Armas de destrucción masiva a la jeta de Bush

Tenía razón George Bush, en Iraq se ocultaban armas de destrucción
masiva. El pasado 14 de diciembre todo quedó al descubierto cuando el periodista Muntazer Al-Zaydi sacó a la luz pública la poderosa arma que por tanto tiempo ocultó Sadam Husein.

El mundo quedó perplejo ante la sencilla pero eficaz estrategia utilizada para ocultar semejantes armas, de las miradas inquisitivas de los inspectores y soldados gringos.

La opinión pública internacional se había convencido de que tales armas no existían, y hasta el propio Bush se había rendido en su empeño de demostrar que Husein ocultaba un arsenal que ponía en riesgo al Medio Oriente y a gringolandia.

A cuestas cargaba el borrachín de la Casa Blanca, el injustificado
asesinato del presidente iraquí al no presentar una sola prueba de la
acusación con la cual justificó la invasión.

¡Qué audaces! ¡Qué ingeniosos! Al final resultó que los iraquíes si
tenían las armas, sólo que las disimularon por años portándolas como
parte de su indumentaria, bajo la figura de zapatos, carricochos y
sandalias. Listos se encontraban, esperando la mejor oportunidad para
lanzarlas a la jeta del bocón que personalmente había anunciado hace
mucho tiempo el fin de la guerra.

Resultaron, esas poderosas armas, tan destructivas como se preveía. Con sólo dos de ellas se pulverizó toda la estrategia propagandística del imperio destinada a mostrar cuan felices se sienten los iraquíes con los gringos en su territorio.

Todo un inmenso equipo de inteligencia y seguridad destinado a evitar que alguien mire mal al presidente yanki, fue dejado en ridículo por un valiente periodista que portaba un par de estas peligrosas armas.

La poderosa red mundial de medios destinada a exaltar la imagen y la
política del presidente norteamericano, fue obligada, a punta de
zapatazos, a mostrarle al mundo lo que sienten por el presidente gringo, el pueblo iraquí y el pueblo árabe en general.

Pronto se irá Bush de la presidencia norteamericana y nada mejor para despedirlo que un par de proyectiles nucleares que portaban “el último beso del pueblo iraquí para un perro”.


arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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