación ideológica, sino un procedimiento, una simple enmienda que no es mi culpa puede significar que Chávez se mantenga en el poder hasta el 2021. Saca tu cuenta y ten paciencia. Grazie Sí.
stefaniamosca@cantv.net