“La villanía, envuelta en las sombras de la ciega noche, es tanto más tiránica cuanto más invisible” Shakespeare
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En otro artículo, donde expuse el concepto de imperio, sus variedades i sus agresiones, cambiando su estructura con los tiempos, gracias a los progresos científicos i tecnológicos, ofrecí referirme a los hombres i mujeres que durante la Segunda Guerra Mundial (aunque también los hubo en la Primera) se llamaron los colaboracionistas, usando una terminología más sensata o discreta, hasta que la comprensión de la miseria humana, ética i espiritual, de esos individuos que producen los pueblos, se les calificó de manera más intensa o despectiva, ya que en última instancia son despreciables traidores, antisociales i vende patrias. Además; antes, las personas profesaban valores, tenían mui en alto su dignidad, el honor, la respetabilidad i todavía escuché a mi padre decir, usando en el ejemplo a un francés que, “un pelo de la barba de un francés, equivalía a lo que una promesa”. La gente, antes de mentir, incumplir o violar un secreto, preferían hasta la muerte; en un texto de historia de la medicina, encontré hasta la absurda decisión de un médico que, sabia del padecimiento de sífilis por un paciente joven que iba a contraer matrimonio, con una muchacha de su familia, i no encontrando manera de resolver el problema sin violar el secreto médico, optó por el suicidio. I, hace pocas décadas atrás, un ministro polaco, acusado de corrupción, se suicidó. Actualmente ni los sacerdotes harían eso, pues si al pasado vamos, desde los primeros clérigos i Papas que se metieron siempre en política (recordemos las “proezas” de los Borgia), la violación del “sagrado” secreto de la confesión, nunca ha existido, siendo los principales espías, delatores, soplones, o como se dice en los últimos tiempos, unos sapos. Eran sapos con sotana o con “corona” Papal. En las novelas de Alejandro Dumas, que leía en bachillerato, los casos así eran frecuentes, sobre todo en los tiempos de los cardenales Richelieu i Mazarino, célebres por su maldad. I esto lo digo porque, la ética, fue un tiempo asimilada a la moral que dependía de las ideas del hogar, de la falsa e interesada moralidad de las religiones o las enseñanzas de maestros, señores de experiencia no reflexiva o de los filósofos o escritores moralistas, sin razonamientos firmes que se desprendieran de la subjetividad e intereses. De modo que, cuando apareció el Principia Matemática de Russell i Whitehead i luego el Principia Ethica de George Edward Moore i se convirtió ésta en una disciplina filosófica, son muchos los que se encuentran ante lo incomprensible de la palabra “bueno” por ser un adjetivo (que no se puede explicar, como por ejemplo, el “rojo”) i no sabiendo cómo lo convertimos en un substantivo con propiedades, son pocas las personas que conocen de verdad la ética, i sobre todo, mucho menos, los políticos o los analfabetos en política. Aunque no se crea, pues, la inseguridad del mundo de hoi, i la no desaparición de la belicosidad o inclinación a la guerra de los que se creen “estadistas” o los que se creen “analistas”, no son personas civilizadas del todo, por carecer en absoluto de principios éticos, de lo que hacen gala también, los abogados i los jueces. Ni la iglesia los tiene, como asentó Hartmann: “la ética cristiana, es una moral interesada”, fundada en un premio o en un castigo en el más allá, o sea, los que los griegos llamaron, “eudemonismo del más allá”. Perdónenme los lectores que, cuando toco un tema o una palabra para analizar, no puedo desprenderme de la filosofía.
Sin embargo, creo que convertirse en un colaboracionista o en un traidor a su país o a su gente, no depende del peligro inminente de sentirse derrotado o de ver mui de cerca la muerte i la necesidad imperiosa de salvar la vida. No, eso depende de la conciencia que se posea en la existencia, de los valores que se profesen i de la oportunidad de lograr dinero i privilegios, a costa de lo que sea, porque el único fetiche o dios, es el dinero i el consecuente poder. El mejor ejemplo colectivo de mentes deformadas por los apetitos materiales i malignos, fueron las llamadas Cruzadas, donde disfrazados no solamente con una armadura de hierro i una enorme cruz en el pecho, con el ridículo propósito de conquistar “la Tierra Santa” i el sepulcro de Cristo, se realizaron los saqueos, depravaciones i genocidios más grandes para el mundo de la época. Cuando un Estado, o un hombre, se escudan o esconden detrás de una religión para agredir, se ha fabricado un monstruo. Así, traicionaban con sangre, la misma religión o fe que decían profesar; traicionaban su propia conciencia.
Por esta razón, antes de iniciarse la guerra, la propaganda del nazismo i el fascismo, ya había conquistado a muchos hombres i mujeres de otros países; o veían venir la revancha del Tratado de Versalles i la derrota de la primera guerra, en el poderío que solapadamente al principio o a la vista de todos, iba a dominar a Europa en los siguientes años, por lo que muchos empezaron a pensar en el acomodo o en la complicidad con el futuro vencedor; o en los gobiernos, los políticos estaban en sus rivalidades particulares, i veían con indiferencia los nubarrones de una gran tormenta. Cuando por ejemplo, Hitler se apoderó súbitamente de la Alsacia-Lorena, lo hizo con cinco Divisiones apenas; mientras los franceses tenía un ejército de más de cien Divisiones Armadas; cuando Alemania se anexionó la región de los sudetes con mañas i trampas electorales, o se apropió de Austria i se abalanzaba sobre el corredor de Danzig, Inglaterra, Francia i la misma Rusía, les importaba poco el incumplimiento de tratados o pactos, i hasta la iglesia vaticana, con Eugenio Pacelli presenciando la subida del Führer al poder i la ideas racistas i antijudías, se creían inmunes a cualquier agresión especialmente Francia con su famosa e inútil después, Línea Maginot. Por eso casi todos los países que rodeaban a la Alemania hitleriana, habían sido penetrados de espías, desestabilizadores i conquistado colaboracionistas, como voi a exponer en sucesivos artículos. Entonces, es válido i necesario conocer la historia, porque ésta si se repite, lo que pasa es que varían los escenarios i los actores, i ante las nuevas tormentas, ante los nuevos nubarrones, van surgiendo de mentes enfermas i conciencias débiles u ofuscadas, los nuevos colaboracionistas (empecemos por el cognomento más sereno), como lo vemos en el proceso revolucionario pacífico de Latinoamérica, i ya haremos la comparación que se da, entre escenarios i actores. Conoceremos, la villanía envuelta en las sombras de la ciega noche.
(Continuará)
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