Hace algunas semanas escribimos una nota en la que expresamos que para
defender la salud mental de millones de venezolanos y enfrentar el
terrorismo mediático, era necesario “causar mucho dolor en el bolsillo de
los dueños de Globovisión”.
Expusimos que una multa de dos millones de bolívares fuertes por cada
violación grave a la ley; por cada acto de irrespeto a la majestad
presidencial o por cada actitud orientada a crear pánico en la población,
sería suficiente para que Zuluaga y sus socios asumieran una actitud
mucho más racional y ajustada a la verdad y la ley.
Hoy, sin embargo, quisiéramos hacer una nueva propuesta, dada la poca
receptividad que en alto gobierno, parece haber tenido la anterior.
En esta ocasión sugerimos dejar de lado las multas, el cierre del canal,
la revocación de la concesión e incluso la denuncia sobre la forma como
en Globovisión se distorsiona la verdad.
Una manera de resumir nuestra propuesta es: nos olvidamos de que
Globovisión existe y esperamos que muera de muerte natural .
¿Qué cómo es posible combatir ese canal y a sus dueños sin recurrir a
acciones legales drásticas o sin imponer la fuerza del Estado? Sencillo,
amigo lector, muy sencillo.
El Estado venezolano es dueño de la CANTV, de Movilnet, del satélite
Simón Bolívar, de miles de kilómetros de cables de fibra óptica y de
ingentes recursos económicos. No debe, en consecuencia, resultarle
difícil crear una empresa que ejerza la misma actividad que hoy
desempeñan Direc-TV y las empresas de televisión por cable.
Si el gobierno nacional pudiera llevar unos cuarenta canales de
televisión hasta los hogares venezolanos a una tarifa que no sobrepase
los cuarenta bolívares fuertes mensuales; los días de Globovisión
estarían contados.
Por millones se contarían los venezolanos que para proteger su economía
hogareña, retirarían la suscripción de la compañía de cables o Direc-tv y
se cambiarían a la empresa del Estado.
Probablemente algunos enfermos sin cura y uno que otro imbécil optarían
por seguir pagando entre cien y doscientos bolívares al mes por ver
televisión, cuando el gobierno ofrece el mismo servicio por mucho menos
de la mitad.
Obviamente, y aquí está el objetivo de la estrategia, ni Globovisión, ni
RCTV, ni CNN ni Caracol pueden formar parte de los canales ofrecidos por
la nueva empresa estatal.
Seguramente a algunos pudiera parecerle esta propuesta
antirrevolucionaria, pues a efecto de competir, la empresa del Estado
tendría que ofrecer canales como Sony, Discovery, People and Art, Warner
Bross y otros del mismo corte, lo que en la opinión de estos chocaría con
la imagen y la filosofía de un estado socialista.
El problema es que hay que establecer prioridades y los objetivos hay que
conquistarlos uno a uno.
El objetivo principal, en estos momentos, es ganar la guerra mediática.
Esto contribuiría a consolidar la revolución, desintoxicar a millones de
venezolanos del odio que le han inoculado y a garantizar la paz en el
territorio nacional.