El placer de decir Si.

Anacleto Pérez Echenagucia llegó aquella tarde a su casa deseando hacer el amor con su querida esposa Kathy López Mendoza. El hombre, cansado, se acercó a la puerta del cuarto y desde allí le dijo a Kathy

- Vengo por el sí para darle continuidad a este proyecto, mi amor.

Kathy lo vio y le dijo:

- Todavía me pregunto porqué me case contigo, Anacleto. Con ese nombre que no se puede ni siquiera abreviar. Y además, chavista, tienes una cara de horda, de pata en el suelo, y ahora pidiéndome el sí.

Anacleto se acercó a la cama donde estaba recostada Kathy. Se sentó y acercó su mano derecha hacia uno de los senos de Kathy. Rápidamente Kathy lo rechazó:

-Saca la mano, Anacleto, tú sabes que no es no.

Al día siguiente volvió Anacleto con ganas, con deseos de retozar en la cama con su amada y querida Kathy López Mendoza de Pérez. Recordó que, cuando le decían a su esposa Kathy de Pérez, la mujer se enardecía, se ponía verde, temblaba de la rabia porque ese apellido la empobrecía, la disminuía, la sacaba de su clase social. Anacleto sonrío y se acercó con una cara de felicidad a la puerta de su cuarto y allí estaba Kathy en pijama. El hombre, transpiró y dijo:

- Esta noche vengo por el si, mi amor, para darle continuidad a este proyecto.

- Vuelves con la misma cantaleta, Anacleto. Todavía sigo sin explicarme cómo me case contigo. Un chavista venido a menos. Razón tenían mis amigas Cinthya, Jenny y Amantha, ese hombre solo sirve para hacer el amor, Kathy. Así me decían.

Anacleto se acercó a la cama y se sentó. Estiró su mano derecha hacia uno de los senos de Kathy y nuevamente sintió el rechazo:

-Saca la mano, Anacleto, tú sabes que no es no.

Al día siguiente, en la tarde, Kathy empezó asentir un calor en todo su cuerpo. Entonces entendió que tenía unas ganas locas de hacer el amor y Anacleto no llegaba. Se metió al cuarto y se puso la pijama más sexi que tenía y se recostó en la cama, en ese momento escuchó en la puerta la voz de Anacleto:

-Vengo por el sí, mi amor, para ampliar nuestros poderes.

- Tú sabes que no es no, Anacleto

Sin embargo, Anacleto se acercó a la cama y comenzó a acariciar a Kathy, ella insistía que no es no, Anacleto, mientras dejaba que la mano de Anacleto avanzara. Anacleto insistió y se fue amor adentro, desvistió a Kathy y ella decía: no, no, no, no. Entonces Anacleto, la abrazó fuertemente y Kathy empezó a susurrar: si, si, si. Anacleto, entusiasmado, penetró el cuerpo de Kathy y entonces ella pegó el grito que se escuchó en toda la urbanización:

- Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

En ese momento Anacleto le dijo al oído. “Te lo dije, no es no al placer”.

Y Kathy dijo: Sí, sí, sí, mi amor.

robertomalaver@cantv.net


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Roberto Malaver

Periodista y escritor. Niega ser humorista, a pesar de algunas evidencias que indican lo contrario. Co-moderador del popular programa "Los Robertos", al cual insisten en llamar "Como Ustedes Pueden Ver". Co-editor del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". "Co-algo" de muchos otros proyectos porque le gusta jugar en equipo.

 robertomalaver@gmail.com      @robertomalaver

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