En Barlovento las noches esconden la exhuberancia tropical. El olor del cacao fermentado que se ha secado al borde de la carretera de asfalto o de un patio de cemento, impregna de un aroma particular toda la vivienda. El sudor y la humedad recogen ese aroma y debe ser por eso, que al prender la hornilla para hacerle las arepas a los muchachos, toda la cocina destila la naturaleza, que se cubre de sonidos desde un árbol cercano, donde los conotos penden sus casas hechas con fibras de amor.
Cada mañana siempre húmeda es un canto de esperanza para la familia de Juan y su mujer Juana. Ambos recibieron su nombre por la coincidencia de haber nacido un día de San Juan, patrono de la fulía, del baile de tambor y patrono de sonido penetrante del “culo e´puya”, que atraviesa el alma y arrebata los débiles corazones de las negras y los negros cuando se montan los bailes del 24 de junio. San Juan es además el testigo de muchos amores furtivos y de la fatiga del sexo en algún matorral, donde apenas llegan las percusiones de las noches de tambor y caña. Pero hoy es un día de mayor esperanza.
Esta mañana, Chávez acompañado de su infatigable verruga portátil- especie de tercer ojo del proceso- estará en Mango de Ocoita, un punto muy especial de la ruta del chocolate. Juana le empaquetó los dos muchachos a su negro, asunto que muy bien hacen los hombres barloventeños cuando la mujer tiene que salir a recoger el cacao. Se puso una franela roja y de un salto se encaramó a un camión pequeño, encargado de recoger a las mujeres de esa zona que auparían a la gente que le ha permitido mantener viva su esperanza. El camión como todo en barlovento huele a cacao, alimento de dioses que históricamente han debido producir los esclavos.
A los negros siempre se le hablaba de tecnologías del cacao en programas de extensión que no les tomaba en cuenta para su diseño ni ejecución. Un modelo superado que le llevaba la información sobre lo que han hecho durante 500 años. Pero esta vez no parece ser así. Al menos eso cree Juana y las restantes mil personas de la zona, que en atuendo rojizo unos y con franelas blancas otros, están prestos a ser gestores de su propio desarrollo. Es un encuentro con la visión de futuro que permitirá desarrollar 10 mil hectáreas que hoy están entre malezas o en la espera de una oportunidad, que parece llegar de la mano de la Misión Vuelvan Caras.
Desde esta Misión se asumió el compromiso compartido con la “ruta del chocolate”, y ahora la gente habla más sobre el cacao, la gente demuestra que sabe más porque ahora se le escucha y puede decir las mil y una experiencias concretas sobre la “escoba de bruja”, la poda, la cosecha, la fermentación, el secado y la entrega barata del cacao. Lo que poco se le permitió durante muchos años a la cultura del cacao fue su procesamiento. Agregar valor es un asunto de los consorcios agroindustriales y para eso fue que Chávez llevó su tercer ojo, a ser testigo de un compromiso de desarrollo endógeno y para abrir un espacio en la cadena de agregación de valor, que llegue hasta productos que van al mercado interno y al valioso mercado internacional.
Esta vez, quizá una foto de Juana estará en el empaque de un chocolate que como todas las cosas de barlovento disparará las hormonas serotoninas cerebrales y a cada bocado de chocolate hecho por nuestros negros y negras, repicará el tambor y San Juan musitará al oído de algún turista...cómetelo tó que es la comía de Dió...!
Los que no fuimos a Mango de Ocoita diremos....otro mundo es posible!