Comencemos
por la tristeza, la cual sólo experimenté por la comunicadora social
que invita al Ministro para debatir un tema de agenda de una intrascendencia
inusitada en el contexto de una sociedad venezolana minada de profundas
contradicciones sociales, y cuyas escuelas y liceos no son más que
semilleros de individuos enajenados, en donde la violencia se ha entronizado
y un sentimiento de inopia y desaliento socava las actuaciones de maestros,
profesores y personal obrero y administrativo.
¿Qué
queda de aquella periodista que se atrevió a ir más allá de la verdad
“oficial” y desentrañó los tentáculos represivos de los organismos
policiales y de la guardia nacional durante los sucesos del deslave
de Vargas?
La
indignación sólo me la produjo el discurso del Ministro, el cual no
se diferencia mucho del resto de las actuaciones del gabinete ministerial.
Gris e inactivo. Ajeno totalmente a la calle, al problema cotidiano
que se respira en cada rincón de nuestras escuelas, distritos escolares,
zonas educativas, universidades formadoras de educadores… El gerente
principal de un Ministerio que tiene una alcabala conformada por no
menos de treinta trabajadores que malencarados y prepotentes nos piden
la cédula y nos entregan y solicitan unos carnets de visitantes, para
accesar a unas estructuras inoperantes que perdieron hace mucho tiempo
su razón de existir.
Indigna
sentir que mientras se aprueba un V Contrato Colectivo en detrimento
de los educadores, cuyo contenido nunca fue conocido por la gran mayoría
de los interesados y mientras las condiciones pedagógicas en las cuales
se forman los venezolanos cada día cobran un saldo mayor de individuos
analfabetos funcionales y sin ninguna conciencia histórica ni social
sobre su papel en el escenario local, regional o nacional; nuestro tradicional
gerente de la cartera educativa – “inferior” y “superior”
– se dedica a hablar del “Síndrome de Peter Pan”. (Y que
me perdone, Fidel, que sé que él lo sufrió en carne propia en su
pequeña pero inmensa isla; pero resulta que ese no es el principal
problema que vive hoy en día nuestra sociedad. Y es verdaderamente
lamentable que un Ministro ocupe un espacio televisivo para explicarnos
cómo opera el “Síndrome de Peter Pan” en su segunda reedición,
en la República Bolivariana de Venezuela)
La
promoción inusitada de ese tema en el momento actual por el que atraviesa
la crisis educativa en Venezuela sólo se justifica en la mentalidad
pequeña burguesa de una dirigencia de oficina e Internet, una dirigencia
que respira la atmósfera banal y superficial de una clase media idiotizada,
que no sólo puede repetir informaciones desprovistas del más mínimo
sentido común, como aquella que sostiene que el Estado va a separar
a los niños mayores de tres años de sus padres, sino que dedica su
tiempo a “clarificarle” a ese sector minoritario de la población
que “no se dejen manipular” porque nada de eso ocurrirá.
Camaradas:
si la clase media disociada de nuestro país decide enviar a sus pequeños
retoños fuera… que así sea. Allá ellos. Estarían enviando a sus
hijos a enfrentar la dura tarea de “abrirse paso” en una nación
extranjera que siempre los verá como advenedizos y en la cual tendrá
que actuar como un depredador para alcanzar algún escaño de comodidad
y confort. No sé cuál pueda ser el desajuste que sufra una nación
cuya población joven e infantil repunta cada día más.
Pero
no menos banales resultaron los argumentos esgrimidos por el Ministro
en torno a la falsedad de estas afirmaciones, que según él mismo revela,
se las hicieron llegar sus allegados y que ellos las obtuvieron vía
internet. El Ministro recurrió a los argumentos sentimentales…”
Los que me conocen saben que yo no soy capaz de hacer algo así” “Los
que conocen al Presidente saben que él sería incapaz de actuar de
tal o cual manera…” ¡Caramba, Ministro, los que creíamos conocerlo
pensábamos que usted tenía una formación académica que lo habilitaba
para ofrecer argumentos de mayor relevancia!
Siempre
he creído que la mejor manera para combatir la disociación es alimentando
sus excesos. Me refiero a incrementar la dosis de irracionalidad construyéndoles
nuevos episodios que permitan al disociado tomar una breve conciencia
de su estupidez.
Pero
indudablemente esa no debería ser nuestra agenda de discusión, Ministro.
Lo que sí es un tema impostergable es el debate sobre nuestra Ley de
Educación y sobre nuestra Ley de Universidades… ¿Cuál es el perfil
que debe exhibir un educador que asume la responsabilidad en estos principios
del siglo XXI de mediar el conocimiento a los niños, adolescentes y
jóvenes de una República que busca nuevas alternativas de desarrollo?
¿Qué aspectos deben ser normados en nuestras leyes y reglamentos educativos,
a una década de aprobada nuestra constitución?
¡Qué
importante sería ver a nuestro Ministro a la cabeza de este debate
y generando estrategias metodológicas que permitan la discusión en
todos los escenarios educativos!
Salvo
honrosas excepciones, entre las que ubico al Ministro Tarek El Aissami
y al Ministro Eduardo Samán, Héctor Soto… los funcionarios que acompañan
la gestión presidencial son víctimas de la ideología de la clase
social que representan. Por eso difícilmente podrán impulsar desde
el marco de esta institucionalidad desvencijada y torcida que todavía
sufrimos, procesos realmente transformadores.
Y así como aquella jovencita hermosa del barrio Gramovén tomó la
palabra en el Aló, Presidente del jueves 28 de mayo del año en curso
para devolvernos la esperanza a todos los que soñamos con los verdaderos
cambios sociales; sueño y lucho porque un día los maestros venezolanos
construyamos organizaciones sólidas y críticas que no sólo rescaten
las justas reivindicaciones salariales de un gremio de importancia
trascendental en el proceso de desarrollo de una nación, sino que se
conviertan en almácigo de una nueva intelectualidad que genere ideas
útiles y creativas para resolver los urgentes problemas de nuestra
sociedad.
Mientras
los líderes comunitarios que encabezan los Comités de Tierra Urbana
nos dan señales claras de que el pueblo anda por allí creciéndose
en las circunstancias, la “clase media socialista”, “chavista”,
pero cómodamente instalada en el confort y el ambiente elitesco de
sus entornos sociales, transpira el mismo olor a moho de todas las clases
medias que en los momentos coyunturales de la historia de los pueblos
nunca están a la altura de las circunstancias.
Definitivamente, esta lucha sólo es del pueblo; y todos los que en él se escuden para vegetar de él, serán catapultados por la historia.