80% y más de enemigos del gobierno copan la burocracia del Estado hasta en niveles de media y alta gerencia
No es un decir, estamos durmiendo con el enemigo…
El vicepresidente del PSUV, General Muller Rojas, dijo en conferencia reciente con los medios de comunicación que el 80% de los cargos públicos están siendo desempeñados por gente de la oposición, lo cual no es totalmente cierto. Estamos absolutamente seguros que esa cifra que maneja el dirigente socialista y bolivariano se ha quedado corta. La cantidad es mucho mayor, pues de modo directo y por multitud de referencias que tenemos de muy alta confiabilidad, hemos sacado como conclusión que los dedos de las manos son muchos como para contar en cada organismo público, los escasos revolucionarios y/o simpatizantes que allí trabajan, tanto los que están en nómina, como los contratados. Doy fe que en una institución creada luego de que entrara en vigencia la Constitución de 1999, de al menos 100 empleados de una de sus direcciones generales, solamente seis (6) éramos quienes manifestábamos, sin ninguna reserva, nuestra afiliación con la revolución y eso no ha variado a la fecha.
Se ha vendido, con mucho éxito, lo decimos, la matriz de opinión que sostiene que, por el contrario, los rojos rojitos copan los cargos de la administración pública nacional, porque tal especie la repite la dirigencia de la oposición de manera machacona y no hay voz alguna que la refute.
Pero más allá de que es una falacia absoluta asegurar que la administración actual es roja rojita, es interesante reflexionar sobre el tema, pues durante los 40 años del puntofijismo, si era verdad que estaba copada de adecos y copeyanos, muchos de los cuales, nos atrevemos asegurarlo, allí permanecen. Es imposible olvidar que quienes lograban entrar a los organismos del Estado eran los que portaban el carné de esos partidos y uno que otro recomendado, pero eso sí, que lo fuera de un “chivo” pesado y más si el mismo hacía parte activa de sus respectivas secretarías generales o la de “técnicos y profesionales”.
En el gobierno de Chávez eso no ocurre. A nadie se le pregunta su orientación ideológica o política, y menos se le exige el carné del partido o una recomendación. Únicamente deben satisfacer los requisitos establecidos para el cargo que fuere. Tal práctica en lo absoluto la cuestionamos, pero donde está lo absurdo y que, además, no tiene explicación alguna, es que se designan opositores al gobierno para cargos de libre nombramiento y remoción, donde deberían estar sólo y únicamente quienes compartan, de forma plena, sus orientaciones ideológicas y estratégicas, como fórmula necesaria e indispensable para garantizar la buena operatividad y la eficiencia de toda su gestión administrativa en su tránsito hacia el socialismo.
Incluir en los cargos de gerencia, cualquiera que sea el nivel, a sujetos afiliados a partidos de la oposición o a quienes abiertamente adversan el proyecto Bolivariano y revolucionario es, cuando menos, un tremendo desatino, para no calificarlo de otra manera…!
oliverr@cantv.net