“Mi General” Alberto Müller Rojas ha dado la voz de alerta sobre el notable avance que ha venido obteniendo la oposición, de manera sucesiva en cada una de las elecciones que se han realizado en los últimos años en Venezuela, y ello ha sido noticia de primera plana en algunos de los diarios de circulación nacional. Yo ya lo advertí hace unos meses (¿Quién engañó a Hugo Chávez?); pero, no alcancé más grado que el de Teniente de Reserva, el cual, supuestamente me darían por los años pasados en una institución militar, en el caso de que fuera llamado para defender a mi país con las armas de fuego; ya que por salvaguardar la empresa pública con las herramientas que me da mi profesión, sólo he recibido “degradaciones de cargo”.
Con la misma separación abismal de ambos grados castrenses fue tratada mi advertencia; pero, a diferencia de Müller Rojas, cuyo cargo político no le permite hablar de lo inquietante que se muestran las cifras, yo si puedo reseñarlas e insistir en que al Presidente lo engañan no sólo con las guarismos electorales, sino con otras muchos que van desde los costos reales de las misiones y sus verdaderos resultados, hasta los falsos análisis de precios unitarios para determinar el precio de una arepa, en los cuales sólo incluyen algunos ingredientes y le esconden la mano de obra, las herramientas, equipos, maquinarias, locales y administración; tampoco contienen la necesaria y estimulante ganancia que ningún socialista desecharía. Sería más provechoso emplear estos recursos en una permanente supervisión de los costos de los medicamentos y disfrutar de una sabrosa “reina pepiada”, al concluir la labor.
Dependiendo de a quién se desea impresionar, o si la cantidad va destinada a la publicidad política se escoge el monto global, la diferencia absoluta, o las cantidades y diferencias porcentuales. Un gobernante podría inaugurar un acueducto que suministre un metro cúbico por segundo; pero, es más sonoro si se señala que por él fluirán mil litros por segundo, y sería necesario ocultarle a ese mismo gobernante que sólo cubrirá los requerimientos del treinta por ciento de la comunidad para la cual fue construido.
Con todo lo que el gobierno presuma con las cifras absolutas de la ventaja que ha obtenido sobre la oposición en los últimos eventos electorales, ella avanza, sin prisa; pero sin pausa. Tomo como referencia las elecciones presidenciales del 2006, porque la habilidad política de Chávez le ha permitido convertir en “presidenciales” hasta las elecciones municipales: “Quién vote por mis candidatos, está votando por mí”, afirma una y otra vez. En aquellas elecciones Chávez ganó con el sesenta y tres por ciento (63%); la oposición sólo obtuvo el treinta y siete por ciento (37%). En el 2008, el gobierno bajó al cincuenta y cinco por ciento (55%) y la oposición subió al cuarenta y cinco por ciento (45%).
El gobierno bajó el ocho por ciento (8%) y la oposición subió el mismo porcentaje; aunque los análisis no permiten determinar si los ganó a costa de su adversario, los resultados crean esta presunción. Especulando con las cifras, se diría que la oposición crece un 0,33% mensual; en dos meses crecería 0,66%. La realidad fue que creció 0,85%, porque para la enmienda volvió ocurrir el mismo fenómeno “político–matemático”: el porcentaje que la oposición creció en esas elecciones, lo perdió el gobierno.
Mostrándose optimista, desde el punto de vista gubernamental; suponiendo que la oposición sólo crezca el cero coma veinticinco por ciento mensual (0,25%), el gobierno se encontraría con un “dolor de cabeza” en “la nueva” Asamblea Nacional. Aún bajando el crecimiento al veinte por ciento (20,00%), en los tres años siguientes, el “malestar general” embargará permanentemente a algunos que considerarán más conveniente abandonar el país, para evitarse enfrentamientos políticos.
Todo esto a causa, entre otras cosas, de esos funcionarios que mienten hasta con el número real de beneficiarios de cualquier servicio público, sólo para presumir de eficientes y mantenerse en el cargo, pretendiendo olvidar que fueron designados para mejorar la realidad; no para deformarla. Además, estos continuos “deslices” están siendo bien aprovechados por el inexorable, permanente, incisivo, contundente y bien planificado ataque mediático que, obviamente, favorece a la oposición.
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