El presidente Chávez, hizo suya aquella vieja expresión, “hasta las piedras hablen”, para desatar en el país todo el conocimiento y deseo popular que llevasen a reorganizar al Estado y refundar la República.
Por esas cosas, antes que los intelectuales del Centro Miranda, se reuniesen en un encuentro que tenía la finalidad de ser crítico, por el carácter de sus integrantes y la coyuntura nacional, me alegré que a Aristóbulo, le designasen vicepresidente del Psuv para la zona oriental.
Por lo que uno escucha de voces de compatriotas autorizados, experimenta como militante y lee en diversos medios vinculados al proceso, el partido sufre en cierto modo, para no pecar de extremista, lo que nunca he sido, de los males que en aquel evento denunciaron.
Es un hecho público casi, porque de eso han hablado al descampado dirigentes nacionales, empezando por el general Alberto Müller, los batallones están diezmados. Pocos se reúnen y aquellos que lo hacen, no logran atraer parte importante de quienes en el partido están inscritos.
Esta anomalía por sí sola, merece que se discuta con la mayor amplitud y no tiene porque hacerse encerrados en capilla. Hay propuestas, como las de dividir los batallones, que podrían no tocar la esencia del asunto, ni ser lo medular. Si tomamos en cuenta que el Psuv, es un partido de masas que debe convertirse en revolucionario dentro de esa particularidad, es indispensable revisar lo relativo a los liderazgos o la necesaria relación y vínculo entre aquella cualidad, los cuadros dirigentes y la praxis. Pero esa propuesta misma, originada arriba, es un atisbo que las anomalías existen.
Por creer que Aristóbulo tiene capacidad de liderazgo, experiencia organizativa y no está atado a las pesadas obligaciones que se derivan de ser funcionario importante del gobierno, pienso que podría ser personaje indicado para promover la discusión, definir en colectivo las correcciones necesarias y adecuadas para hacer del partido, en el área bajo su responsabilidad, la organización que el proceso demanda.
Antonio Aponte, el conocido articulista de la columna “Un grano de maíz”, del diario VEA, en lo que a uno que, garantiza no estar en grupo o fracción, porque es una de las cosas que adversa, parece un estilo no muy novedoso, asegura que entre los intelectuales de Centro Miranda, hubo una “ideología pequeño burguesa” que fracasó. Y agregó que resurge maltrecha para “no dejar concretar la marcha del socialismo”. Pareció como muy poco cordial y nada estimulante.
Hasta habló de “saltos de talanqueras y alaridos” al momento de referirse a opiniones de Eleazar Díaz Rangel, quien llamó a la ponderación y abrir cauces a la discusión, sobre todo dentro de un partido que todavía no ha definido “qué hacer” con propiedad.
No obstante, Aponte, salvo el uso de un modo que no luce el mejor, da muestras de no ser partidario de cerrar la discusión ni espacios para la misma. Tanto que en columna, que se reproduce como granos de maíz, ha estado debatiendo incesantemente en su peculiar forma. Y eso de no negarse al debate y decir que éste “no corre peligro”, es una actitud que uno celebra. Como simple militante sólo pediría más condescendencia con las opiniones ajenas, sobre todo estando ellas llenas de buena fe y provenientes de gente que merece ser oída.
Lo que lamentamos es que Aristóbulo, según Abrebrecha.com., que es una página de conducta nada dudosa, ligue una exhortación a discutir en el seno de lo organizado, “con una campaña fascista, cuyo objetivo es generar la división interna”.
Para discutir a lo interno, empezando por los batallones, estos deberían estar funcionando como les corresponde y, si uno lanza obstáculos a la quebrada o permite que por descuido a ésta le obstruyan el cauce, termina desbordándose. Por eso, luce como exagerado y hasta poco condescendiente, eso de “campaña fascista”, que pudiera confundir los ataques de la derecha con los deseos de revolucionarios que el debate más se abra.
Pero aún así, el debate sobre las tareas inherentes a un pueblo todo y un partido de masas, con millones de inscritos y unos cuantos de éstos fuera de la organización, no se puede dar en un encierro o en un pequeño círculo o “un grupito”, por volver citar a Fidel.
Por eso, la posición de Antonio Aponte es buena, en cuanto cree que el debate debe darse y uno deduce que con la mayor amplitud. Él lo impulsa por distintos medios.
Quiero, con un cordial llamado a Aristóbulo, a quien aprecio mucho y por lo que espero que estas notas, de llegar a leerlas, no le causen molestia, recordarle palabras de Fidel Castro, dichas como de manera especial para el momento:
“Debemos tener el valor de decir las verdades. No importa lo que digan los bandidos de afuera y los cables que vengan mañana o pasado comentando con ironía”.
El debate debe darse en todos los espacios. No es secreto que entre hombres y mujeres de la revolución hay diferencias. Más cuando el partido está por definirse y otras organizaciones revolucionarias adhieren el proceso. Esas diferencias son inocultables, inevitables, necesarias y no hay riesgo alguno en ventilarlas. Lo peligroso y mucho, es practicar el fraccionalismo, usar un lenguaje urticante y en veces, como traído del pasado, que lejos de acercar, pone piedras en la vía.
Es sabio, algo que también dijo el líder de los cubanos; se puede elaborar un programa progresista, revolucionario y hasta socialista partiendo del pensamiento cristiano. Lo que enseña que, en este proceso, son muchos quienes tienen cabida.
damas.eligio@gmail.com