Para algunas escuelas del pensamiento, enamorarse es considerado una falta
de amor propio. Una de las más recientes demostraciones colectivas de falta
de autoestima ha sido la marcha realizada este 14 de febrero. Es algo muy
triste entender una marcha como una especie de recreación política frívola a
la que se asiste disfrazado de profesor de aerobics.
En la clase mediatizada se confunden los medios con los fines, y la marcha
es en un fin en sí mismo. Una dirigente opositora explicaba por Globovisión
que el propósito era "retomar la calle"(?).
En un delirio de grandiosidad narcisista se pretende con el llamado a "la
defensa de las firmas" que una marcha de 50 mil personas anule el proceso de
verificación de las firmas por parte del CNE.
Marcho, luego existo: en las pancartas se leían mensajes del tipo "Yo no soy
invisible", y otras afirmaciones de autocompasión.
Firmo, luego no existo: el Presidente de la República muestra públicamente
planillas en las que han firmado difuntos, pero lo realmente sorprendente
han sido los supuestos desmentidos. Al fin y al cabo, estos crímenes
electorales han constituido una práctica desarrollada ampliamente durante la
adecocracia, y eran de esperarse. En la pantalla de Globovisión se lee una
mancheta que nos dice que estamos en presencia de una desmentido a las
denuncias del Presidente, pero lo que escuchamos es otra cosa: un vocero de
"Súmate" de hecho admite las irregularidades puntuales señaladas por Chávez,
tan sólo añadiendo tímidamente que la eliminación de una firma no implica la
anulación de la planilla en la que se encuentra.
¿Qué significa defender las firmas? Esta consigna ha surgido como respuesta
al anuncio del CNE de que revisará con particular atención las planillas
llenadas al modo de planas por una sola persona. Las denuncias específicas
en relación con la falsificación de firmas en estas planillas "planas" no
han sido desmentidas. La marcha pretendía asumir una defensa de las firmas
objetadas, pero realmente era una manifestación en contra de la posibilidad
de defender de la falsificación a las firmas de los fallecidos, extranjeros,
y demás personas que no firmaron contra Chávez. Una marcha en contra de la
defensa de las firmas que debe asumir el CNE.
Marchar en contra de la revisión de las firmas, entendiendo que dicha
revisión es una de las funciones específicas e irrenunicables del CNE, es de
hecho marchar en contra del CNE, en contra de un CNE hace pocos meses
alabado por la oposición, y designado de acuerdo con los criterios que esta
defendió, y que implicaban apartarse de la letra de la Constitución.
En ese espíritu estuvieron las palabras del abogado marchista Hermán
Escarrá: "Quiero hacerle un llamado al CNE, porque ellos no son árbitros,
porque el árbitro es el pueblo".
¿Llegaremos a presenciar marchas revocatorias y bailoterapias con carácter
vinculante? "El CNE no es el árbitro"...
Estamos ante la espiral decadente en la que se perdió una oposición, la
misma que comenzó por etiquetarse de democrática y terminó marchando
despechada en contra de la institucionalidad un día de los enamorados.