La declaración más infeliz que ha dado gente de la oposición y que denota su extrema complicidad con el absurdo pasado de la democracia representativa, señalaba que el arribo de Chávez al poder se originó en una arremetida del pueblo, sin percatarse de quien sería su nuevo líder. Esta forma de ver el pasado y concatenarlo con el presente evidencia que la responsabilidad sobre el fracaso de la democracia representativa existe, pero no es asumida con gallardía, sino con retórica.
Nadie ha querido asignarse para si o para su grupo la penosa carga histórica de haber entregado las ciudades, los campos, las universidades, las escuelas, las calles, las autopistas, destartalados, sumidos en la tristeza, en la desesperanza. Pero esto es solo el reflejo de lo material. La Cuarta Republica cerró su baile de gala dejando un vacío inmenso en el alma de nuestros compatriotas.
La siempre buena voluntad y confianza del pueblo fue cruelmente burlada, sus esperanzas masacradas en medio de un festín de corrupción. El célebre Juan Bimba, esa figura vestida de sombrero de cogollo, un pan el bolsillo de su “liquilique” y calzado en alpargatas, fue una “mamadera de gallo” al hombre del campo, y bien furioso debe estar Andrés Eloy Blanco, por el secuestro de ese símbolo de los olvidados y oprimidos, para captar los votos de un pueblo. Para mi le cagaron el “liquilique” al país.
La Cuarta República minó incluso la mente de gente que se mostraba de avanzada; a algunos como el maestro Prieto Figueroa los relegó de todo espacio de poder, cuando su pueblo lo veía como figura de primera línea en la conducción del Estado, y a otros como a Pompeyo y Teodoro, se los tragó la gravedad del agujero negro de la mendicidad política y la corrupción, y un poco más tarde Gabriel Puerta se dio su zambullida en las delicias del este de Caracas, donde todo sobra, incluso la conspiración. Hoy no existe mayor evidencia del daño moral que la Cuarta republica le hizo al país que ver a otrora combativos izquierdistas comiendo de la mano de la prensa que siempre cuestionaron, de los ricos que siempre detestaron, de las ideas que nunca compartieron... sería que sus posiciones eran falsas??.
Nadie le puede dar la espalda a su pueblo. La democracia no acepta explicaciones ante los fracasos, castiga y se reorienta hacia una mejor visión de futuro. El éxito de un gobierno democrático se basa en la entrega del poder al pueblo, y el poder está en el conocimiento. Lo que hemos percibido en estos tres días de reparos es que las Misiones derrotaron al lobo feroz de los medios. Fue una lucha de contrastes, el conocimiento contra la desinformación. Y sabemos los resultados.....
Nadie le puede dar la espalda a su pueblo. La inteligencia popular subvalorada, estigmatizada, desconocida ha sido muy superior en talento y probidad a la fracasada dirigencia del pasado. El sifrinismo como forma de gobierno cedió ante un modelo de democracia participativa donde las comunidades son las estrellas.
En este momento en que escribo estas notas se están colando informaciones sobre el rotundo fracaso de la oposición en los reparos...Nadie le puede dar la espalda al pueblo!
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