“Todo es un tablero de ajedrez de noches y de días, donde el Destino juega con los hombres; los mueve de aquí allí, da mate, vence, y una por una las figuras yacen en la caja” Omar Khayyam
III
Ya que comienzo este tercer artículo final, sobre el tema tratado, con este pensamiento bello i profundo por sus connotaciones, del poeta árabe del siglo XI Omar Khayyam, estimo que es un precioso libro, una joya de papel i tinta, que la mayoría de la gente pensante debería leer. ¡Que hermosa filosofía del nacer, vivir i morir, celebrada con vino i pensamiento! El ajedrez de la vida, tiene sus efímeras felicidades; pero tiene más guerras i dolores que exigen a la conciencia percibir i percatarse de cómo pasa la gaviota en la playa.
Por eso, la historia enseña con la crueldad de los hechos, lo que los hombres desatienden en su mente i corazón, i culpamos de nuestros errores al destino, en vez de hacerlo con nuestra razón. Hemos visto en los tres artículos precedentes cómo la traición, la vanidad i la mentira, lo destruyen todo, especialmente cuando no pensamos en los semejantes, en el prójimo, ni en la tierra i cielo que se nos dio por patria. En aquellos tiempos, de hace apenas más de medio siglo, los medios de comunicación no eran ni la sombra de los que son en el presente, i apenas si la radio era lo más avanzado para superar las grandes distancia, por el menaje de comunicación, interceptado con facilidad, manipulado i exigente, entonces, del uso de claves complicadas. En estos días precisamente escribí sobre el matemático Turing, quien hizo aportes valiosísimos a los aliados para descifrar claves alemanas, i cómo fue ignorado después. Sin embargo, también Goebbels, demostró como la mentira repetida más de mil veces, causaba daños i ofuscaba mentes.
Esos colaboracionistas, delatores (sapos) i traidores a la patria, apenas tuve espacio de escritura para mencionarlos superficialmente, dejando a un lado, que también se dio allí, en el mundo soviético, lo que les valió millones de muertos, durante lo que ellos llaman La Gran Guerra Patria de la Unión Soviética (la II Guerra Mundial) por un grupo de autores dirigidos por P. Zhilin, un libro bastante interesante, mostrando otras perspectivas. Empero, los ejemplo mencionados en la parte occidental de Europa son suficientes, aunque también obvié lo sucedido en Inglaterra, para lo cual recomiendo lean la historia de esa guerra, narrada por Winston Churchill, en 12 tomos, de una interesante colección de historia, Ediciones Orbis S. A. (Barcelona-España).
Escribo de esto, entonces, porque aunque tenemos en el país muchos intelectuales, de esos que Umberto Eco llama así: en el sentido sindical, mientras otros permanecían silenciosos con respecto a la Guerra, nos encontramos con que nuestra prensa está llena de “intelectuales” tipo Manuel Caballero, Guillermo Morón o (¿lo será acaso?) Bobolongo Otero; o en los Estados Unidos muchos que llenan prensa i revistas con ferocidad capitalista, pidiendo a los silenciosos un acto de palabra, enfrentando el proceso revolucionario bolivariano. Resulta que allá surge un Noam Chomsky, un Premio Nóbel en Economía (no recuerdo exacto el nombre en el momento) o un cineasta como Oliver Stone, rompiendo ese silencio; o aquí los que nunca hemos callado pero el veto a la libertad de expresión, lo han puesto los medios, para al menos responder a una oposición que solo sabe gesticular i gritar, jamás pensar, i vislumbrar su destino vendiendo i mancillando la patria. Por eso esta oposición agrede igual a lo que salvajemente hace Micheletti-Goriletti en Honduras, i pretendiendo acallar a los que al menos nos queda la ventana de APORREA para asomar las ideas.
Calzada Puig, el autor de un ensayo sobre este tema, piensa que en la mayoría de los países, especialmente en Francia i Rusia, así como en principio pudo ser mayor la colaboración, la resistencia luego fue mayoritaria i de parte de los naturales de las regiones, mientras un gran conjunto de población permaneció al margen, pasando penurias i siendo espectadores sin voz. Por eso muchos colaboracionistas aparentes (digamos obligados por la realidad) como médicos, enfermeras, técnicos, bomberos, etc., solamente cumplían con el deber hipocrático de curar o aliviar, o detener estragos, verdaderamente no fueron traidores; pero los que lo hicieron por intereses bastardos, por complicidades malignas i por dinero, merecían la prisión o la muerte coma la consiguieron después. Esto, aunque algunos dicen que la traición no existe, ya que si prospera i al final se alza con el triunfo, ya nadie se atreve a llamarla así. Afortunadamente eso ha sucedidos en casos particulares i de poca o mediana duración; pero a medida que la vida se ha ido haciendo planetaria, todo se descubre i los crímenes de lesa humanidad nunca prescriben. Lo estamos viendo entre nosotros con el caso del Caracazo, el asesinato de Danilo Anderson el fiscal valiente, el saquedo i pérdida económica de PDVSA, etc., o mui reciente i calientito, ya empezaron a aparecer las pruebas sobre los intentos de magnicidio i más todavía: los autores “intelectuales”. Después de finalizada la guerra, hasta se habló de que aquellos que vieron la verdad en otros pueblos, tenían una “patria ideológica”; no era en la que habían nacido, sino la que había conquistado su mente desquiciada. Es lo mismo que hoi: los pitiyanquis, los opositores, los admiradores de la ciencia i la tecnología del imperio i hasta sus costumbres i fiestas, tienen patria ideológica, como los cubanos anticastristas de Miami, i los “devotos” adoradores venezolanos, “transcutrizados”. Un absurdo, puesto que además de la patria territorial, histórica, ancestral, amorosa i orgullosa de su gesta libertadora (por cierto una de las más bellas, si no la más de verdad, la de nuestros libertadores) debería ser igualmente la patria ideológica; la que llevamos sembrada en mente, corazón i toda nuestra sangre i vemos reflejada en nuestros símbolos patrios con fervoroso respeto.
¿Acaso no hemos visto i seguiremos viento, jóvenes pitiyanquis destruyendo cosas patrimoniales? ¿No vemos en la Asamblea Nacional, energúmenos como el grupito irracional de PODEMOS, aunque no pueden hilvanar razones ni ideas? ¿No los hemos visto opositores brutos i ridículos invirtiendo los colores de la bandera, manteniendo siete estrellas (la octava la propuso El Libertador), cambiando la música del Himno o en una ocasión escuché en una asamblea de oposición en el Museo de Arte Contemporáneo cuando tenía nombre inadecuado (Sofía Imbert, que como “artista plástica” apena se sabía pintar las uñas), transformar la letra en una repetición sin sentido diciendo NO, No, No..! ¿No hemos visto un Alcalde en manifestaciones violentas i guarimbas? ¿No hemos visto a “pacíficos ciudadanos” sitiando una embajada i destruyendo vehículos? ¿No vimos las agresiones, las muertes i las incitaciones a la barbarie cuando el golpe de estado? ¿Recuerdan el trato humano dispensado al Ministro del Interior i a un excelente Diputado? ¿No seguimos viendo todos los días la más terrible i mentirosa campaña mediática, contra el gobierno que en sólo 10 años, ha hecho mil veces más cambios positivos i transcendentales, que en 40 de dictadura de partidos? En fin tendría que utilizar mucho papel para hacer ver las diferencias i que fidelidad exhiben en cuanto a los “procedimientos” nazi-fascistas? Lo cierto o la conclusión final es ¡Cómo estamos infiltrados de sapos i traidores! ¡Cómo abundan estos seres de baja condición social i humanística, entre los encumbrados de la iglesia católica! ¡Cómo abundan los periodistas i “analistas” lacayos o vendidos baratos al imperio! ¿Se olvidaron del negro pasado i de la corrupción sin límites? ¿No guardan libros i archivos en sus bibliotecas, si es que las tienen? Lamentable destino; estamos seguros de que no volverán, pero empezamos a ver que tendrán el destino de los grandes colaboracionistas europeos de la década del 1940 i de los que soñaron con dictaduras e imperios. Les recomiendo pensar i escuchar a Shakespeare: “Los hombres tienen instantes en que son dueños de su destino”.