Tiene apellido de tenista, pero no lo es. Tiene funciones de pitcher, aunque tampoco es pelotero. Christopher Sabatini no juega en un equipo de béisbol, sino en el National Endowment for Democracy, una de las agencias privadas estadounidenses que financian, con dineros federales, a numerosas organizaciones dedicadas a “promover la democracia” en el mundo entero. Christopher es el pitcher designado del NED para América Latina y el Caribe, de modo que muchos grupos, asociaciones y avispados latinoamericanos conocen de sus lanzamientos.
Chris, que así le dicen sus amigos, tiene unos cuantos de ellos en Venezuela, donde lo llaman así –por su diminutivo- lo tutean y, por supuesto, también lo martillan. Esta relación cordial quedó transparentada cuando un grupo de ciudadanos estadounidenses (agrupado en el Venezuela Solidarity Comité) solicitó al NED copias de las comunicaciones y documentos relacionados con su financiamiento a grupos en Venezuela. La solicitud, hecha con base en la Freedom Of Information Act (FOIA, Acta de Libertad de Información), permitió acceder no sólo a la relación de donaciones, sino también a los correos electrónicos intercambiados por Sabatini y sus amigos venezolanos entre 2002 y 2003.
Como en EE UU no hay dudas en cuanto a la primacía del derecho a la información, el VSC colocó en Internet (www.venezuelafoia.info) la totalidad de la documentación obtenida, incluidos los correos cruzados entre Washington y Caracas, para delicia de los internautas fisgones.
El intercambio e-pistolar (¿será válida esta licencia?) es todo un poema. Aquí no vamos a extendernos en su contenido, pues da como cosa mostrar a gente de cierto renombre martillando al Tío Sam, perdón, a Chris, y a éste pidiéndole informes acerca de las actividades ejecutadas con los billetes verdes. Tampoco vamos a meter lupa a todos y cada uno de los convenios de donación, en los que, a primera vista, parece tener un peso importante el pago de salarios. Por ahora, sólo vamos a mencionar la suerte, radicalmente opuesta, que con el NED han tenido dos organizaciones de nuestra guapa y apoyada oposición venezolana: Súmate y la Asamblea Nacional de Educación.
A diferencia de la primera, que firmó con NED un contrato por 53 mil 400 dólares, vigente entre el 12/09/03 y el 30/09/04, el pitcher dejó a la segunda entendiendo. Apenas cinco días después de la firma de ese contrato entre María Corina Machado, de Súmate, y Carl Gershman, presidente de NED, aparece registrada la queja de Leonardo Carvajal y María Josefina Pantin, el 17/09/03, por el “sorpresivo y escasamente razonado cese de relaciones institucionales y de apoyo financiero por parte del NED”, que venía de ubicarse en la suma de 55 mil dólares. Aunque la consideran “una decisión legítimamente unilateral de parte de ustedes que no cuestionamos”, advierten que ella “realmente nos dificulta grandemente mantener la intensidad y el ritmo de trabajo de nuestra asociación civil, la cual ha sido y sigue siendo el principal factor crítico que enfrenta en el terreno educativo las pretensiones totalitarias de un gobierno muy poco democrático”.
Esta confesión no debió sorprender al Tío Sam, perdón, Chris, autor de un artículo titulado ¿A quiénes sostenemos en nombre de la sociedad civil?, basado en un estudio sobre 16 grupos civiles de América Latina subvencionados con recursos de la NED en 1999. Allí se hace preguntas como: ¿quiénes son esos grupos?, ¿a quiénes representan?, ¿qué efecto tiene la financiación internacional en su funcionamiento organizativo y en su arraigo en sociedades y sistemas políticos? Aunque suelen exhibir diversas fuentes de ingresos, Sabatini observó que el grueso proviene de contribuciones internacionales, lo cual crea, a su entender, una dependencia. Adicionalmente, el autor se pregunta sobre el efecto que esa ayuda podría tener “en la desvinculación de dichos grupos a sus sistemas políticos y partidarios más amplios”.
Si la queja de la ONG educativa no sorprendió a Sabatini, sí lo hizo el escandalazo que ha armado el presidente venezolano por los lanzamientos metálicos de origen yanqui hacia el “chiripero” de ONG’s que pueblan el mapa opositor venezolano, justo en cruciales momentos preelectorales, tanto en EE UU como en Venezuela. Una manera más tropical de procurar lo mismo –ponchar a un presidente con ganas de seguir mandando- pero desde una tarima y sin montarse en la lomita.
evepe1@cantv.net