El caso es que, mientras hubo esclavitud, como forma de vida y de producción, el esclavista hizo beneficiar su ganado vacuno y reservó los mejores músculos (carnes) para su consumo personal. Es de inferirse que las vísceras, patas, rabo y demás tejidos involucrados eran las piezas que servían de alimentación a los esclavos. Estos supieron ingeniárselas, primero con sal común y luego con especias yerbales, para imprimirles la apetitosidad que hoy brindan al paladar de muchos comensales y comilones de lo más refinados.
Con el ganado porcino ocurrió otro tanto: de allí arranca el conocido <
Por supuesto, si a Usted lo alimentan con semejante dieta desde que lo destetan le habrán modelado el paladar, y su lengua quedará especializada para el gusto de aquellos platos.
Ahora bien, estas comidas confeccionadas con alimentos de tercera y desechos aprovechables por la industria de conservas y charcuterías no son menospreciables en sí mismas ya que, por ejemplo, el tejido vegetativo animal (musculatura lisa) posee las mismas cargas proteínicas contenida en la musculatura estriada (solomo, punta trasera, lomito, muchachos, lagarto de la reina, gallinita, etc.), y al fin y al cabo todas ellas han dado vida a muchas generaciones a lo largo de la historia de la sociedad humana.
Sucede que, al igual que cualquier desperdicio productivo, son de bajo costo de producción, de baja calidad y de bajo precio en consecuencia frente a las demás mercancías alimentarias, por lo cual se avienen muy bien a los reducidos ingresos salariales de la población trabajadora, principal y despectivamente de la llamada clase obrera.
Es aquí donde el trasfondo histórico de las condiciones económico-sociales aflora con gran diafanidad: Así como los esclavistas escatimaban los costos de manutención de sus trabajadores, asimismo los patronos burgueses hacen lo suyo propio, habida cuenta que a menor costo de vida, por causa de comidas baratonas (empanadas, perros calientes, teretere, aguardientes de tercera, mercancías descontinuadas...), menor exigencia salarial por parte de los trabajadores, y, con ello, mayor ganancia para los explotadores modernos quienes también, hoy por hoy, reservan para sí las mejores comidas y <