Jesús González era un ser entregado en cuerpo y alma al canto coral. Lo constatábamos en cada ensayo de la Coral “José Antonio Calcaño”, que bajo la batuta de Isaac Hernández, se nutrió en mucho de quienes antes estuvimos en el orfeón del liceo “Pedro Emilio Coll”, de donde egresamos bachilleres y soñadores. “Evohe, mare nostrum…”, “Zapatitos de lluvia /calza la pordiosera…”, “Pregúntale a ese mar/ donde solía llorar mi corazón/ si por la arena…”
Y así, con dulce silbo, Jesús González llegó al Orfeón Universitario.
En las correderas inolvidables por los pasillos universitarios una tarde nos dijo que se iba a Las Azores. “Tráeme un cenicero típico, y tus cuentos al regreso”, le pedí. Así lo prometió. Pero no pudo cumplir.
Jesús González fue entregado a la muerte la madrugada del 3 de septiembre de 1976, seguramente con un canto en los labios. Como él, 68 venezolanos más seguramente serán recordados con nostalgia por los anónimos de la tierra que los vio morir, curiosamente llamada Angra do Heroísmo, y por los anónimos de la tierra que los vio nacer, Venezuela, en reto a la desmemoria que abarca los absurdos episodios de ese año terrible que en mucho enlutó el claustro ucevista; que Jorge Rodríguez también emergido de su seno había sido velado hacía poco, en el recinto…
Se cumplen hoy 28 años de aquél llanto terrible, de aquellas partituras clamando por las voces, de aquél diapasón que no encontró los labios de Adames, el Maestro, de aquél himno patrio ensayado en la tormenta para ensanchar ternuras, para calmar los miedos…
Las preguntas de entonces, las mismas que reposan todavía en el alma de miles de venezolanos son hoy lección para no olvidar, por Dios, para no olvidar que en aquella reunión de orfeonistas se supo de la negativa presidencial de dinero y pasajes comerciales, en aquél pobre gobierno rico que prefirió que el arte y los sueños viajaran en la barriga de un avión de carga, en lugar de hacerlo en aquella línea aérea de las siete estrellas, que le pertenecía.
Jesús González nunca trajo el cenicero, pero en los aires de la música coral que tanto amamos está esa historia que hoy, canto y llanto común, se alza acusando a la vergüenza con el vocablo griego que invita a la lucha responsable… Evohe/mare nostrum…
Pregúntale a ese mar/ que el mar lo sabe…
lilrodriguez@cantv.net