La verdad está en los resultados ya publicados de las elecciones regionales, y arrojan este dato: en los sectores populares de Caracas (más exactamente: en las 12 parroquias emblemáticas donde vive el pueblo llano caraqueño) ganaron Aristóbulo Istúriz y Jorge Rodríguez. Incluso en los sectores más pobres de Petare la mayoría votó por Aristóbulo y Jesse Chacón. Esto desnuda otra verdad muy incómoda y reveladora: quienes dicen que el país está jodido son los que más se están gozando sus recursos, su libertad y sus comodidades: los millonarios, sifrinos, aristócratas y demás yerbas. Mientras, el pueblo pobre todavía adora a Chávez y se restea con su partido. ¿Cómo nos lo explicamos? ¿Será porque a pesar de los errores del chavismo, que son los errores de todos nosotros, sabemos que el proyecto bolivariano nos representa? Especulaciones. Por ahora.
Pero vamos por partes. A aclarar puntos. A ofrecerles una rápida guía de autoayuda a los simpáticos preintelectuales que vienen aquí, leen unas líneas y se sueltan a poner en mi boca (o en mi pluma) algunas frases e ideas de Hernán Gruber Odremán, pretendiendo que como ese bicho es chavista y yo también entonces ambos pensamos idéntico. A la “clase pensante” hay que darle las ideas en la boquita, porque si se la sueltas en un texto de normal a brillante para cerrarles el hocico, entonces colapsan y empiezan a hablar de Antonini Wilson, para dárselas de que están revolcando al contrario.
A ver, muchachos del culto antichávez. Lean y traten de entender (traten un poquito nada más, no se esfuercen mucho):
- Yo sé (porque es necesario ser ciego, loco, estúpido, piedrero
o magallanero para no saberlo) que el antichavismo se anotó un triunfo
en el área metropolitana de Caracas. No así en la Gran Caracas, porque
si sumamos la recoñiza que les dio el chavismo en Vargas,
Guarenas-Guatire y los Valles del Tuy...
- El objeto de este análisis que ensayo acá abajo NO ES
tratar de explicar las causas o consecuencias de esa victoria
antichavista (se lo voy a recordar: yo sé que el antichavismo ganó en
Caracas), y tampoco desnaturalizarla para presentarla como una derrota.
De las causas me ocuparé en breve, cuando le haya echado suficiente
coco al tema, a los números y a la indagación callejera. En cuanto a
las posibles consecuencias, creo que ya he abundado sobre eso en varios
artículos (este, sin ir más lejos).
- El objeto de este análisis que ensayo acá abajo SÍ ES
rebatir una falacia (tan falaz que se torna en mentira) autoría de un
puñado de “analistas” y estadísticos, muy difundida en los medios de
comunicación venezolanos y extranjeros, propagada por algunas agencias
internacionales de noticias y defendida por los señores periodistas de
academia, según la cual los sectores populares dejaron de votar por
Chávez. “Se cayó el mito: los pobres ya no votan por Chávez”, difunden
con una alegría digna de mejor causa, seguramente embullados por una
verdad que se torna mentira si uno no le mete el diente con el debido
cuidado: la oposición ganó en Sucre, municipio que en el imaginario
simplificado (y equivocado) del común de la gente, es lo mismo que
decir Petare. Y claro: por Petare uno se imagina el cordón de barrios
más grande de América Latina, esa masa colosal donde termina Caracas
por el este, sin tomar en cuenta que, formalmente, el municipio Sucre
comienza en el Parque Miranda (antiguo Parque del Este), donde terminan
Chacao y Los Palos Grandes, y que desde allí a la Redoma de Petare (el
Petare popular propiamente dicho) hay que atravesar una sabana gigante
de urbanizaciones de clase media y media-alta: Los Chorros, Los Ruices,
Sebucán, Boleíta, El Marqués, La California, La Carlota, La Urbina,
etcétera…
- El punto es este: en las zonas populares de Caracas, en los cinco municipios, los candidatos del chavismo, incluido el derrotado de la Mayor, Aristóbulo Istúriz, quedaron adelante en la votación. Abajo mostramos un cuadro que toma las doce parroquias más populares del municipio Libertador. Por “populares” queremos decir que son las que tienen un mayor componente humano de pueblo y sabor de lo mismo; las que, por separado y en su conjunto, le dan forma a lo más emblemático de la caraqueñidad. En lo más pobre de Petare también votó el pueblo mayoritariamente por Aristóbulo y por Jesse, pero de Petare nos ocuparemos más adelante. De momento, comparemos y confrontemos a Aristóbulo-Ledezma y a Jorge R.-Stalin. Dejamos por fuera a los demás candidatos porque su incidencia en los resultados es nula. Es decir, no cambia mayor cosa las proporciones. Claudio Fermín, quien quedó en tercer lugar en Libertador, obtuvo en todo el municipio lo que Stalin González sacó sólo en Caricuao.
está disponible en la página del Consejo Nacional Electoral)
Como puede verse, en seis de las parroquias más populosas y populares de Caracas el chavismo obtuvo votos por encima de 60 por ciento, y en dos de ellas el porcentaje (Antímano y Macarao) superó el 70 por ciento.
En Petare sucedió algo parecido en los sectores que pudiéramos llamar más desposeídos.
Allá donde la pobreza galopa y golpea, la esperanza que es el chavismo galopa con el ser humano. Dicen los “sabios” de la academia y la clase media que el apoyo de los pobres a Chávez es cuestión de ignorancia. Esta interpretación tiene su origen en la creencia de que sólo es inteligente quien lee, estudia y va a la universidad. El ama de casa y el buhonero que siguen a Chávez por entusiasmo y por intuición de clase no son gente. La "clase pensante" es la única digna de llamarse raza humana. Lo demás es mierda chavista, macacos comunistoides y terroristas que quieren acabar con la propiedad privada.
Yo creo que una de las razones por las cuales Antonio Ledezma ganó la alcaldía metropolitana y Ocariz la de Sucre, es que ambos, y sobre todo los respectivos partidos que los apoyaron, le echaron una carreta de bolas a recorrer Petare, a hacer trabajo político, a dejar de mariquear en Globovisión y ocupar la mayor parte del tiempo en hacer contacto con la gente. En otras palabras: ellos fueron a hacer política en lugar de dedicarse a hacer televisión.
Es evidente que el mérito del triunfo de esos dos señores, aparte de recaer en Primero Justicia, tiene el sello de Enrique Mendoza. Increíblemente, (y habrá que aplicarse a analizar de este dato, una de las interesantísimas curiosidades con que uno se tropieza cuando se zambulle en la telaraña de resultados en la página del CNE) el partido que más les aporta votos a Ocariz y Ledezma en la parroquia Petare es COPEI. No son Un Nuevo Tiempo, ni AD, ni Podemos ni la Alianza Bravo Pueblo, sino el partido ese que creíamos extinguido: el COPEI que hace dos décadas y un poco menos le daba triunfos a Arocha y a Mendoza. Lo veremos en los siguientes numeritos de Petare.
Carlos Ocariz obtuvo en la parroquia Petare 103.013 votos. Jesse Chacón, 80.338. Los porcentajes de votos obtenidos por los partidos fueron, en este orden:
- PSUV, 41,95% (sorpresa interesante, ¿ah?);
- Primero Justicia (41,09%);
- COPEI (4,98%);
- Un Nuevo Tiempo: (3,66%);
- AD (3,13%);
- Podemos (1,14%);
- PCV (0,75%);
- PPT (0,5%)
- ABP (0,3%)
Sorprendente y extraño que el partido de Ledezma haya hecho tan escuálido aporte (es un decir) a su jefe y fundador. Va una muestra de cómo votó el pueblo en el Petare profundo, en sectores ya no “populares” sino francamente deprimidos:
(Toda la información desglosada en estos cuadros
está disponible en la página del Consejo Nacional Electoral)
¿Y qué hay de Caucagüita? Exactamente esto:
- Jesse Chacón: 11.128 (64,63%);
- Carlos Ocariz: 5992 votos (34,8%)
Entiendo que los puntos en discusión deben ser la democracia, el poder y la política, y ninguno de esos conceptos suele llevarse bien con las matemáticas. Es muy fácil convencer a cualquiera (cualquiera que no esté enfermo, como el antichavista automático) del indiscutible triunfo numérico del chavismo en las elecciones regionales. Indiscutible: no discutir con los números. De modo que si yo fuera más aficionado a las matemáticas que a la política, más fanático de las elecciones que del Proceso y más fanático del chavismo que de la Revolución, no sólo le otorgaría a la exposición de cifras que acabo de hacer el carácter de prueba concluyente a favor del chavismo. A ver: los números dicen que el pueblo está con el chavismo, pero el chavismo perdió Caracas.
Si yo fuera más aficionado a las matemáticas que a la política, estaría reflexionando así: ganamos 17 a 5 y dicen que el chavismo fue derrotado; ganamos 5.600.000 votos a 4.100.000; sacamos 1.200.000 votos más que en el 2007, nos llevamos en los cachos 264 alcaldías, etcétera. Y me consolaría con una verdad rotunda: al chavismo lo derrotaron su adversario político y también la abstención.
Pero uno carga encima la manía esta de los análisis cualitativos, los necesarios para entender que el PSUV no es la Revolución, y se encuentra con que, en realidad, tampoco ganamos ni en Lara, ni en Guárico, ni en Sucre, ni en Mérida, ni en Vargas, y ve tú a saber en cuántos estados más. Quien se diga revolucionario y esté feliz por el triunfo de Henry Falcón hay que meterle una patada en el culo. Y después fusilarlo. Antes que contento, yo estoy alarmado porque el sujeto más votado del evento electoral fue un hijueputa que tiene felices a las mafias de la construcción (Sambil Barquisimeto), y por eso hizo campaña prácticamente sin oposición a la vista. Todos lo quieren: los pobres porque Chávez le levantó la mano y los ricos porque los está haciendo más ricos. Digo, ¿la tarea de un revolucionario es ganar elecciones o hacer la Revolución? Si el PSUV hubiese apoyado a Graterón en Chacao, ¿habría que contabilizar "eso" como una victoria o como qué mierda?
Está también el hecho de que el antichavismo ganó en entidades que le deparan un inmenso poder político, estratégico desde el punto de vista geográfico y también desde la perspectiva del acceso a los recursos.
Por lo demás, lo que nos sale a los habitantes de Caracas y Miranda es convertir esas entidades en un gran laboratorio de resistencia y organización popular. Ahí está el aula y ahí los maestros: vivir bajo un maldito Gobierno adeco que vendrá por nosotros. Eso nos dejará un aprendizaje más duradero y noble que la mala maña de asistir a marchas a cambio de una franela roja.