Para el momento en que escribo estas líneas, se estará conmemorando en el Territorio Nacional, 188 de la Batalla que selló nuestra independencia política del entonces imperio español, pero en el día de ayer, que fue 23 de Junio, se conmemoró un aniversario más del día de los abogados y de las abogadas, motivo en el que nos permitimos una felicitación atrasada, y además, momento propicio para compartir con los y las colegas algunas consideraciones y reflexiones.
En primer lugar, el Día del Abogado y de la Abogada se celebra en Venezuela, porque un día como ayer nació San Ivo, santo patrono de los abogados y abogadas,y que nació en la provincia de Bretaña en Francia. Su padre lo envió a estudiar a la Universidad de París, y allí dirigido por famosos profesores de derecho, obtuvo su doctorado como abogado.
En sus tiempos de estudiante oyó leer aquella célebre frase de Jesús: "Ciertos malos espíritus no se alejan sino con la oración y la mortificación" (Mc. 9,29), y se propuso desde entonces dedicar buen tiempo cada día a la oración y mortificarse lo más que le fuera posible en las miradas, en las comidas, en el lujo en el vestir, y en descansos que no fueran muy necesarios. Empezó a abstenerse de comer carne y nunca tomaba bebidas alcohólicas. Vestía pobremente y lo que ahorraba con todo esto, lo dedicaba a ayudar a los pobres. Y Dios lo premió concediéndole una gran santidad y una generosidad inmensa en favor de los necesitados.
Al volver a su tierra natal (Bretaña) fue nombrado juez del tribunal y en el ejercicio de su cargo se dedicó a proteger a los huérfanos, a defender a los más pobres y a administrar la justicia con tal imparcialidad y bondad, que aun aquellos a quienes tenía que decretar castigos, lo seguían amando y estimando.
Su gran bondad le ganó el título de "Abogado de los pobres". No contento con ayudar a los que vivían en su región, se trasladaba a otras provincias a defender a los que no tenían con qué pagar un abogado, y a menudo pagaba los gastos que los pobres tenían que hacer para poder defender sus derechos.
Visitaba las cárceles y llevaba regalos a los presos y les hacía gratuitamente memoriales de defensa a los que no podían conseguirse un abogado.
En aquel tiempo los que querían ganar un pleito les llevaban costosos regalos a los jueces. San Ivo no aceptó jamás ni el más pequeño regalo de ninguno de sus clientes, porque no quería dejarse comprar ni inclinarse con parcialidad hacia ninguno.
Cuando le llevaban un pleito, él se esmeraba por tratar de obtener que los dos litigantes arreglaran todo amigablemente en privado, sin tener que hacerlo por medio de demandas públicas. Así obtuvo que muchos litigantes terminaran siendo amigos y se evitaran los grandes gastos que les podían ocasionar los pleitos judiciales.
Después de trabajar bastante tiempo como juez, San Ivo fue ordenado sacerdote, y desde entonces, los últimos quince años de su vida los dedicó totalmente a la predicación y a la administración de los sacramentos. Consiguió dinero de donaciones y construyó un hospital para enfermos pobres. Todo lo que llegaba lo repartía entre los más necesitados. Solamente se quedaba con la ropa para cambiarse. Lo demás lo regalaba. Una noche se dio cuenta de que un pobre estaba durmiendo en el andén de la casa cural, entonces se levantó y le dio su propia cama y él durmió en el puro suelo.
De muchas partes llegaban personas litigantes a obtener que San Ivo hiciera las paces entre ellos y él lograba con admirable facilidad poner de acuerdo a los que antes estaban alegando. Y aprovechaba de todas estas ocasiones para predicar a la gente acerca de la Vida Eterna que nos espera y de lo mucho que debemos amar a Dios y al prójimo.
Alguien le aconsejó que no regalara todo lo que recibía. Que hiciera ahorros para cuando llegara a ser viejo y él le respondió: - Y ¿quién me asegura que voy a llegar a ser viejo? En cambio lo que sí es totalmente seguro es que el buen Dios me devolverá cien veces más lo que yo regale a los pobres". Y siguió repartiendo con gran generosidad.
A principios de mayo del año 1303 empezó a sentirse muy débil. Pero no por eso dejó de dedicar largos ratos a la oración y a la meditación y a ayudar a pacificar a cuantos estuvieran peleados o en discusiones y pleitos.
El 19 de mayo del año 1303 estaba tan débil que no podía mantenerse de pie y necesitaba que lo sostuvieran. Sin embargo celebró así la Santa Misa. Después de la Misa se recostó y pidió que le administraran la Unción de los enfermos y murió plácidamente, como quien duerme en la tierra para despertar en el cielo. Tenía 50 años.
Sus vecinos le compusieron un epitafio bien especial que dice:
San Ivo era bretón.
Era abogado y no era ladrón.
Santo Dios: ¡que admiración!.
No se trata, de ser rezanderos, pero hemos traído a colación la breve reseña de este santo, porque constituyó un verdadero ejemplo de lo que un abogado, de lo que un juez y magistrado debemos ser en estos tiempos en que vivimos en este país.
También el día del Abogado y de la Abogada se celebra en nuestra República Bolivariana de Venezuela, en virtud de que un 23 de junio de 1772 nació en la ciudad de Trujillo, hoy capital del Estado que lleva ese mismo nombre, el jurista Cristóbal Mendoza,quien fue un eminente estadista, jurisconsulto, historiador y periodista. Llegó a ser el primer Presidente de la República en el año de 1811.
Licenciado en Artes (filosofía) del la Universidad de Caracas y Doctor en Derecho Civil y Canónico de la Universidad Santo Tomás de Aquino (Santo Domingo), Mendoza recibió, tras años de preparación, el título de abogado, otorgado por la Real Audiencia de Caracas, y a partir de entonces, ejerció su profesión en diversas poblaciones del territorio nacional.
Como protector de naturales de la provincia de Barinas (que para la época comprendía también el actual estado Apure), Cristóbal de Mendoza se dedicó a la defensa de los indígenas desvalidos. Desde la provincia llanera, se suma al movimiento independentista que emprendieron los criollos caraqueños el 19 de abril de 1810.
Ese mismo año, Mendoza organizó en la provincia llanera una Junta de Gobierno local y lanzó, junto a los patricios barineses, la proclama: "Paz y tranquilidad son nuestros deseos. Morir o ser libres nuestra divisa".
Poco después, el trujillano fue elegido diputado para representar a Barinas ante el Congreso Constituyente de 1811, pero no llega a ejercer el cargo porque el propio Congreso le designa a la cabeza del Triunvirato Ejecutivo que ejerce para la época el gobierno del país, haciendo de él, el primer presidente de una Venezuela aún no constituida en Estado soberano. Además de Cristóbal de Mendoza, Juan de Escalona y Baltasar Padrón formaban el Triunvirato y se turnaban semanalmente el ejercicio de la presidencia.
A la caída de la Primera República, Mendoza se refugia en Nueva Granada. En territorio colombiano, tiene noticias de que, el entonces brigadier, Simón Bolívar se dispone a libertar a Venezuela y se une a él, de quien ya no se separará hasta alcanzar su causa independentista.
Es Cristóbal de Mendoza quien propuso al Cabildo Abierto celebrado en Caracas, en 1813, conferir a Simón Bolívar el título de Libertador. Su admiración hacia el Padre de la Patria, fue creciendo con la convivencia. En 1826, inició la edición de la primera gran obra histórica para el estudio de Simón Bolívar, titulada Colección de documentos relativos a la vida pública del Libertador de Colombia y del Perú, Simón Bolívar .
En tiempos de la Gran Colombia , Mendoza fue nombrado Intendente del Departamento de Venezuela por el Vice-presidente Francisco de Paula Santander y tiene que enfrentar el movimiento separatista de La Cosiata, liderado en Valencia por José Antonio Páez. En la Asamblea celebrada en Caracas, se opone a los enemigos de Simón Bolívar y a los que proponen la disolución de la Gran Colombia. Pero pronto las intrigas en su contra y una grave enfermedad, le hacen apartarse de la vida pública.
A mediados de 1828, Mendoza renunció a su cargo de intendente y muere en una hacienda en las afueras Caracas.
Simón Bolívar consideró a Cristóbal de Mendoza: "modelo de virtud y bondad útil".
Cristóbal Mendoza falleció en la ciudad de Caracas el 8 de febrero de 1829. Fue sin ninguna duda un gran estadista, hombre de incuestionable conducta moral , gran bolivariano y revolucionario.
Y quisiera también, a modo de corolario, recordar a un tremendo jurista latinoamericano, Eduardo J. Couture, uruguayo para ser más específicos, que nació en el año de 1904 y falleció en el año de 1956, el cual, nos dejó un Decálogo, el cual más o menos expresa lo siguiente:
1.- El abogado debe ser estudioso y estudiar. Porque el Derecho como ciencia social, se transforma constantemente. Abogado y Abogada que no se dedique al estudio, que no siga sus pasos será cada día un poco menos Abogado y Abogada.
2.- El abogado y la abogada debe pensar, porque la Ciencia del Derecho sin duda se aprende con el estudio, más en su ejercicio se ejerce pensando.
3.- El abogado y la abogada debe ser trabajador/a. Porque la Abogacía es una ardua fatiga que debemos ponerla al servicio de la justicia.
4.- Este cuarto mandamiento es uno de los más importantes para mí, y se constituye en el germen del Estado Social y Democrático, de Derecho y de Justicia que pretendemos construir. Porque el abogado y la abogada debe luchar y ser un luchador/a. Decía Eduardo Couture, que el deber de todo abogado, y de toda abogada es luchar por el Derecho, pero el día que encontremos en conflicto el Derecho con la Justicia, debemos luchar por la justicia, y esto por la sencilla rezón de que hay tesis que amparan y legitiman un Derecho injusto.
5.- El abogado y la abogada debe ser leal. Leal como nuestros clientes al que no debemos abandonar hasta que comprendamos que es indigno de nosotros. Leal para con nuestros adversarios, aún cuando ellos puedan ser desleales para con nosotros, leal con los jueces y magistrados que ignora los hechos, y que debe confiar en lo que nosotros le decimos y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que nosotros invocamos.
6.- El abogado y la abogada debe ser tolerante. Debe aprender a tolerar la verdad ajena en la misma medida en que querramos que sea tolerada la nuestra.
7.- El abogado y la abogada debe aprender a ser paciente, porque el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8.- El abogado y la abogada debe tener fe. Tener fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho,en la Paz como substitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, tener fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia ni Paz.
9.- El abogado y la abogada debe aprender a olvidar, porque la Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueramos llenando nuestra alma de rencor; pudiera llegar un día en que la vida sería imposible para nosotros. Concluido el combate, hay que olvidar tan pronto tanto la victoria como la derrota.
10.- Por último, el abogado y la abogada debe amar su profesión. Tratar de considerar a la Abogacía de tal manera que el día en que nuestros hijos e hijas nos pidan consejo sobre su destino, consideremos un honor el proporcionarle que sea Abogado o Abogada.
Patria Socialista o Muerte!!!
Venceremos y Estamos Venciendo!!!
*Abogado, Analista Político y militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) . Moderador de los Programas Informativos y de Opinión, "Micrófono Abierto", "Lo que se Habla" y "Caminos Libres", transmitidos de lunes a viernes de 12 m a 2 pm, por la Emisora Comunitaria "Llovizna" 104.7 FM, y los días martes de 7 a 8 pm y los domingos de 8 a 9 pm, por la Emisora Cultural, Informativa y de Entretenimiento perteneciente a la Corporación Venezolana de Guayana (CVG, Corporación para el Socialismo) y del Sistema Nacional de Medios Públicos, "La Voz de Guayana", 89.7 FM, respectivamente. www.juanmartorano.blogspot.com http://www.juanmartorano.tk/ . jmartoranoster@gmail.com , j_martorano@hotmail.com , juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar