En el acto que el PSUV realizó recientemente en Carabobo, fue prácticamente abierto por una mujer, cuyo nombre no retuve ni recuerdo, pero me produjo una reflexión que me permitió tener a mano otras razones para impulsar la enmienda y comprender un poco toda esa involución que hemos visto producirse en dirigentes de izquierdas. Ahora comprendo y entiendo además, lo que hay en la cabeza de Teodoro.
El evento lo apertura una mujer que con toda seguridad se transformó en sujeto político a partir de todas las iniciativas de participación que este proceso ha hecho posible. Ella no era una mujer; su voz pausada y segura de cada una de las palabras que presentaba ante la multitud ahí reunida, era trueno fuerte que representaba a cientos de miles mujeres que este proceso ha reivindicado y colocado como actoras de las transformaciones que hoy tienen lugar Venezuela.
Al oírla no pude evitar volver la mirada hacia la izquierda de los años 60, 70, 80 y 90 y contar con los dedos los posibles liderazgos que esa experiencia nos dejó. El resultado de ese conteo fue frustrante; porque las semillas que intentaron crecer fueron liquidadas por las delaciones, las torturas y los fusilamientos. Visto en perspectiva, esa experiencia nos dejó los sueños que casi se nos fueron con las vidas que la represión de la época acabó. Los que sobrevivieron a esa represión, unos andan por ahí en el anonimato pero luchando por ese sueño y los líderes de esos años, ahora tienen el triste papel de hacerle coro a Ledezma, Manuel Rosales, Ramos Allup y Caimán con sueño. ¡Que ironía!
Oír a esa mujer segura de lo que decía y confiada ante esa multitud, no dejó de voltear también la mirada y los recuerdos hacia Teochoro. Los argumentos que daba y la seguridad que tenía, me permitieron comprender la posición que hoy asume este “destacado” líder de los años 60,70, 80 y 90. Ahora en verdad entiendo esos enredos y hay que ponerse en el pellejo de Teodoro Petkoff para entender por un lado la confrontación y presión que ha debido tener muy dentro de si y la gran frustración que debe llevar sobre sus espaldas.
No es fácil asimilar una derrota. No es fácil sentirse una cosa inservible. No es fácil tener a Teodoro de este lado para ver (muy pronto) levantarse ciento de mujeres y hombres con madera de líderes y con capacidad de ser verdaderamente sujetos políticos. Para Teodoro el camino es huir y huir, no tiene otra alternativa que esconder sus frustraciones y envidia a la sombra del mata cura y Manuel Rosales.
No es fácil ver esto siendo el responsable (en el gobierno de Caldera) de la entrega de la reivindicación más importante de la clase media y de trabajadores del país. Eso impacta y Teodoro debe estar profundamente impactado, frustrado y muy envidioso. Antes era él y unos pocos los que fungían como líderes de la izquierda; pronto serán cientos de miles porque este proceso, aunque aún tiene también su mecanismo de cúpulas y mañas viejas, pronto reventara para parir ciento de cuadros.
Se ha estado diciendo que hay que apoyar la enmienda por todos los programas sociales que ha adelanto el proceso bolivariano y ello es razonable, La lucha de la enmienda hay que darla por ese proceso de inclusión social que ha sido posible a través de las misiones. Es justo que ese sea una razón para empujar la enmienda, pero haber oído a esta mujer en el evento celebrado recientemente en Carabobo con la participación de los compatriotas de los estados centrales del país y recordar la participación de otras mujeres corajudas que salen a buscar sus espacios de participación, tengo que reconocer, que además de esas razones vinculadas con las misiones, es necesario “fajarse” con la enmienda, porque ese liderazgo de mujeres que surge por todos los rincones del país y que ahora están como anónimas, pronto será un caudaloso río con capacidad de regar todo este suelo. Esa es una razón muy poderosa para “fajarse” duro con la enmienda, porque esta ampliación de poderes, tienen en la mujer una tremenda esperanza.
evaristomarcano@cantv.net