Ya con diez años de proceso bolivariano con visos de socialismo, debemos tener bien claro el mapa de ruta. Para saber hacia dónde vamos primero debemos saber dónde estamos. El despertar de la conciencia socialista nos lleva a la claridad de esos objetivos. Nadie despierta esa conciencia leyendo fríos textos o siguiendo doctrinas como robots. La Conciencia es la luz interior que nos permite conocer el camino correcto. Las tinieblas de la conciencia son lo opuesto. El asesino Pinochet, Hitler, Bush padre e hijo, los presidentes Israelíes, Álvaro Uribe, Duvalier (padre e hijo), Aznar, Idi Amín, Alan García, Micheletti y muchos otros, han creído firmemente que tienen la razón y que hasta Dios (¿?) los asesora. Esos involutivos masacradores de pueblos estuvieron y están convencidos que lo que hacen está correcto y que lo hacen por el “bien” de sus pueblos.
Nosotros, los de pensamiento socialista y bolivariano, circulamos en otra dimensión de la razón y la emoción. Profesamos la igualdad de clases, la justicia social, el deber social para impulsar nuestro país a niveles de desarrollo donde la salud, la educación, la vivienda y la cultura sean de plenas satisfacciones para llegar a un desarrollo industrial equilibrado en cooperación con naciones vecinas, o sea, practicar las economías complementarias para que todos ((as) salgamos de inferiores estratos de calidad de vida. Ya sabemos perfectamente lo que es la guerra de cuarta generación que alcanza la psiquis de millones para torcerles la capacidad de discernir entre lo bueno y lo perjudicial de un sistema político y económico.
Debemos modificar sustancialmente la calidad de los discursos que se producen día a día por los diferentes medios de comunicación afectos al proceso revolucionario porque estamos cayendo en una repetición monótona que no permite aclarar más la conciencia política de millones de compatriotas que nos acompañan junto al presidente Chávez. Al sintonizar una emisora radial o televisiva, escucharemos la misma dialéctica en casi todos(as) los exponentes: El imperialismo yanqui es una amenaza, las oligarquías asesinas y lacayas son sus cómplices rastreros y los medios de comunicación son una porquería que nadie mete en cintura. Perfecto. Eso ya es bien sabido. ¿Y qué debemos hacer para contrarrestar esa canalla de mil cabezas? Cuando escucho y leo a los profesores Vladimir Acosta, Luis Britto García, Cristina González y otros connotados exponentes de la doctrina socialista, veo rutas diferentes hacia destinos importantes que van dándole forma al “barro” con el que debemos formar nuestro Cuerpo de Doctrina Socialista y Bolivariano. En VTV se invitan personajes repetitivos que aportan muy poco al desarrollo de la conciencia socialista, dicen y dicen lo mismo y eso aburre porque no se tocan octavas superiores del conocimiento y la emoción revolucionaria. Los textos del Che Guevara son muy ilustrativos y se difunden poco. Hay semanarios bolivarianos como Temas Venezuela, por ejemplo, que contienen densos espacios de sabiduría sencilla y esclarecedora pero no tienen el apoyo gubernamental para crecer en difusión por todo el país. Se gastan fortunas en avisos pagos que salen por la prensa fascista y lacaya y eso es una traición al ideal revolucionario.
Nuestro presidente no se cansa de informarnos sobre los innumerables logros del proceso bolivariano pero nuestros medios no se hacen eco de algo tan fundamental para ayudar al despertar de miles de compatriotas que aún están en penumbras. Es necesario modificar la estrategia comunicacional y la dialéctica de los voceros que salen por los diferentes medios a defender la revolución. La vida es muy dinámica y el estancamiento es retroceso.
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