La más grande beneficencia que puede conceder un gobierno a su pueblo es garantizarle la asistencia médica gratuita, en procura de su bienestar físico y psíquico.
Por eso, en casi todos los países avanzados o de cierto progreso existe el sistema de salud sin costo alguno, inclusive en países capitalistas como Inglaterra y Canadá.
El Gobierno venezolano actual ha desplegado una acción social encomiable mediante la Misión Barrio Adentro, criticada brutal y perversamente por ciertos sectores políticos. Ha creado una infraestructura médica de primera categoría: 499 centros de diagnóstico integral (CDI); 545 salas de rehabilitación integral (SRI); 27 centros de alta tecnología (CAT); casi 1 millón de operaciones oftálmicas mediante la Misión Milagro; 459 centros ópticos que suministran lentes gratuitamente; 3.014 sillones odontológicos; atención a los diabéticos e hipertensos; atención a personas discapacitadas, con garantía de trabajo.
Despreciar al pobre en una sociedad, su pieza más débil, es como despreciar a un niño abandonado o a un herido desamparado, y si quien lo maltrata es un médico encargado por su profesión de aliviar el dolor humano, el ultraje es una enormidad, es como un cura pedófilo, un degenerado aborrecible.
Algunos médicos venezolanos de clínicas privadas y públicas, como las del Seguro Social, no aceptan los exámenes médicos gratuitos practicados por cubanos en las instituciones del Estado mencionadas; acomplejados, ignoran que Cuba presta asistencia médica a 72 países en el mundo y su medicina está catalogada entre las mejores. Su odio político y criminal los llevan a obligar a los pobres a un gasto innecesario.
El Gobierno debe tomar medidas para eliminar tal barbaridad, entre ellas, la que coronaría el progreso en el país: la socialización de la medicina. El socialismo en Venezuela debe dar un paso trascendente al socializar la profesión médica.
Si el remarcaje de precios en un supermercado es suficiente para expropiarlo, ¿cómo no acabar con el abusivo mercantilismo en el campo de la salud?, aunque la verdadera razón de la socialización es la justicia social, el progreso.
Abogado