Las elecciones del próximo domingo 23 no serán una fiesta y nunca lo han sido desde el 6 de diciembre de1998. Con los bandidos adecos y copeyanos sí era una fiesta, una piñata que ellos se repartían a su bien entender. Nosotros lo que tenemos son batallas electorales en la interminable guerra contra la oposición asesina y lacaya. ¿Puede haber "fiesta" cuando el adversario es un conspirador avezado y asesino? ¿Qué "fiesta" es esa de convocar fervorosamente al pueblo bolivariano para que no nos quiten lo que tanto ha costado con el presidente Chávez? Tenemos que ser serios y no ver el escenario político desde una perspectiva tan mediocre, tan simplista. Es mucho lo que está en juego, nos jugamos la patria, el futuro, la paz social, la mejor calidad de vida del venezolano, la vida misma. ¿Y a eso le llaman "fiesta"?
Cada simpatizante del Proceso que se abstenga es cómplice de la derecha fascista. Cada quien que haga lo que quiera pero en su conciencia quedará grabado con cincel en el mármol de su vida, su miserable visión del país, su omisión culposa, su desaire al ideario bolivariano. ¿Qué no nos gusta algún candidato del Psuv? ¿Y a cuantos electores no les gustaba Chávez y ahora votan frenéticamente por él? ¿Por qué? Porque han visto la obra social inmensa que se ha hecho a favor de los más desposeídos, con todos los errores que se arrastren, con todos los corruptos enquistados en Miraflores, gobernaciones y alcaldías pero la obra está AHÍ, a la vista de todos. Y esa obra no se detendrá con el candidato que rechazamos pero con un asesino y lacayo opositor SÍ habría retroceso, esa es la diferencia, compañeros. No olvidemos que el gobernador "chavista" de Yaracuy (Giménez) salió de su cargo por corrupto y podemos hacer lo mismo con los abanderados que traicionen al proyecto socialista y bolivariano ya que tenemos las armas para enfrentarlos. Vayamos a votar por Venezuela y por nuestros hijos, ellos lo merecen. Volver al pasado sería la locura total, el caos, la guerra, la destrucción del país. Meditemos.