El ocio positivo es socialista

El turismo popular otra conquista del Gobierno Bolivariano

Negocio y capitalismo son sinónimos, del mismo modo que lo son empresa privada y explotación. El ocio siempre negado para el explotado y sólo saboreado por el explotador, devino en sinónimo de flojera, indolencia e irresponsabilidad –al menos de cara a la galería- luego de derrumbado el modo de explotación feudalista. Un obrero o un campesino dedicado al ocio, así sea sólo para reponer fuerzas, es considerado por la filosofía capitalista como una pérdida irreparable, un desafío intolerable a la máxima que hace del tiempo-oro secuestrándole su condición del tiempo-vida.

Una lectura abierta y desprejuiciada del primer libro de la Biblia, el Génesis, nos muestra una humanidad dedicada al ocio creativo en armonía con la naturaleza, rota radicalmente por el “pecado original” que nada tiene que ver con manzanas, hojas de parra, taparrabos o pantaletas sino con la aparición del negocio. Caín mata a su hermano Abel por celos de negocio. El uno consideraba que su “negocio” –la agricultura- era menos considerado o valorado que el “negocio” de su hermano, la cría y el pastoreo, y lo mata, del mismo modo que sigue matando el negocio hoy en día, de hambre o con uranio empobrecido, en los barrios de Puerto Príncipe o en cualquier calle de Gaza. A partir de la explotación del hermano, el trabajo adquirió la forma inhumana de castigo: “Y comerás con el sudor de tu frente”. Fue el negocio el que acabó con el ocio positivo hasta convertirlo en insufrible pecado socialmente condenado.

El trabajo como realización humana, como manifestación creativa es en el fondo una cierta forma de ocio. El trabajo enajenado, esclavizador y obligado, con la única recompensa de poder seguir malviviendo es una característica de las sociedades divididas en explotadores y explotados. En el sentido más amplio, el ocio es una conquista socialista. El derecho a disfrutar de momentos plenos de creatividad es característica del hombre libre, de allí que por milenios se lo reservaran los únicos hombres y mujeres libres en sociedades con mayorías esclavizadas.

Acabo de regresar de una larga gira por las tierras andinas y he podido ver, palpar y sentir muchas formas de socialismo que el gobierno revolucionario va haciendo presente entre el pueblo. Una de ellas, -acaso la menos invocada- es la explosión de ocio popular durante estos días festivos. Nunca antes tanta gente de modo natural y sencillo había recibido tantas oportunidades para practicar ese ocio positivo que algunos llaman “turismo interno”.

Pude contar por cientos las busetas con señales que indicaban su procedencia de distintas ciudades de la patria al tiempo que con pancartas o pintas que indicaban que sus felices y bullangueros ocupantes pertenecían a los más variados Consejos Comunales o Cooperativas Comunales. Todo un hermoso espectáculo inimaginable hace apenas unos años y que nos dice que el modo de vivir, de hacer y sentir socialistas está tomando irreversiblemente cuerpo en el corazón de nuestro pueblo.

¿Es casual esto?, ¿se deberá acaso, sólo a una cierta disponibilidad de dinero?, ¡definitivamente no!, en esta movilidad social hacia el ocio merecido y positivo del pueblo hay mucho más que recursos monetarios, que ya sería una gran conquista. Hay allí una nueva forma de ver la vida y eso…esa nueva forma de ver la vida, de protagonizarla y participar de ella plenamente se llama socialismo y resulta un fruto admirable de este duro trajinar en pos de la vida plena que se llama Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. Está cambiando nuestro pueblo y esa es –al menos- otra razón más para la esperanza, otra razón para alegría, otra razón para la lucha. El ocio positivo es socialista. Por eso no nos cansaremos de repetir la consigna magnífica: Patria y Socialismo… o muerte!!! ¡¡¡VENCEREMOS!!!


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Martín Guédez


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