Día de la Madre. Nos reconocemos en el amor encarnado por las madres venezolanas: somos radicalmente fieles a su amor. Un amor que se ha transfigurado en Patria, en Revolución, en Humanidad. Madre Patria, Madre Revolución, Madre Humanidad, Madre Santa, Maisanta.
Yo quiero celebrar a todas las madres --y entre ellas a la que me dio el ser, a la autora de mis días-- con la voz única de la poesía.
En la voz de Ludovico Silva a través de su extensa y estremecedora Carta materialista a mi madre. Lo de materialista, por cierto, tiene que ver con su identificación con el marxismo. Así evoca su nacimiento: Madre, yo no sé cómo escribirte puesto que me escribiste tú a mí mismo.
Se te abrieron las caderas y las piernas se ampliaron como catedrales: me pariste, según dices, a las cinco de la mañana, la hora del alba y las resurrecciones.
Y uniendo el sentimiento por la madre y la pasión del revolucionario, continúa Ludovico: Vida es dolor, mamá, ya tú lo sabes, podrá no ser dolor para los dueños del capital; éstos no sienten, tienen dinero en los nervios, se comen a sus semejantes con dientes de oro, buscan siempre el término medio, son mediocres, no andan, como tú y como yo, por los extremos.
Por los extremos se llega a la sabiduría.
Eso los haría sudar, morirse de miedo, porque viven muertos de miedo a la vida.
Nosotras y nosotros, en cambio, estamos vivos por amor a la vida: a la nueva vida que estamos creando y que se llama socialismo.
Y a la voz de Ludovico queremos unir la de Pablo Neruda en su Canto a las madres de los milicianos muertos, escrito en pleno torbellino de la Guerra Civil Española (1936-1939): Porque de tantos cuerpos una vida invisible se levanta. ¡Madres, banderas, hijos! Un solo cuerpo vivo como la vida: un rostro de ojos rotos vigila a las tinieblas con una espada llena de esperanzas terrestres.
Sigan ustedes, madres venezolanas, junto a todo el pueblo, empuñando esa espada llena de esperanzas terrestres: sigan dándole el más grande ejemplo de dignidad al mundo. Y a la voz de Neruda, unimos la del cumanés Andrés Eloy Blanco, en su “Maisanta, corrido de caballería”, dedicado al general guerrillero Pedro Pérez Delgado, “El último hombre a caballo”: Ya Pedro Pérez Delgado no tiene madre ni Patria ni un retrato de la madre ni un retrato de la Patria lo cruzan madres con sed lo surca una Patria tostada pero tiene el corazón como tapiz de sabana y junta madre con Virgen y junta Virgen con Patria y cuando va a la pelea pone a las tres en el anca...
10 de mayo: Día de la Afrovenezolanidad. Un 10 de mayo de 1795 un grito de Libertad se extendió por toda la Sierra de Coro e hizo temblar los cimientos del régimen colonial.
Se llamaba José Leonardo Chirino el jefe de aquella gran insurrección cuyo objetivo era establecer lo que los rebeldes de la Sierra llamaban la Ley de los Franceses, esto es, la República: abolición de la esclavitud y supresión de los privilegios. Como bien lo señala Federico Brito Figueroa: era una verdadera Revolución social.
¿Quiénes siguieron a José Leonardo?: los descendientes de los loangos o minas que habían sido traídos como esclavos desde el Congo. Era la madre África que se rebelaba en Venezuela contra tanta opresión, explotación, humillación.
Aquí tenemos que recordar a nuestro Libertador y a una de las mayores frustraciones de su vida: contra todo lo que pensó, dijo y obró, la abolición de la esclavitud no pudo llevarse a la práctica. Recordemos aquellas palabras de su Discurso ante el Congreso de Angostura del 15 de febrero de 1819: ...yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.
Precisamente quienes finalmente traicionarían a Bolívar se opusieron, desde siempre, a la abolición de la esclavitud.
Cómo no reivindicar, con Alí, la gesta de José Leonardo: José Leonardo fue / sudor de negro y cacao / cuando batía el melao / para echar al español / que después se volvió gringo / y aquí lo tenemos hoy.
En este preciso sentido somos herederos y continuadores de aquella gesta. Por eso mismo, el 10 de mayo ha sido consagrado como Día de la Afrovenezolanidad.
La batalla contra el racismo y la discriminación en todas sus formas continúa. Es una batalla mediática porque es una batalla cultural: los medios privados segregan toda clase de estereotipos racistas y pretenden blanquear la realidad venezolana, ignorando deliberadamente quiénes somos y de dónde venimos. Es la falsa conciencia que ha querido y quiere imponernos el colonialismo cultural.
La descolonización cultural de la sociedad venezolana es uno de los grandes objetivos de la Revolución Bolivariana: no olvidemos que mientras el colonialismo siga vivito y coleando en las mentes, lo viejo no terminará de morir y lo nuevo no acabará de nacer.
El PSUV inicia el proceso de inscripción y actualización de datos de su militancia. La Revolución Bolivariana ha emprendido una real y verdadera transformación de la cultura política del país. Para eso precisamente nació el PSUV.
A lo largo de estos diez años fuimos comprendiendo que profundizar la democracia, ampliando y acentuando el protagonismo del poder popular, no era otra cosa que lo que, a partir del año 2005, nos atrevimos a llamar por su nombre más auténtico: socialismo.
Una Venezuela socialista ha sido el punto cardinal hacia donde hemos querido movernos sin descanso. Socialismo como exigencia y compromiso, socialismo hecho por hombres y mujeres que son y se sienten merecedores de una dignidad cada vez más elevada, socialismo que haga justa la justicia y que iguale la igualdad, que nos pueble de virtud y de felicidad colectiva; socialismo en clave cristiana y amerindia, venezolana y nuestro americana, obrerista y agrarista; socialismo que nos oriente a vivir de tal suerte que nada humano nos sea ajeno porque Patria es humanidad.
A partir de la gran victoria popular del 3 de diciembre de 2006, se hizo urgente la necesidad de crear una organización política que se convirtiera en instrumento y motor del pueblo como constructor del socialismo: así nació el Partido Socialista Unido de Venezuela con el fin de profundizar, política e ideológicamente, el proyecto que nos hemos trazado (en el entendido de que el partido no puede sustituir al pueblo en la construcción del socialismo).
La tarea es ardua pero su necesidad inexorable. Permítanme la imagen: las corrientes del río son a las fuerzas de las organizaciones populares lo que el partido a los cauces del mismo río. Sin cauce ni corrientes no hay río sino aguas empozadas, dispersas y sin vida.
Hago estas reflexiones a propósito de las cinco semanas que tenemos por delante: cinco semanas en las que el PSUV, a partir del viernes 8 de mayo, abre un proceso de actualización de datos e inscripción de nuevos militantes en el camino hacia el Congreso Extraordinario en el próximo mes de octubre.
Año decisivo es el 2009: año clave para acelerar el proceso de transición, trascendiendo al capitalismo cuya crisis, como sistema-mundo, es de carácter estructural; año de grandes decisiones de cara al tiempo histórico al que estamos llamados a darle consistencia socialista.
No olvidemos que las 3 R siguen vigentes: revisión, rectificación y reimpulso en todos los espacios. Comenzando por el PSUV.
En especial, es de la más decisiva importancia el reimpulso del partido en el terreno ideológico. Cada militante debe convertirse en una conciencia lúcida y vigilante, entregada al estudio y al compromiso con el socialismo, a su construcción en el día a día, alejándose tanto del dogmatismo estéril como de las edulcoradas desviaciones.
Hay y habrá mucho que reflexionar y proponer sobre el PSUV, desde esta trinchera de ideas, en las próximas semanas. Vaya, mientras tanto, la palabra de estímulo y aliento para toda la militancia del PSUV, junto con la bienvenida a los nuevos y nuevas militantes, de quien se sabe y se siente compañero de todas y todos: vamos juntos a reimpulsar cotidianamente al PSUV para convertirlo en el gran instrumento político que necesita la Revolución.
¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!