¿Por qué deben morir dos jóvenes venezolanos a causa de los intereses egoístas y malsanos de unos irresponsables y apátridas empresarios de la televisión? ¿Por qué una supuesta dirigencia estudiantil protesta por los problemas de una televisora hueca y mala, y no lo hace por las altas tarifas que les cobran las universidades privadas, ni por los maltratos de que son objeto cuando deben una cuota?
La capacidad de manipulación del sistema es fuerte y profunda. La acción de la sociedad conciente debe ser, en consecuencia, tenaz y contundente.
¿Qué le pasa a la oposición? Vociferan que ganarán las elecciones legislativas de septiembre, pero actúan como si las elecciones no les interesaran. Como si el verdadero escenario de confrontación fuese el de la conspiración.
Yo creo que la oposición sigue jugándose la carta de la sevicia. La muerte de estos dos jóvenes en Mérida y de tantos otros compatriotas estudiantes, campesinos, sindicalistas y luchadores sociales, deja la huella sangrante de una confabulación política macabra, donde intereses extraños y poderosos, deciden cuando y a quien golpear con fines desestabilizadores.
En esa jugada está metida la mano gringa y del paramilitarismo colombiano, con quienes se ha amalgamado sin pudor ni mínima vergüenza, la podrida derecha criolla, especie de parásitos envenenados de odio y cobardía.
Es evidente que las movilizaciones del pasado sábado 23 de enero los dejaron rabiosamente picados. Nuestro acto tuvo una convocatoria magnífica, con tres marchas simultáneas que pintaron a Caracas del color predilecto de Marx. La cuenta se les puso maluca ante la abrumadora presencia chavista que rebasó con creces la Plaza O’leary.
En verdad a la plaza sólo llegó una muestra del huracán rojo que tomó la capital todo el día, con un baño de entusiasmo, música, baile y alegría, que dejó una mueca amarga en el rostro de la canalla mediática.
Nuestra fuerza política no es cuento. El liderazgo del Comandante Chávez se legitima siempre que la historia reclama definiciones, porque tiene arraigo popular y vibra con el sentir de la gente, respetando su voluntad y cumpliendo su mandato. Es la nueva esencia del liderazgo que la vieja clase política y sus clones reencauchados no han entendido. No basta salir en televisión.
Tal vez el despecho por esa escuálida asistencia a la marcha opositora, fue lo que desató al demonio que esta semana se lanzó a las calles hecho crimen atroz y rumor paranoico. Así tampoco nos tumbarán. Siguen equivocados.
Pueden hacer daño, y de hecho lo hicieron matando estas tiernas esperanzas que apenas florecían, pero de ahí no pasarán. Y la van a pagar.
El Estado venezolano tiene la obligación de poner a estos asesinos en su lugar. Los cuerpos de seguridad deben proceder de manera expedita y tajante a desmantelar las bandas paramilitares que se han instalado en el país con patrocinio y complicidad de la oposición irracional. En esto ya se perdió mucho tiempo y el riesgo es demasiado grave. Está en juego la tranquilidad de la patria y el futuro del proceso revolucionario.
A la militancia revolucionaria nos toca arreciar el trabajo político-ideológico y organizativo, mantenernos en alerta serena pero firme, seguir depurando nuestras filas de los vicios del clientelismo, la corrupción y el burocratismo. Porque nosotros nos peleamos con nuestros corruptos y promovemos una nueva ética bolivariana y socialista del servidor público. Pero ustedes, corruptos de antes y de siempre, devoradores de esperanzas que destruyeron al país, ustedes no volverán.
Constituyente de 1999
caciquenigale@yahoo.es
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.