"Las bocas del tiempo piden que no te bajes del caballo", le escribió Eduardo Galeano al Presidente Hugo Chávez, en la dedicatoria del libro que le regaló pocas horas antes del histórico triunfo del 15 de agosto. Era como si Bocas del tiempo, la obra del escritor uruguayo, hubiese adelantado el clamor de millones de venezolanos que salieron a decirle NO a la oligarquía y al pasado. NO a los yankis y a la guerra. NO a los que pretendían bajar a Chávez del carro indetenible de la historia.
A las 3:00 a.m. cuando sonó la diana bolivariana por los barrios y los cerros, en los llanos y los deltas, en los Andes y en los extensos campos petroleros del Zulia, despertó el NO popular, nutrido de millones de historias diferentes. En Caracas, como ríos variopintos y alegres bajaron los barrios de Catia, 23 de Enero, La Pastora, Caricuao, Antímano, La Vega, El Valle, Coche, Petare, Minas de Baruta, y Chapellín..., mientras el canto de Alí Primera se adelantaba a la salida del sol: "¡Vamos gentes de mi pueblo, vamos gentes de mi pueblo!"...
Ya al amanecer comenzó a fraguarse la Victoria. Todavía soñoliento, Teodoro Millans llegó tercero a la cola del colegio instalado en la Escuela Experimental Venezuela, de la Avenida Universidad, convencido de que "al que madruga, Dios lo ayuda". A su lado, Lisandro Camargo esperó al sol leyéndose El General en su laberinto, la novela bolivariana del Gabo; mientras que otro de sus compatriotas, Sabino Pinto, nos alcanzó calle abajo y nos dijo emocionado: "Panas, yo estoy con Chávez, salúdenme a Fidel".
Tres cuadras más arriba, rumbo al centro de Caracas, en el Liceo Andrés Bello, la cola era impresionante. Casi todos llegaban deseándose un "¡feliz día!" y compartiendo un café caliente, como se los había sugerido el Presidente... "Así de igualito, nos gritó un taxista, están todos los colegios"... Al escucharlo, Alejandrina de Velásquez advierte que este es el ejemplo de un país civilizado, democrático y alegre; pero alguien que la sigue en la cola, el señor Antonio Fito, dice con amargura disonante que habrá una tarde de zozobra. Y repite de memoria el discurso golpista del Gobernador Enrique Mendoza, que planeó trampas y guarimbas para desconocer una vez más al poder electoral.
Pero la obstinación del escuálido era eclipsada por la felicidad de Luz Niño, una joven colombiana, que después de 12 largos años en Venezuela acababa de nacionalizarse y ejercería por primera vez su derecho al voto: "Lo hago, confesó, para ayudar a preservar los logros de esta Revolución, que son muchos. Como yo, miles de inmigrantes recibimos de Chávez un tratamiento de seres humanos...". Iraida Plaza, desde su puesto en la cola, levantó entonces lo que anunció como sus dos armas: la cédula de identidad y una Constitución, que luego apretó contra el pecho. Gracias a ese libro sagrado, que tanto ha defendido Chávez, se puso en práctica, por primera vez en la historia de Latinoamérica y del mundo, el intento de un referendo revocatorio presidencial.
UNA VICTORIA DEDICADA AL LIBERTADOR
La diana, confesó Chávez a las 5:45 a.m. por Venezolana de Televisión, le recordó sus años de soldado en los cuarteles. Llamaba por teléfono desde su Comando para saludar al jubiloso pueblo que amaneció en las calles:
"Un día como hoy, pero hace 199 años, recordó el Presidente, Simón Bolívar, que era entonces un jovencito desorientado por Europa, hizo el juramento del Monte Sacro, a las puertas de Roma, donde juró no dar descanso a su brazo y a su alma, hasta romper las cadenas que oprimían a su pueblo: hoy vamos a tener una gran victoria, y vamos a dedicársela al Bolívar redentor".
Unas horas después, acompañado de sus hijas Rosa y Ana Gabriela, Chávez llegó al patriótico barrio 23 de Enero, en el Oeste de Caracas, para ejercer su derecho al voto. Allí, lo esperaba un pueblo enardecido en las calles, y un ejército de periodistas y camarógrafos de los rincones más inimaginables del planeta. Venezuela volvía a estar otra vez en el centro de la noticia; y los ojos del mundo se posaban en ella, a través de cientos de observadores internacionales. En nombre de ellos, el ex presidente Carter felicitó al CNE y al pueblo de Venezuela por el ejemplo de civismo transmitido en una larga jornada, que aunque lenta, transcurrió en un clima de respeto y alegría popular. Antes de que Chávez lograra desprenderse de la multitud de pueblo, caminó hasta los periodistas cubanos y volvió a felicitar a Fidel por su 78 cumpleaños: "Ahora, dijo con alegría, Fidel cumple el día 15 de agosto, creo que aprovechó lo del referendo para quitarse dos días. Fidel inventó la máquina del tiempo, como Aureliano Buendía en Cien años de soledad... Un saludo de hermano para él y su pueblo, en este día que entrará en la historia"... Afuera del colegio, la apoteosis. Un mar de gente en la punta de un barrio sobre lomas, donde no es difícil divisar un mural con José Martí y el Che Guevara, un módulo de Consultorio Médico o un aula de las misiones educativas...
DE CÓMO EL NO TERMINÓ POR VENCER AL SÍ
Durante el último mes, la lucha entre el proceso de cambios sociales y la obsesión de poder de la rancia oligarquía venezolana se polarizó en el terreno de la propaganda electoral: los defensores del NO —es decir, del Presidente Chávez— entraron a la ofensiva final con alegría, unidad y fe en su victoria, luego de una memorable campaña que sacudió el país, poniendo en juego todas las habilidades de Chávez como estratega militar y organizador político.
Todos los espacios públicos —de una manera avasalladora, según voceros de la propia oposición— quedaron cubiertos por el NO: vallas, cuñas animadas en la televisión, afiches, pendones, carteles, franelas, pegatinas, graffitis, lumínicos e impresos de todo tipo... mostraron a un NO uniforme y llamativo, símbolo de la unidad popular, frente a un SÍ que sufrió tantas metamorfosis como partidos políticos tiene la oposición, mientras que la campaña de la Coordinadora Democrática, manejada con los dólares de la National Endowment for Democracy (NED), se replegó al reducido y dañino espacio privado de los canales de televisión comerciales y periódicos fascistas.
Ahora, para consternación de los grupos opositores de Venezuela y de sus mentores del Norte, ha ganado el NO con el out número 27, como lo había pronosticado Chávez. Y lo ha hecho ante la mirada de más de 3 000 periodistas y observadores internacionales, que intuyen, como el ex senador chileno Luis Fernando Luengo, que los pueblos de América ya tienen un mínimo de cultura política y saben escoger lo que más les conviene. O piensan, como el colega español Bartolomé Sancho, que observadores como los del Centro Carter deben sentar cátedra en las fraudulentas elecciones de la Florida y no en la democrática Venezuela.
Aunque en las calles se respiró un ambiente de tranquilidad y paz, el Consejo Nacional Electoral no logró sacudirse de sus divergencias internas, y dejó ver ante los medios que los rectores, divididos en dos bandos, no cesarían su batalla campal: a las 2:45 p.m. el presidente del CNE, Francisco Carrasquero, y el rector Jorge Rodríguez, presentaron un CD, con la prueba de un show televisivo que sería transmitido a las ocho de la noche, en cadena nacional de radio y televisión, anunciando una victoria usurpada. Unos minutos después, la rectora Sobella Mejías intervino ante los medios para minimizar el hecho, pero quedó sin respuestas y molesta, cuando le recordamos que los show mediáticos ya habían hecho mucho daño a Venezuela...
Ya entrada la tarde noche, y ante la multitud que esperaba estoicamente en los colegios para ejercer el derecho constitucional de votar, el CNE extendió el horario hasta las 8:00 p.m. y después hasta las 12:00 p.m. El pueblo no se dejó vencer por el cansancio, y mucho menos se desmovilizó ante las continuas insinuaciones de los dirigentes opositores, que aunque nerviosos, aparecieron una y otra vez en la televisión intentando crear la matriz de que el SÍ estaba ganando. Como respuesta, millones de partidarios de Chávez tomaron las principales plazas y avenidas del país, con música y bailes, alegres y pacíficos, esperando el resultado final del que ya se sentían seguros, como un río crecido que baja por todas partes.
En la Plaza Francia de Altamira, otrora bastión de los golpistas, unas 15 personas atribuladas gritaban que había ganado el SÍ, pero dos de ellos, que no son para nada chavistas, nos confesaban que ojalá no fuera cierto, porque Venezuela sin un Presidente como Chávez retrocedería 20 años, periodo en que la oposición no lograría jamás ponerse de acuerdo en la elección de un líder y un proyecto de país soberano y para las mayorías. En el otro extremo de la ciudad, en las inmediaciones de la Plaza Bolívar, la luchadora revolucionaria Lina Ron, y sus muchachos, coreaban: "Con Chávez todo, sin Chávez nada".
Estaba cerca el final de la peleada Batalla de Santa Inés. Chávez, como anunció por la mañana haciendo alusión a la Olimpiada, estaba ganando por goleada a la oposición golpista. Las inmediaciones del Palacio de Miraflores, como ocurrió en el memorable 13 de abril del 2002, se inundó de pueblo. Venezuela despidió el 15 de agosto con una gran fiesta popular en las calles. Los fuegos pirotécnicos inundaron el cielo de Caracas y la gente siguió bailando, mientras los diarios serios comenzaban a circular con la última noticia: Ganó Chávez. Ganó Venezuela. Ganó el Pueblo.
Marcos Jesus Concepcion Albala
Director de Argos Is-Internacional
MIEMBRO DE LA 'FELAP'
"Nuestra ignorancia ha sido planificada por una gran sabiduría"
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