Ricaurte, Bolívar y los gusanos del Clásico Mundial

El próximo 25 de marzo se conmemorará un año más de una de las acciones
más valientes que patriota alguno haya realizado en estas tierras. Nos
referimos al acto en el cual se inmoló el joven capitán granadino
Antonio Ricaurte.

José Tomás Boves había tomado la población de Cagua el 25 de febrero de
1814 lo que obligó al Libertador a atrincherar el camino hacia La
Victoria para impedir el avance del jefe realista hacia Caracas.
El 28 de febrero se producen los primeros combates y Boves mantiene, a
partir de entonces, sitiado a San Mateo hasta el 20 de marzo cuando lanza
un furioso ataque con la intención de apoderarse del parque militar que
los patriotas tenían en la Casa del Ingenio y cuya custodia había sido
asignada a Antonio Ricaurte.

Ricaurte ante la imposibilidad de evitar que las tropas realistas se
hicieran con las armas y la pólvora, ordena la retirada de sus
compañeros; desaloja a los enfermos y heridos y espera hasta que el
mayor número de realistas se encuentren dentro de la instalación para
volar el parque con él mismo incluido.

Destaca en esta gesta el acto de un hijo adolescente de Manuel Villapol,
quien viendo muerto a su padre toma la posición que éste había dejado y,
aún con varias heridas en su cuerpo, logra frenar el avance de Boves.

En aquellos días de marzo de 1814 la sangre de nuestros jóvenes fue
derramada en los campos de batalla en defensa de un sueño, en búsqueda de
la libertad en demostración de amor a la patria. Hoy, en los mismos días
de marzo, pero ciento setenta y cinco años más tarde, sin que entendamos
el porqué, acuden a nuestra mente aquellos hechos; cuando con algunos
amigos conversábamos sobre el Clásico Mundial de Béisbol.

Está claro que nada tiene que ver el béisbol con las luchas
independentistas; que los peloteros no acuden al parque armados con
mosquetes y lanzas y que el pueblo no les pide que entreguen su vida en
cada encuentro. Pero, ¿no podrían algunos jóvenes demostrar un poquito de
amor y orgullo cuando de poner el nombre de Venezuela en alto se trata?

Cuál sería la posición de Johan Santana, nos preguntamos, si en lugar de
pedirle que lanzara un par de juegos en defensa de Venezuela, le
hubiésemos exigido que asumiera la posición de un Antonio Ricaurte.
¿Y el Toro Zambrano? Si el tener que “cuidar su futuro” le impide hacer
lo que sabe y le gusta en defensa de Venezuela ¿qué haría si le
pidiéramos que emulara al hijo adolescente de Manuel Villapol?

Intentamos dejar de lado esos ejercicios mentales que relacionaban el
marzo de 2009 y la confrontación deportiva, con el marzo de 1814 y la
guerra de independencia; pero nos resultó imposible, por lo menos, hasta
escribir esta nota.

Una y otra vez acudieron a nuestra memoria las imágenes de unos gusanos
pitando y ofendiendo a Maglio Ordóñez en el juego contra Estados Unidos.
¿Será que aquellos hombres y mujeres que poblaban Cagua, La Victoria y
San Mateo en 1814, se habrían prestado a respaldar las tropas realistas,
porque tenían diferencias políticas con Lino Clemente o Simón Bolívar?
Definitivamente el Béisbol no es la guerra de independencia, pero el
amor, el orgullo y el respeto por la patria fue, es y seguirá siendo lo
que diferencia a los patriotas de los cipayos.


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Alexis Arellano


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