La tarde se estremece conlos relámpagos de luces artificiales que salen del Centro San Ignacio (Dios mío, qué cursilería), mientras Cinthya Machado Zuloaga, sentada en el cafetín de siempre, y con el amigo de siempre, tiembla de rabia porque todo tiene su final. Y dice: "Antes uno llamaba al presidente del Banco Central, es decir, a don Pedro Tinoco, y le decía que están cometiendo una locura en la casa de mi tío Guillermo Zuloaga, y aquello se detenía, se paralizaba; ahora uno no tiene a quién llamar en este socialismo del siglo XXI, porque tienen en el Banco Central a un marginal como presidente que ni siquiera me acuerdo del apellido, creo que es Merengue o una cosa así, y a ese no lo conoce nadie. En fin, amigo, este país se está despellizando".
El mesonero viene hacia la mesa y, como siempre, el hombre tiene la lengua afuera porque todavía no cree que esa mujer que está sentada allí sea un cuerpo humano. Deja la botellita de agua Evian y el café sobre la mesa y se devuelve, de espaldas, para seguir admirando el cuerpo de Cinthya Machado Zuloaga.
Ella sigue diciendo: "Mis amigos me vacilan por teléfono y me llaman para decirme: `Te llama tu macho Toyota, con las ruedas bien puestas’. Esa fue una campaña publicitaria que se hizo en nuestra agencia Ars hace mucho tiempo y que ganó premios Anda. En fin, amigo, la raya que nos ha puesto encima Guillermito con ese estacionamiento ha sido de padre y señor mío, porque en mi casa se armó la de Dios es Cristo; todos los amigos llamando y todos criticando. Y lo peor, no había nadie a quien llamar en el Gobierno para que parara esa locura que estaban trasmitiendo por ese canal que cerró Enrique Mendoza. No hay un ministro de Fomento, o de Finanzas, con el que se pueda hablar; antes nosotros los poníamos allí precisamente para detener este tipo de locuras, esos eran los puestos que nosotros ocupábamos en la democracia que nos habíamos hecho a nuestra medida".
Cinthya saca de su cartera Prada la banderita de los Estados Unidos y la acaricia. La coloca sobre la mesa y dice: "Qué falta nos está haciendo nuestra gente". Después, viendo a la gente que pasa feliz y con las manos llenas de bolsas de compra, Cinthya se pone de pie y dice: "Aquí, los que tienen que tener las ruedas bien puestas son los estúpidos esos de la oposición".
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