Mensaje de una ciudadana promedio venezolana al Presidente Chávez

Hiperliderazgo

Realmente lamentables me resultaron ayer las declaraciones que el Jefe de Estado formuló en relación con las observaciones hechas por el grupo denominado intelectuales de izquierda.

Aunque el Presidente nos tiene acostumbrados a sus “apasionamientos” e intemperancias, nunca imaginé que iba a desperdiciar una ocasión como la que representó este debate – objetivo e inteligente, en torno al devenir histórico de este proceso que vive nuestra nación - para demostrar una vez más, el carácter tolerante y autocrítico del gobierno venezolano. De allí que no sólo me cause asombro la torpeza con que manejó la situación, sino que experimente la triste sensación del desplome moral de un pueblo que ha venido apoyando una gestión gubernamental ineficiente, pero alentado siempre por la esperanza de que tarde o temprano se llegará al punto de rectificación necesario.

Malas señales envía el líder a su tren ejecutivo, asambleístas, alcaldes y gobernadores afectos, y a la caterva de aduladores que comprendieron desde principios de la década de su mandato, la forma de usufructuar de los placeres del poder, manteniendo un discurso pseudo revolucionario y practicando el populismo. Imagino cómo lloverán ahora condenas hacia Juan Carlos Monedero de aquellos que una vez lo lisonjearon y se sintieron sus “allegados”. ¡Hasta Luis Britto García terminará siendo el blanco de la irracionalidad de alguno que otro descerebrado que lo acuse de “brincar la talanquera”!

Ese es, precisamente, el defecto de este proceso, que en modo alguno puede endilgársele como culpa al Presidente. Su hiperliderazgo genera manifestaciones de “incondicionalidad” que en ocasiones se convierten en una suerte de boleto al infierno para la gran mayoría del pueblo venezolano, el cual sufre múltiples atropellos de parte de una dirigencia de gorra y franela roja, pero de pensamiento y acción adeco-copeyana. Al respecto, el compañero Urdaneta afirma:

“El "hiperliderazgo" de Chávez es un fenómeno que no puede ser aislado de la realidad integral del proceso venezolano. No se le puede achacar a la voluntad del comandante, la contundente verdad de la falta "líderes" tanto en las filas de la oposición como en las filas de la misma revolución de la "talla" de Chávez.” http://www.aporrea.org/ideologia/a79964.html

Disiento sólo del camarada Urdaneta en lo concerniente a la falta de líderes, porque temo que los mejores liderazgos se encuentran en las bases sociales, y a través de mecanismos perversos como los activados en las elecciones del PSUV, se les ha venido negando la participación activa. Pruebas de ello sobran en el Municipio Guaicaipuro del Estado Bolivariano de Miranda, y supongo que a lo largo y ancho de la geografía nacional. Habría, en el caso de nuestro municipio, que poner en el “banquillo” a uno de los intocables del proceso, para que diera cuenta de ello.

Y eso es, precisamente, lo que en la entrevista del día 14/06/09 en Últimas Noticias intentó comunicar Monedero refiriéndose a la expresión hiperliderazgo: lo que en momentos coyunturales, como lo son por ejemplo los procesos electorales nacionales, estadales y municipales constituye una fortaleza; se convierte en una pesada rémora para a la activación de planes, programas y proyectos, porque impide la reorganización de fuerzas de los sectores honestos y trabajadores del proceso bolivariano, y terminan por perpetuarse los que montados en el “porta-aviones Chávez” forman los escuadrones que invaden ministerios y direcciones cada vez que al Presidente se le ocurre realizar sus tristemente célebres “enroques”.

Y si bien no es el jefe de Estado el culpable del impacto de este fenómeno de innegable presencia en la realidad venezolana, las circunstancias lo obligan a actuar de manera responsable. Y lo primero que debería hacer nuestro líder es tomarse tiempo para digerir las críticas que se le formulan a este proceso y comprender que sus opiniones personales generan todo un impacto comunicacional que impide el debate espontáneo y sin presiones. No es lo mismo recibir el disenso de un compañero de Aporrea, a recibir - a través de los medios de información - el látigo de las diferencias conceptuales con el Presidente de la República, el cual no sólo ocupa un cargo jerárquico de importancia, sino que goza del afecto incondicional de las mayorías. Disentir de él se convierte en los actuales momentos, en un acto de traición. Y aunque el Presidente se esmere en afirmar que él alienta la crítica, su discurso y su acción demuestran lo contrario.

A usted, Presidente, por sus dimensiones nacionales e internacionales, la historia le exige y exigirá siempre más, porque en usted va la dignidad no sólo de nuestro pueblo venezolano, sino de nuestramérica entera.

Nadie cuestiona su liderazgo, lo que realmente cuestionan los llamados intelectuales de izquierda y la gente honrada que en forma silenciosa y voluntaria trabaja día a día por este proceso bolivariano, es el impacto nocivo que tienen sus pronunciamientos y decisiones en las mentes acomodaticias y ramplonas de una dirigencia y de unos funcionarios públicos incompetentes, que no tienen urgencias de cambios porque gozan del privilegio del poder.

Cuando usted dedica un tiempo significativo del Alo, Presidente, para responder reactivamente a sólo una de las tantas críticas formuladas por este grupo de personas llamadas intelectuales, no hace más que alimentar la impunidad de otro grupo de incompetentes que “larvan” del Estado venezolano.

Son ellos los que aplauden, Presidente, porque nosotros en nuestros hogares sentimos un terrible sentimiento de decepción.

Otro aspecto interesante de este desencuentro con el Presidente, es su error de valorar un evento a través de una reseña periodística que sobredimensionó un tema en detrimento de otros. Quizás precisamente con el interés de producir el resultado que en efecto se produjo… Yo me pregunto: A más de una década de iniciado el proceso bolivariano… ¿Puede el máximo líder seguir cometiendo el pecado del debate mediático?

Espero que mis reflexiones no me hagan descender los escaños que algunos les tienen adjudicados a los traidores, pero creo que mi deber como venezolana honesta que se siente pueblo y que avanza con él, es manifestar mi opinión en torno a equívocos que a estas alturas, me parecen injustificables.

Sí… Y es bueno que los intelectuales se lancen a la calle a conversar con nosotros; pero más trascendente sería que ministros, diputados, concejales y directores de entes públicos lo hagan. Es mandato constitucional y para eso se les paga.

martieducador@yahoo.com


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Gladys Emilia Guevara


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