Recibo con respeto la carta póstuma que escribió Caldera. Siento un tono que conmueve, posee un espíritu que anda hacia el espacio apetecible de quién desee ser mirado como estadista. Bien diferente a aquel que por muchos años adversamos. Él fue, muchas vidas y diferentes identidades. Primero asociado al trío que firmó el Pacto de Punto Fijo, cuya supuesto era defender la democracia, de la izquierda, armada o no, ocultando que solo protegían al gran capital neoliberal y sus socios criollos. Luego, gran defensor de la pacificación, que sin duda logró; tanto sirvió a sus grandes fines políticos, que condujo a la división del PCV. Finalmente repite en los noventa, apoyado, entre otros, con todas las formas del “chiripero” y los rastros de una desvencijada izquierda. Pretendió revivir una desahuciada pacificación. Los noventa eran el momento en que no había tierra en que sembrar. Los vientos de la Historia soplaban con furia novedosa. En el país, ya Caín, había cumplido su rol y los partidos se destruían entre ellos. No había ya, amor, sino orgullo.
Era justo que pasara lo que pasó. Unos lo celebramos y otros lo critican. Aquí, como Ud. lo pide, seguimos el camino de la paz y el bienestar de los menos favorecidos. Cumplimos mas de lo que pide su "Solidaridad pluralista", vamos a hacia Sociedad multipluralísta, estamos dando hoy el “El Gran Viraje”, que antes no se sintió. Finalmente deseo duerma tranquilo y descanse en la paz que se ganó …… mientras, seguiremos leyendo lo que escribió.
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