Con la política, me pasa algo parecido a cuando sentí que sería muy bonito tener un huerto/jardín en el cual sembrar y cosechar mis propios vegetales, hortalizas, frutales y plantas ornamentales. Los primeros descubrimientos fueron que, en la imaginación todo es muy diferente que en relación con el ecosistema.
Se requiere un poderoso deseo y voluntad, una gran disponibilidad de energía para realizar lo que imaginas que te gustaría. Una cosa es querer y otra es poder, o como dicen hay un gran trecho entre los dichos y los hechos. Pero ese fue solo el principio de las diferencias. Luego fui cayendo en cuenta que un tomate por ejemplo, no es como creía una cosa, un objeto.
Vi que unas semillas germinaban y otras no, que requerían una medida precisa de agua, aire, luz solar. Que no era lo mismo sembrar en cualquier tierra. Había plagas de todo tipo. Cuando todos esos requerimientos coincidían en sincronicidad, llegaba finalmente a cuajar la pequeña forma a la que llamamos tomate e iba pasando desde las tonalidades del verde a las del rojo.
Pero entonces lo palpé, lo olí y saboreé, y ya no hubo más tomate. Por cierto cuando vivía en la Gran Sabana, frontera entre Venezuela y Brasil, no disponía de agua ni de luz, por consiguiente tampoco de baños, pero si de muchos kilómetros a la redonda para elegir libremente donde realizar mis necesidades.
Cuando a veces pasaba de nuevo por allí, veía alguna semilla de tomate ingerido brotando, con lo cual recomenzaba el proceso. Supuse entonces que así, de cuclillas entre unos arbustos, fue como comenzó la transición de trashumantes a sedentarios, capaces de sembrar y cultivar alimentos, de domesticar animales.
Y todavía sigue sucediendo, porque a menudo es en el baño donde me llegan las mejores inspiraciones. En conclusión, esa forma, sabor y textura colorada a la cual llamamos tomate, solo es un instante dentro de un proceso de sincronicidades, que comienza por un deseo y toma un largo desenlace de transformaciones y elementos, hasta que una parte es asimilada por el organismo y otra evacuada nuevamente al ecosistema natural.
En números redondos las elecciones regionales en Venezuela, dieron por resultado un ochenta por ciento de gobernaciones y alcaldías para el Partido Socialista Unido de Venezuela. Los partidos de la coalición de izquierdas que decidieron no sumarse a la elección por las bases, desaparecieron como el tomate de la faz visible de la tierra.
Pero una variada oposición ganó las gobernaciones de cinco estados y unas cuantas alcaldías. Y de repente, todo el arduo proceso preparatorio de un año se había convertido en algo diferente. De todo ello quedaba sin embargo todo el aprendizaje, la organización, la voluntad desarrollada, la disponibilidad ganada. Requisitos sin los cuales no puedes acometer ninguna tarea y mucho menos lograr tus objetivos.
El PSUV solo tenía un año de formado y se comenzó a forjar en estas lides. Esto lo hace cualitativamente diferente a todos los demás partidos de oposición que siguen operando en la vieja modalidad elitesca, donde todo se decide según los intereses y proyectos personales de la cúpula piramidal.
Pero la diferencia cualitativa no es un don abstracto, ideal, sino operativo, que por tanto ha de demostrarse en el ejercicio social y político. Y como dijimos, la imaginación coincide muy poco con las exigencias reales del entorno. El mapa político es muy diferente ahora. De dos gobernaciones que tenía la oposición, se le fueron sumando cinco más por disidencias de los gobernadores que habían ganado con votos del proyecto socialista, llegando a siete.
Que los votos no eran suyos, lo deja en claro el que ahora lanzándose por cuenta propia desparecieron del mapa. Traicionaron las expectativas de aquellos que los eligieron. Ahora vuelven a cinco gobernaciones. Pero las circunstancias no son las mismas, toda la geografía está organizada en decenas de miles de Consejos y Bancos Comunales.
Que no son solo definiciones legales, sino que presentan proyectos para sus comunidades, reciben fondos y asesoramiento, realizan lo que está a su alcance, administran y supervisan. Eso va desde reparación y construcción de viviendas, escuelas, plazas, locales de reunión comunal, hasta empresas sociales productivas.
Además están las misiones de salud, alimentación y educación, por solo citar tres, que ya tienen cinco años y son parte de la organización económica y social de las comunidades. Eso pinta un panorama muy diferente para la oposición, que es un proyecto opuesto a la dirección social que imprime el gobierno, el PSUV y las comunidades.
Aún antes de ser nombradas las nuevas autoridades ya comenzaron atentados contra los espacios del pueblo, y uno de los gobernadores electos declaró que “no podemos convivir porque somos como agua y aceite”. Nada de esto sucedió mientras las alternativas electorales no eran ninguna alternativa, salvo decidir quien iba a administrar los recursos del pueblo.
Pero hoy que surge una verdadera voluntad para efectivizar las siempre traicionadas promesas, se pone en evidencia lo que he repetido muchas veces. Que la democracia representativa siempre fue un bonito cuento que jamás se estuvo realmente dispuesto a llevar a los hechos. Solo fue una pirámide jerárquica burocrática, que se acostumbró a administrar y dividirse los dividendos de los trabajadores.
Por ello hoy creen estar por encima de la constitución y las instituciones, y poder hacer lo que sea necesario para recuperar el espacio y poder perdidos. Pero no será lo mismo que ayer. El pueblo lleva años ejerciendo paso a paso sus derechos y no está dispuesto a que lo atropellen nuevamente. Esta vez resultará un bocado difícil de tragar y más aún de metabolizar.
Lo cierto es que hoy gobernar se muestra como algo muy diferente a lo que creíamos. No es suficiente la buena voluntad e intenciones de realizar las obras necesarias. Porque las fuerzas desplazadas del poder, como sombras siguen y a veces adelantan cada uno de tus pasos, promoviendo el temor, la violencia y desestabilización del orden social.
Hay mucha gente aún que cree ingenuamente que moderando los lenguajes y negociando, se puede bajar el conflicto y volver a convivir pacíficamente. No han comprendido todavía que vivían bajo un sistema de intereses que se repartía el poder bajo diferentes vestidos y colores, y la única diferencia es que ese sistema de intereses y poderes actúa hoy visible y descaradamente.
Los medios de comunicación que fueron cayendo progresivamente en sus manos, a medida que caían en cuenta de lo útiles que resultaban para distraer y sugestionar la atención colectiva, no pueden hoy ya invisibilizar el conflicto aunque lo disfracen según su conveniencia. Por eso el único hecho significativo, es que las posibilidades de igualdad de derechos y libertades de que hemos conversado durante los últimos siglos, hoy han comenzado a encarnarse en voluntades y decisiones concretas. Y eso es lo que afectando el sistema de intereses predominantes, hace, obliga a que vaya mostrando su cara y métodos.
Así que cada paso adelante en cuanto a igualdad y libertad, moviliza reacciones cada vez más desesperadas y organizadas del sistema de intereses seriamente afectado. Cuanto más medularmente se afecta su estructura económica parásita, más estructurales e intensas son inevitablemente sus reacciones
Pero una vez más, no son nada nuevo, solo se van visibilizando y entrando en la conciencia social que hasta hoy estuvo ciega a los medios por los cuales se la esclavizaba y parasitaba, desviando hacia élites cada vez más reducidas los frutos de su trabajo. Nada más ejemplar que el reciente vaciado mundial de fondos financieros, que fue premiado con setecientos mil millones de dólares de los ahorros y pensiones de los trabajadores.
Sin embargo ya hacía decenios que crecían los negocios especulativos, que hoy ya superan en muchas decenas el producto interno mundial real. De ese modo mucha gente vivía simplemente comprando y vendiendo acciones que no tenían ningún respaldo material. ¿Cómo podía terminar el sacar y sacar cada vez más del depósito sin reponer nada?
Exactamente como terminó. Haciendo pagar descaradamente a los trabajadores y contribuyentes el robo descarado de las trasnacionales y bancos. Por ello, si aspiramos no ya ni siquiera el derecho de igualdad y libertad, sino simplemente a tener un trabajo y satisfacer decentemente nuestras necesidades, es necesario comprender que el conflicto no bajará.
Los que reaccionan pretendiendo mantener su hegemonía no cederán racionalmente, y nadie con hambre de varios días está dispuesto a razonar o negociar. Cada movimiento en pos de justicia, genera reacciones del tropismo acumulativo histórico de acumulación y concentración de bienes y capitales. Y es en ese intento dialéctico que se genera el ejercicio de conciencia y organización social.
Para que la justicia y la libertad se abran camino, habrán de responder estratégicamente a cada reacción del sistema de intereses afectados. Me da la impresión que eso exigirá la transformación profunda de las instituciones y modos de gobernar. Cada circunstancia exigirá respuestas inéditas, porque lo que estamos presenciando es simplemente el justo reclamo de las clases o funciones sociales desfavorecidas, parasitadas.
Algún día tenía que suceder pese a nuestras creencias de que la historia puede terminarse, que todo es relativo y por tanto impune. Algún día teníamos que estrellarnos con las leyes de la vida y la historia. Con esas fuerzas motrices que nos impulsan, que llamamos evolución y revolución.
La evolución y la revolución son estructurales, implican y conllevan la resistencia de las fuerzas contrarrevolucionarias, involutivas, conservadoras. No solo en lo social, también en lo natural. ¿Acaso no fue impulsados por nuestras necesidades como acometimos “la conquista de la naturaleza”, y acumulamos la experiencia y el conocimiento que hoy llamamos ciencia y tecnología?
Del mismo modo que nuestras necesidades nos hacen interdependientes inevitablemente del ecosistema, nuestros hábitos y creencias lo hacen del modelo cultural y económico heredado y desarrollado, enriquecido generación tras generación, que es lo que nos diferencia del reino natural. Porque no nacemos ni somos seres naturales, sino hijos de un momento histórico.
Por ello cuando una nueva sensibilidad colectiva comienza a despertar e intenta, intenciona cambios acordes a sus deseos, inevitablemente actualiza la inercia y resistencia del modelo social, histórico, los hábitos y creencias que se imponen cual direcciones de conducta desde memoria. Intención y actualización de resistencia némica, son también funciones estructurales de nuestra conciencia.
Del mismo modo que cuando te mueves en la luz no puedes evitar hacer sombra y que esta te siga donde sea que vayas, cuando intencionas un cambio de dirección conductual encuentras resistencia en la inercia acumulada de los hábitos y creencias que deseas cambiar. Por eso toda revolución genera inevitablemente resistencia contrarrevolucionaria, que la sigue y acompaña donde sea que intente ir.
Solo cuando superamos, liberamos y dejamos atrás la sugestión del modelo de hábitos y creencias que se impone a nuestras miradas y conductas, solo cuando intentándolo con permanencia logramos objetivar y ver esos fantasmas de la memoria y la imaginación que operaban en nuestra conciencia desapercibidamente, ese viejo modelo muere por desatención.
Porque el hecho de que dentro de las reglas de juego de ese modelo, hayamos resultado excluídos y sean otros los ganadores y privilegiados, lo cual nos hace lógica y justamente desear un cambio de reglas de juego, no nos hace concientes necesariamente de esas reglas ni más revolucionarios que nadie.
Y sin reconocer las reglas dentro de las cuales resultamos oprimidos, ¿cómo será posible ese cambio? Podemos cambiar cuando en lugar de ser tomados y manejados por nuestros hábitos y creencias, los vemos, los objetivamos y podemos en consecuencia tomarlos, manejarlos en lugar de ser tomados y manejados por ellos. Eso es en esencia liberarse de toda imposición.
Díganme sino, como es que se nos sugestiona y toma nuestra conciencia a través de los medios de comunicación colectivos. Si no reconocemos y exorcizamos esa hipnosis o hechizo que nos duerme y enajena de los hechos que nos afectan, jamás cambiaremos nada. El problema esencial no son entonces los medios sino nuestro estado mental.
La revolución bolivariana entonces ha de avanzar confrontando, reconociendo, y abriéndose camino entre la sombra contrarrevolucionaria que cada uno de sus pasos intentados actualiza. No parece muy inteligente luchar con tu sombra, porque no hay modo de que puedas despegarte de ella.
Eso es algo así como intentar liberarte de tu amante cuando el disfrute se convirtió en continuo conflicto y violencia. Puedes por supuesto apartarte físicamente, pero la inercia, la dependencia emocional continuará por años. Ni hablemos del ensueño de ser feliz con tu pareja, de fundirte con ella liberándote de la separación y la soledad que sientes.
Nada es estático, todo evoluciona, crece, cambia. Y por tanto a mayor velocidad del cambio o revolución, nuestros hábitos y creencias se van convirtiendo en rígidas cárceles mentales que se resisten al dinamismo vital, generando elevados sistemas de tensión y violencia, sufrimiento mental. Más que de personas entonces, se trata de un modelo con reglas de juego en los que unos ganan y otros pierden, unos resultan privilegiados y otros excluidos.
Por tanto el pequeño tomate cuajado que va pasando del verde al rojo rojito, a mi modo de ver es la organización social en consejos y bancos comunales. Porque la constitución y las leyes que avalan una democracia participativa y protagónica, tienen que pasar de los ideales declamatorios y las letras a los hechos concretos.
Y eso solo se logra con un ejercicio social cotidiano, que en la práctica vaya reconociendo los hábitos y creencias que hasta entonces lo mantuvieron pasivo, dependiente, sugestionable, ignorante del modelo y las reglas de juego injustas en las que resultaron perdedores. Y por tanto conciba y ejercite conductualmente, un nuevo modelo orgánico en el que todos puedan crecer sin que nadie resulte parasitado.
De ese modo, pese a lo que las circunstancias de cada cambiante momento puedan aparentar, podemos afirmar que la creciente organización de los consejos y bancos comunales en comunas orgánicas y productivas, han de ir consolidando la revolución y dejando atrás los fantasmas de un modelo injusto, que va siendo sustituido en los hechos por uno más liberador y gratificante. ¿Qué otro fin podría tener una revolución?
michelbalivo@yahoo.com.ar