No está fácil el 2010 para la Revolución Bolivariana.
Internacionalmente nos enfrentamos a una arremetida imperialista que
ganó terreno en Honduras, Perú, Panamá, México, y que amenaza con
avanzar en Chile, donde el dilema es entre derecha o extrema derecha;
Brasil, donde la moderada pero soberana era Lula está por apagarse sin
la garantía de su continuidad; y Colombia, donde la derecha es mayoría
en todos los sentidos.
Más allá de nuestro continente, el imperialismo enreda Afganistán,
Pakistán, Irak; amenaza a Yemen con los mismos subterfugios teatrales
para apoderarse del paso marítimo conflictuado en Somalia;
desestabiliza Irán; alcahuetea a Israel; y señala a Venezuela de
colaborar con terroristas, mientras aumenta el financiamiento soterrado
a la oposición con miras a obtener cuotas claves en el parlamento.
Esa es una lucha que estamos obligados a ganar. No importa que sigamos
teniendo diferencias importantes o críticas severas a los errores de la
dirigencia y la burocracia. Lo digo así de tajante y crudo: no importan
las desavenencias ni las rencillas ni los intereses personales o
grupales. Aquí está en juego algo tan trascendente, que cualquier
consideración de peso es apenas un detalle.
La importancia histórica de la Revolución Bolivariana nos obliga a
mirar alto y profundo. Ningún hecho político tuvo tanta significación
en este continente después del triunfo de la Revolución Cubana como lo
que está ocurriendo en Venezuela en este momento.
De nosotros depende que se consolide la independencia de Nuestra
América o que se desmorone el proceso de transformaciones que han
emprendido los pueblos irredentos de Indoamérica.
Esta
lucha nos emplaza a ser mejores servidores públicos en cada rincón del
Gobierno Bolivariano, por discreto que sea nuestro puesto de trabajo.
Nos exige ser militantes más creativos y desprendidos, desplegando las
energías más benévolas de nuestra alma revolucionaria para estar allí
donde el pueblo lo requiera y tener la claridad de hablar con el
megáfono de las convicciones.
También tenemos que ser astutos en la propaganda y la política de
alianzas. No espantemos con estridencias y maledicencias al electorado
indeciso, al contrario, tengamos puentes hacia esa ciudadanía no
polarizada que es, al fin y al cabo, parte de la clase trabajadora que
no ha vivido su despertar de clase, pero de los nuestros
definitivamente. No se lo regalemos a la oligarquía.
Es tiempo de despojarnos de las odiosas ambiciones personales y colocar
en primer plano el altruismo que nos hace mejores ciudadanos,
patriotas, revolucionarios. Yo creo que por elemental compromiso esto
es posible, pero si no basta la inspiración propia, yo pido que lo
hagamos por lealtad a ese hermano venezolano que ha sido capaz de
dejarlo todo por nosotros, por nuestro pueblo, por nuestra historia.
Hagámoslo por Chávez, él lo merece, él se lo ha ganado.
Conmemoremos
el inicio de esta era bicentenaria, sellando un triunfo nítido y
contundente en la contienda por la Asamblea Nacional. Sería el primer
paso para reafirmar el rumbo revolucionario en el 2012 y garantizar la
continuidad del proceso revolucionario en todo el continente.
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..." Simón Bolívar, El Libertador