Entretextos

David De Lima: el gordito malamañoso

Los enemigos más eficaces de esta sociedad en construcción (la actual
venezolana) no son, como podría pensarse, las fuerzas opositoras al
presidente Chávez, sino las camarillas de quinta columnista que se han
agazapado en las fuerzas del chavismo con la suma de sus antivalores de
lo ético y moral, donde la apetencia de cargos burocráticos y negocios de
la corrupción brillan con sus retruécanos. "Lo que cambian son los
partidos: nosotros no", recuerdo (para mi estupor) me dijo con
caradurismo el "comprometido gordito revolucionario" que fue
sucesivamente (desde mediados de los 70 hasta los 90) guerrillero urbano
de Bandera Roja, dirigente universitario del MAS-MAS, líder de AD-Copey,
cacique de Convergencia y hasta fecha reciente flamante Comandante
Mortadela de la Revolución Bolivariana.

Allí entre los malamañosos quintacolumna es donde se focaliza la más
grande debilidad de la revolución, y sino que hable el ejemplo de Alfredo
Peña, Luis Miquilena, Celestino Armas, Ernesto Alvarenga, Angela Zago,
David de Lima, y tantos más mercenarios regurgitados de las filas
chavistas. Una revolución que a través de los antiéticos comandantes
Mortadela y Gordito Trapo Negro practica su más rigurosa debilidad: el
Síndrome de Chacumbele: "No necesito enemigos, pues yo mismo soy mi peor
enemigo", o aquella ley de la dialéctica de Hegel: la contradicción de la
contradicción, albergo en mi interior lo que me niega.

"No hemos podido (acotaba con lucidez Guillermo García Ponce:
director del Diario Vea) en estos tres años de movimiento revolucionario
depurar el Estado de esa burocracia podrida(...)crear órganos eficientes
que combatan la corrupción. El presidente Chávez y el gobierno de alguna
manera son prisioneros de viejas leyes, y por supuesto que no hay
eficacia en la lucha contra la corrupción.(...)Sostengo que hay que hacer
una reestructuración general del Estado. No podemos, con la Fiscalía
General de la República y la Contraloría que tenemos, combatir la
corrupción. Allí está intacta la vieja burocracia, formada por los adecos
y los copeyanos corruptos(...)Propongo regresar al mandato soberano del
pueblo, fuente originaria del poder, para hacer una serie de cambios en
la estructura y el ordenamiento jurídico del Estado, para liberar al país
de las cadenas de una vieja legislación y estructura estadal que nos
amarra las manos en la lucha por ser eficaces y enfrentar la corrupción.
Lo demás son pañitos calientes(...)Aquí no se trata de escoger entre
legalidad burguesa y legalidad revolucionaria, sino de formar un Estado
eficiente".

Pero por otro lado están los opositores al presidente Hugo Chávez
Frías, aupados por David De Lima (el Gordito Malamañoso), Alfredo Peña
(Comandante Plomo al Hampa); los viudos de gobiernos adecos del "guapo y
apoyao" (en la perfecta tipología de la empresa política portocruzana de
Roger Ayala Sociedad Anónima: RASA); copeyanos fascistas del Opus Dei;
pequeños-burgueses (que exclaman a sotto voce: "negro con bata,
chichero"); racistas de la peor calaña (tipo Orlando Urdaneta e ilustres
venezolanos de la Sociedad Civil de los Acomodados Ciudadanos) levantando
sus patrones de belleza donde la estética racial es de "chenchas color de
mecate y ojos de acuático safir" hablando su perorata del blablablá de
tiniebla, vistiendo ropas negras, levantando banderas negras, intentando
con rabia destruir la inédita sociedad venezolana que nace. Un rebaño que
enarbola (sin rubor) el negro del pesar y la muerte. El color de las
hordas de la Gestapo de Hitler-Goering-Himmler, que manifestaron su
fuerza nazi-fascista durante el golpe de Estado del 11-A y las 47 horas
subsiguientes que aterrorizaron el país, rindiendo homenaje también
(porque la serpiente se muerde la cola, ¿no?) a los antivalores de la
ética y la moral.

Y en medio de los extremistas Catire Trapo Negro y Comandante
Mortadela estamos la mayoría de los venezolanos suspirando esperanzados
por la paz. Porque exista un diálogo profundo y rico que ayude a
construir una sociedad más justa en lo económico; eficaz en sus acciones.
Donde el desarrollo de la compasión hacia el que sufre de penurias
económicas permita alcanzar un genuino sentido de la responsabilidad. Una
sociedad venezolana que crezca con pleno ejercicio de madurez. Consciente
de sus fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Responsable en
proteger al débil económico. Un Estado que asuma el rol del padre
responsable que no abandona ni maldice con su desamor, sino que orienta,
asesora y apoya (sin ahogar con amor malsano) para que cada venezolano
asuma con madura responsablidad la posibilidad de crear (con el fruto de
su trabajo) su propia realidad.

Por más que la tiniebla y la oscuridad afirmen su poderío en un
color negro que pregona la ausencia de luz en sus fuerzas y que
evidentemente proviene de El Maligno; plenamente (con valor) debemos
estar conscientes que el más pequeño rayo de luz le quiebra. Neutralizar
el negro como símbolo y la negatividad del pesimista es el reto. El que
tenga luz que hable de luz.


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José Canache La Rosa


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