Cada día avanza el aprendizaje del pueblo venezolano sobre el carácter de su proceso revolucionario y de los métodos que él mismo va aplicando a la transformación de la realidad. Un buen ejemplo es el abordaje de la concepción que suele regir lo que se ha dado por llamar la Nueva PDVSA. Esta idea no es sencilla y se van tejiendo conjeturas y aproximaciones, no todas inocentes o carentes de intenciones insanas.
La frase “nueva PDVSA” ha dado lugar, entre otras muchas cosas, al arribismo, el oportunismo y la sórdida lucha por el poder al estilo de la vieja época. Algunos aplican una concepción mecanicista, infantil, utópica de la relación pueblo-PDVSA. En su mayoría son personas que hablan del “pueblo” adjudicándose una representación que nadie les ha asignado.
Denominan “Contraloría Social” a un grupo anónimo, minoritario, autoproclamado. Por supuesto que la intención de vigilancia y control social no sólo es un derecho sino sobre todo un deber del pueblo venezolano y es justa la lucha por implantarlo y generalizarlo. Pero esta necesaria instancia se desvirtúa cuando es usurpada por grupos inmiscuidos más en la lucha por el poder que en la defensa de los verdaderos derechos del pueblo.
Pero no puede la mezquindad tapar el sol con un dedo. Poco a poco se va develando el verdadero rostro de la nueva relación de PDVSA con su pueblo, que se desarrolla de manera organizada, realista, vinculada a los intereses concretos de los ciudadanos, canalizada a través de quienes representan tales intereses: el presidente Chávez, el Ministerio de Energía y Minas, las grandes misiones sociales, el movimiento cooperativista, por ejemplo.
No son pocas las muestras de tal actitud renovada: la cesión de activos a favor de la educación, como es el caso del edificio de Los Chaguaramos cedido a la UBV, el apoyo a la Misión Robinson, el papel de vanguardia en la planificación y desarrollo de la Misión Ribas, el financiamiento de miles de becas para los estudiantes que provienen de los sectores desposeídos, el respaldo a la acción cultural, como por ejemplo la liberación de la excelente colección de PDVSA para que el pueblo pueda disfrutarla y admirarla.
No es tiempo de palabras, ni de poses, ni de falsos dilemas. Es tiempo de acción, y es con acciones que la nueva PDVSA va configurando su relación con los venezolanos.
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