Uno lee novelas, cuentos i ensayos, o cualquiera otra manifestación en letras como biografías, historia o teatro, i todas van dejando un sedimento espeso en mente i alma, verdad de cómo, manifestaciones de la cultura inmaterial del hombre, es nuestra propia cultura o la base espiritual i sublime, sobre la cual se forja o construye la personalidad; sin embargo, nada deja huella más profunda en nuestro ser, al menos así lo he sentido en años que se acercan al invierno existencial, como la huella azul, el remusgo fresco, la impronta alada o la sangre tibia que marca los pasos de la poesía. Con los años todo se va opacando, alejando el pasado o hasta olvidando casi todo, mientras la poesía es como fuente cristalina en la gruta malva de los sentimientos puros. Allí, donde ya todo es perdón, reconciliación, ternura i soledad -sobre todo soledad- en la sombra con luciérnagas de recuerdos gratos que se fueron; pero que de todos modos acompañan como brillos de delgados cristales que van conformando los últimos recuerdos que llevaremos hasta las puertas de la Nada, ese arroyuelo humedece siempre las orillas del camino. Por eso, poesía como la de Antonio Machado, Juan Ramón el de Platero, Rubén el coloso Azul de América, Andrés Eloy el de los hijos infinitos, Pérez Bonalde de Vuelta a la patria, Udón el de Maracaibo mía o Velázquez el de Rayo de Luz mensajero de otros mundos, i muchísimos vates más cercanos a nosotros, como el genial Jorge Luis Borges, Octavio Paz o Mario Benedetti, es una constelación de voces estelares o cósmicas que siempre están gravitando en nuestra mente i alma o corazón, para que, sin tener que recordar del todo sus versos, parecen corren en nuestra sangre sus vivencia poéticas.
Me sucedió con Mario Benedetti, lo que voi a contar; cómo me fue sucediendo igualmente en ese mundo maravilloso i profundo de la Filosofía, cuando todavía, hago hallazgos maravillosos en un autor digamos Platón, Kant, Russell o Marx o más lejanos como Parménides o Heráclito, poetas filosofando; o en la Historia de la Medicina, ejemplos de monumentos tantos éticos como científicos, tales como Vargas, Razetti, Adolfo Pons, Fernández Morán, Hernández D'Empaire, i mi padre, entre nosotros. Mis mejores i únicos, verdaderos amigos, los libros. Mas, debo aclarar que no sé por qué, hace ya como 30 años atrás, a mi regreso de Europa, un arquitecto joven, hijo de unos de mis hermanos mayores, me hablaba con entusiasmo de “su poeta” Mario Benedetti, a quien yo le conocía mui de lejos sus obras, pero no entraba en mis favoritos. No era el caso para mí de Antonio Machado a quien, tal vez porque a la vez era filósofo, sus poemas se sembraron en mí, i me identifico mucho con las tres o cuatro cuartilla de versos de su poema Retrato. Por insinuación del sobrino, empecé a buscar obras de Benedetti (de quien ahora con motivo de su fallecimiento, no voi a escribir de su biografía ni de toda su extensa obra, cuando cientos o miles pueden hacerlo mejor que yo como homenaje merecido) i en los primeros años de la década del 90, me encontré con uno de sus poemarios que me ataron al afecto i a la admiración de este formidable uruguayo que, ha debido ser también un Premio Nóbel de Literatura hace tiempo. Ese libro fue, El olvido está lleno de memoria, donde me enseñó, como señalan comentarios en la contraportada, que el olvido es un simulacro de hacer fantasma, cuando no podemos olvidar aunque se quiera, porque no es un depósito desierto ni una cosecha de la nada. Me estremeció el alma cuando sus versos, muestran que el amor, el desamparo, las lealtades i las traiciones no se borran i así en Ah las Primicias, me dice en sus tres versos finales:
Todo se hunde en la niebla del olvido
pero cuando la niebla se despeja
el olvido está lleno de memoria
Allí empecé a identificarme con sus vivencia, indagué por su vida i una de la tablas o paños de mi biblioteca, se fue llenando con sus libros. I en medio de todo me complacía también su fino humor o sus ironías con cuanto farsante cruza nuestra vida. Cómo agradecía a Ricardo, así se llama el sobrino, haberme puesto en la ruta de Mario Benedetti. En cosas de pluma combativa i rechazada, “me parecía que nos parecemos”. Sus versos también hacían coincidencias, cuando exponía que los alternan tristezas con júbilo o euforia, saben:
Por su parte la tristeza ha aprendido
que la alegría tiene las patas cortas
De este modo Mario Benedetti muestra que la esperanza es una forma del recuerdo i que el olvido está lleno de memoria, aunque la poesía, como dice en la primera cuarteta de La poesía no es :
La poesía no es un filtro de las cosas
ni un raro sortilegio ni un consejo rotundo
no está obligada a dar un consejo profundo
ni a extraer del olvido las palabras ociosas
Sabe pues, también, que el ayer pasó lentamente i que las letras son el arma de intelectuales especialmente no políticos; admira la política pero no cree en los políticos. Así, cuando le tocó incursionar en ella, las clases poderosas i los tiranos que han abundado en América Latina bajo el auspicio del imperio norteamericano, le propiciaron 12 años de exilio, un peregrinar por varios países, aunque sin dejar de crear i escribir, poesía, novelas, cuentos, etc., i desde hace muchos años recordarnos con voz de revolucionario de izquierda, que el Sur también existe, aunque con su ritual de acero el Norte es el que ordena, hasta que de tantos intentos de conseguir un líder, con su esperanza dura, el Sur también existe i lo vemos en los cambio que acontecen en el presente; por eso un líder como Chávez, nos ha motivado a convencernos que nuestro Norte es el Sur, i el poeta Benedetti, ha logrado que un presidente demócrata de verdad i libertador de pueblos, como nuestro Comandante Chávez, se trasladara hasta su país para imponerle una de la Órdenes más grandes de nuestra patria, como es la del Generalísimo Francisco de Miranda, precursor de la libertad de nuestros pueblos. I tampoco se enreda este uruguayo, con los comerciantes en nombre de Dios. Realmente nos parecemos. Cree que esos insinceros, le temen a la vieja fealdad de la pobreza i con esas mentiras religiosas, posiblemente decepcionan al propio Dios de existir. Por eso con profunda ironía, hace:
MUTIS
Dios morirá de viejo
pesaroso y hastiado
triste por no poder
encomendarse
a dios
Por estas razones de, realidades más que de sueños, con la edad i con su vida que tuvo sus agobiantes problemas que no mermaron su capacidad creativa, sino que la estimularon prodigiosamente, como los que vemos la vida sacudida de supercherías i religiones, observamos al final de la misma la presoledad i la soledad, por qué en su poema Soledades dice:
Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah, pero si existiera con minúscula
sería semejante a nuestra breve
presoledad…
i más adelante sigue:
uno se siente solo
en el mundo
sin asideros
sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
Está seguro, como todos los que llegamos al comienzo de invierno de la vida, a la Cuarta Estación de Vivaldi, al inventario de lo sucedido en el camino, que:
Después de la alegría
después de la plenitud
después del amor
viene la soledad
i versificando la filosofía o la weltannschauung, concluye el poema:
mejor dicho si sé
que más allá de mi soledad
y de la tuya
aunque preguntándome a solas
que vendrá después
de la soledad
Debía referirse a su esposa, compañera desde 1946, llamada Luz López Alegría, i este poemario dice como dedicatoria, A luz, como siempre, referente a ella, aunque escrita en minúsculas. Por eso mi poesía de la juventud, que también tuvo una luz que pasó, se desapareció del papel; tal vez no lo era (poesía). Luego la de la juventud, criticada i temerosa, se escondió para siempre i la de la madurez, sobrevivió un poco a la dura refutación de un poeta amigo sólo en el ayer, de no ser poesía sino filosofía, o a la temeridad mundial de sólo ser poesía la que tiene metro i rima. Por eso Mario Benedetti, fue para mí un empuje estupendo. Vi la poesía libre más real i le conseguí la musicalidad que está más oculta, aunque sigo admitiendo que quien suele hacer sonetos, es un poeta eximio. Un hombre de cumbres i de sabiduría poética. Mas, también Octavio Paz, me alentó cuando le leí que el verso alejandrino, es como una transición a la prosa poética que es lo que más he hecho toda la vida. Por ello mi rendida admiración a Mario el uruguayo del mundo, cuando sus libros que fueron poblando mis dendritas i llenando los estantes, dejó huella imborrable en mente i corazón, porque me resulta temeroso pensar en el alma.
Ahora, ha muerto Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, ise ha sembrado en los suelos i los cielos de América i del mundo. Fue una vida cumplida a plenitud i una obra sencillamente maravillosa i fecunda. Otros le están siguiendo i le seguirán por siempre i los que mueren por la vida, no mueren jamás. El olvido no te alcanzará nunca, Brenno (así le llamaban sus familiares) ¡porque el olvido está lleno de memoria!
RJiménez M