O se rompe la zaraza o se acaba la bovera

Tiempo de resolución, tiempo de autoridad revolucionaria

Por los años sesenta del siglo XX, el filósofo marxista Ernst Bloch escribió su obra “Utopía-Esperanza”, una hermosa y eficaz reflexión para abordar la crisis del socialismo real cuyo fracaso era ya evidente en la URSS. Entre otras precisiones señala Bloch que sólo en el pueblo, como colectivo, están siempre presentes de modo difuso lo que él llama “dones de un pueblo en marcha para transformar la historia”. Cuatro son esos dones que deben estar presentes en el seno del pueblo para transformar de una vez la historia y transitar con éxito el camino largamente esquivo al comunismo, vale decir, a ese “paraíso perdido” a manos de la explotación, el atropello y el dominio de unos hombres por otros, a ese “tiempo-espacio posible”, dibujado apenas como una utopía hasta el advenimiento del socialismo científico de la mano de Karl Marx, a ese mundo sin clases sociales, sin explotación, plenamente humano, hermosamente reconciliado con la naturaleza, sin Estado, sin policías ni ejércitos porque todo esto será innecesario.

De los cuatro dones para un pueblo en marcha, todos más que necesarios imprescindibles, armónicamente conjugados, destaca un don que Bloch considera algo así como el fiel de la balanza: el don regio. Es el don regio ese ejercicio de la autoridad, entendida esta como servicio eficaz e imprescindible para hacer que los planes y proyectos se ejecuten con excelencia y sin demora. Resultará imposible alcanzar objetivos concretos si en el seno de la sociedad persisten conductas representativas del viejo sistema a desplazar empeñadas en obstaculizar el camino. Resulta más que imposible, dolorosamente desconcertante, deprimente y confuso que estas conductas se protagonicen violando el marco de las leyes (de las propias leyes burguesas) con absoluta impunidad e incluso con gestos de burla hacia el gobierno cuya obligación constitucional es “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes de la República”.

A Lenin –en el ejercicio de la autoridad- le tomó un par de semanas organizar y poner en marcha el nuevo estado y la nueva sociedad. A Fidel le tomó algo más de tiempo, un año o dos, y lo hizo. En Venezuela es cierto que “disfrutamos” de condiciones sui géneris que obligan a una sabia mezcla de firmeza y paciencia, no invocamos los ejemplos anteriores obviando las condiciones muy particulares de nuestro proceso, no obstante, el caso es que llevamos diez años de andadura y da rabia y tristeza ver como hemos sido incapaces de “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes”.

Es Vox Populi, por ejemplo (es sólo uno entre muchos ejemplos), que en los últimos seis años los “sectores productivos” (una falacia más) y comerciales han recibido cientos de miles de millones de dólares a la tasa de 2.15 BsF por dólar para la importación de materias primas, bienes de capital, alimentos, productos farmacéuticos y toda clase de corotos electrónicos, carros y hasta aviones o yates de lujo. También es Vox Pópuli que todos esos productos adquiridos en el exterior con dólares a Bs.F 2.15, fueron –y son- comercializados en Venezuela –descarada e impunemente- a la tasa de cambio de BsF 6 o 7 por bolívar (dólar permuta, lo llaman elegantemente estos sinvergüenzas). Todo esto a pesar de existir una ley que los obliga a señalar –en forma visible, ¿han visto alguna vez el bendito cartelito en una vidriera?- que la mercancía fue importada con dólares otorgados por CADIVI a BsF 2.15, y que por tanto el precio de la mercancía debe mostrar claramente la cadena o estructura de costos más un “mark up” (ganancia, o “plusvalía comercial”, de nuevo en su lenguaje elegante para ocultar el excremento) que jamás debería pasar de 30%.

La Ley que protege a los Consumidores así como la Ley de Ilícitos Cambiarios (la Ley ¿está claro?) establece penas de cárcel para los infractores. ¡Bien!, pues da pena ver como a pesar de estar en pleno conocimiento de esto las autoridades de INDEPABIS estuvieron –ayer mismo- “visitando” comercios e imponiéndoles –en el más duro de los casos- cierres por 24 horas por infractores de la ley. ¡Tienen estos bandidos diez años riéndose y continúan haciéndolo! Ahora los “visitamos” para que no remarquen los precios. De acuerdo con la Ley ¿no deberíamos obligarlos a colocar los precios conforme a la estructura de costos?, ¿no es esto lo que debe hacerse?, ¿no resultaría que aún si “remarcaran” calculando el dólar a BsF 4.30 tendrían que reducir los precios?, ¿no hay un déficit de don regio?

El Gobierno Revolucionario tiene a su lado un pueblo dispuesto a profundizar el camino. Es hora de que “Se rompa la Zaraza o se acabe la Bovera”, al capitalismo rentista, parasitario y chulo que tenemos en Venezuela hay que frenarlo en seco, todo lo demás terminará obrando en su favor, alimentando el desaliento y la desesperanza en el pueblo. Las medidas de ajuste cambiario permitirán destinar recursos para fortalecer, vigorizar o hasta crear un músculo productivo de propiedad social. Las ventajas comparativas consecuencia de recibir mayor número de bolívares por cada dólar en producto exportado deben ser aprovechadas a fondo y sin blandeguerías ni concesiones al capitalismo parasitario. El plan de sustitución de importaciones cada vez que un producto se fabrique en Venezuela tiene que aplicarse sin demora y con autoridad. La contrarrevolución nos brinda una oportunidad de oro. La burocracia –bien llamada por Luís Britto “los mata votos”- tiene que ponerse con absoluta conciencia del deber social al servicio del camino al socialismo, no se puede tolerar, sin castigo ejemplarizante y severo, la menor muestra de corrupción. Funcionario que no participe de cuerpo y alma en la construcción del modelo socialista debe ser execrado de inmediato y sin miramientos.

Reitero, el conjunto de medidas adoptadas por el Gobierno Revolucionario, deben ser radicalmente revolucionarias o –jugando con las cartas marcadas del capitalismo- veremos, con estupor y horror, la plena restauración de la IV República. Hacemos las cosas como deben hacerse o volverán los que nunca se fueron.

martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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