Se realizaron en Venezuela el domingo 23 de noviembre las elecciones regionales para los cargos de gobernadores de estados y alcaldes en todo el país. La consulta popular significó una nueva prueba para el proceso de cambios de la Revolución Bolivariana.
A pesar de los múltiples pronósticos de una alta abstención, los resultados demostraron todo lo contrario. El nivel de votación estuvo por encima del 65% del padrón electoral, la más alta presencia de votantes registrada en el país en unas elecciones regionales.
Esto muestra una vez más, como la toma de conciencia de la gente en Venezuela parece ser un proceso irreversible. El protagonismo popular se sigue viendo reflejado en la concurrencia masiva a las urnas, que se han convertido verdaderamente en el termómetro de la voluntad de los ciudadanos de todas las tendencias.
Los últimos diez años han sido de una agotadora concurrencia a elecciones, y la respuesta sigue siendo un compromiso constante y una voluntad decidida de expresar opinión a través de ellas. Esto tiene dos significados. En primer lugar muestra la confianza que han logrado desarrollar los ciudadanos en el sistema electoral como una forma eficaz de hacerse sentir. En segundo lugar mide el alto grado de conciencia política asumido por un pueblo que pareció estar adormecido durante casi cuatro décadas. Es un síntoma de los tiempos, los pueblos de nuestra América latina están despertando y tomando para sí el protagonismo de su propio destino.
La campaña
Del lado de la Revolución Bolivariana, buscando remontar el resultado desfavorable de la última elección (Reforma constitucional del 2 de diciembre de 2007) se hicieron en la campaña electoral los mayores esfuerzos de organización, buscando no sólo la coherencia de la militancia agrupada en esta ocasión en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sino la captación de la masa de votantes que estuvo ausente en aquella ocasión (casi 3.000.000 de votos), y aún la captación de nuevos votantes. El propio presidente Hugo Chávez estuvo comprometido en toda la campaña, apoyando personalmente a los candidatos del PSUV en cada región, y explicando que la votación por ellos significaba la profundización del proceso bolivariano y que comprometía directamente su propia gestión.
Del lado de la oposición, la campaña tuvo muchos altibajos y contradicciones, no le fue posible llegar a una unidad real, y por supuesto tampoco fue capaz de presentar un proyecto de país común, alternativo al bolivariano. La confrontación, los golpes bajos, el irrespeto a los acuerdos, las declaraciones contradictorias y confrontativas, fueron quienes marcaron en general esa campaña. Algunos de sus candidatos se manejaron en forma absolutamente mediática, mientras que otros salieron a recorrer las zonas pobres de su región.
Los resultados
Los resultados fueron algo diferentes de las previsiones realizadas por los contendientes. Si bien en líneas generales, la correlación de fuerzas tradicional de 60/40 a favor del gobierno bolivariano se mantiene (cosa sorprendente después de diez años de gestión, a la cual no pareciera afectar el desgaste del manejo del poder), en algunos sitios específicos los resultados finales fueron a primera vista sorprendentes.
El partido de gobierno no pudo recuperar dos gobernaciones que estaban en manos de la oposición, Zulia y Nueva Esparta, y perdió tres gobernaciones que estaban en su poder, Carabobo, Miranda y Táchira. Sin embargo recuperó las gobernaciones de cuatro estados, que si bien habían sido elegidas dentro del chavismo, habían “saltado la talanquera” y estaban plegadas a los planteos opositores, los estados Guárico, Sucre, Aragua y Yaracuy. El resultado final es de casi el 75% de las gobernaciones de estado a favor del PSUV.
En lo que respecta a las alcaldías, la conquista de casi el 80% de ellas, representa un innegable triunfo para el gobierno. Aún en aquellos estados donde no se conquistó la gobernación, la mayor parte de las alcaldías quedan en el PSUV.
En Caracas, la capital y principal ciudad, es donde aparecieron los resultados más imprevistos. El gobierno perdió la Alcaldía Mayor (o Alcaldía Metropolitana) y la alcaldía de Sucre (perteneciente al Estado Miranda), y no pudo conquistar las de Chacao, Baruta y El Hatillo (cosa ésta que era bastante previsible por ser sectores de clase media y media alta tradicionalmente opositores). Ganó sí, por un margen más estrecho que el que daban las encuestas, la Alcaldía Libertador, la más populosa de la ciudad.
En el estado Zulia, el gobierno perdió la Alcaldía de Maracaibo, la segunda ciudad del país.
¿Evaluación y análisis?
Realizar una evaluación acertada de los sucesos no parece una tarea fácil. Está todavía muy próxima la elección, el fragor de la lucha política sigue siendo alto y fundamentalmente, considerando lo expuesto al principio, nos encontramos ante un electorado cada vez más conciente políticamente, quien pareció en algunos casos decidir su voto de acuerdo a algo más que la afiliación política. Los múltiples factores que han determinado los resultados aparentan ser diferentes en cada región puntual.
Hay un factor común que no previeron tirios y troyanos, y es que estas elecciones regionales se caracterizaron por tener a la situación local como un eje gravitante en la decisión de los electores. En algunos casos no bastó el peso del prestigio del presidente para definir el resultado, los propios electores que lo apoyan en algunos casos aparentan haber decidido su voto por factores que les son cercanos en su región.
De este modo, sacar conclusiones aceleradas sobre un proceso tan complejo no resulta lo más adecuado. Y cuando nos referimos a los múltiples factores particulares, pongamos como ejemplos: ¿cuánto peso tuvo en la elección del Estado Táchira la filiación religiosa (y sus acciones orientadas por ella) del gobernador saliente? O ¿qué importancia tuvo en el caso del Estado Zulia la exacerbación del regionalismo tradicional? Como vemos, una evaluación en profundidad exigirá un estudio muy detallado de lo sucedido en cada región, si realmente queremos desentrañar los porqués de los resultados finales.
Sin embargo, creemos que es posible establecer algunos parámetros de referencia, a partir de los cuales, con más calma y más profundidad, poder establecer un conocimiento más cercano a lo sucedido, a fin de aprovechar las experiencias para el futuro.
1. Como lo expresamos al principio, la asistencia masiva a las urnas representa una innegable demostración de la consolidación institucional del sistema electoral (y la credibilidad en el Consejo Supremo Electoral, tan discutido anteriormente por la oposición) que categoriza positivamente el avance de la democracia en Venezuela.
2. Igualmente, queda evidente el compromiso político que el pueblo ha venido desarrollando, lo que significa un cambio sustancial con lo que acontecía de la IV república.
3. Dos factores, sobre todo en los lugares donde el gobierno perdió, parecen haber estado presentes. En primer lugar el “voto castigo”. En el Estado Miranda, y en las alcaldías Mayor y Sucre de Caracas, la gestión anterior de correligionarios políticos puede haber sido una variable importante para la derrota de los candidatos del gobierno. El segundo factor es la existencia de liderazgos regionales, como en el Zulia o en Carabobo, dónde la oposición cuenta tradicionalmente con movimientos opositores locales de peso.
4. Aparece como un nuevo factor la posible existencia del “voto cruzado”. Sólo así parece explicarse el triunfo en la Alcaldía Libertador y la derrota en la Alcaldía Mayor, o lo sucedido en Miranda o en otros estados, dónde el PSUV ganó la mayor parte de las alcaldías, pero perdió la gobernación.
5. Algo que sí parece haber quedado consolidado es el liderazgo mayoritario del Presidente Chávez, y la consolidación política del PSUV como movimiento también mayoritario en el país. Es innegable que un partido con tan poco tiempo de fundado, se ha convertido en la fuerza política preponderante en Venezuela.
6. Finalmente, las cifras dan claramente la recuperación de los votantes que se habían dado por perdidos en el referéndum de reforma constitucional del 2 de diciembre de 2007. De repente es el momento de empezar a considerar otras explicaciones para aquella ausencia, como por ejemplo considerar hasta que punto, la propuesta de reforma no convenció en ese momento a parte de aquellos que siempre apoyaron al presidente, pero que no creyeron en lo concreto de parte o la totalidad de esa propuesta.
7. Una última consideración que no parece menor. La oposición tiene ahora cinco gobernaciones de estado y algunas alcaldías importantes. No tiene un movimiento común, ya que está balcanizada en varios partidos. Pero lo que parece importante es destacar que si bien la mayor parte de sus candidatos triunfadores son de una nueva generación política, hombres jóvenes que intentan crear una imagen política diferente (aunque puedan ser el mismo perro con diferente collar), la piedra en el zapato para el país parece ser el triunfo en el Estado Táchira y en la Alcaldía Mayor de Caracas, de dos hombres del viejo cuño, zorros políticos, dinosaurios de los viejos tiempos. Este puede ser un timbre de alerta frente al fantasma siempre presente de “la corta memoria de la gente”.
En definitiva, el pueblo habló y en voz alta. Para el bien común, ojalá seamos capaces de interpretar su verdadero mensaje.
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