Referendo oculto del paro golpista
Earle Herrera
Los artículos constitucionales sobre los referenda son tan claros, que hasta Carlos Ortega y Carlos Fernández, sin un esfuerzo agotador, pudieran entenderlos.
De modo que los “dos millones” de firmas que salieron de las bóvedas de un banco (qué casualidad), como el improcedente referendo consultivo, son fraudulentos y mediáticos pretextos para la reposición del ya conocido guión del 11 de abril, esto es, el intento de hacerse del poder por la vía violenta.
El último capítulo de aquel libreto fueron las víctimas de punte Llaguno.
El epílogo, la Carmonada, con todo su sainete miraflorino. No esperaban, ni ellos ni sus socios de afuera, un postepílogo, pero lo hubo. El pueblo y la Fuerza Armada constitucionalista lo escribieron. Como los escritores malos a los que les rechazan un libro, en lugar de cambiar de tema y escribir otro, se empeñan en rehacer el mismo casi al carbón, aunque le cambien portada y título, y en aquella estampen millares de firmas y a éste lo denominen referendo consultivo. El bodrio es el mismo.
Esta gente hace su marcha, entrega sus firmas y antes, durante y después, sigue hablando de paro indefinido y guerra civil. No esperan que chequeen las rúbricas – ¿por qué será– y que los organismos competentes se pronuncien en cuanto a la procedencia o no de lo que solicitan.
A todo el país le ponen una pistola en la nuca y amenazan con huelga, quiebra de la nación y conflicto armado. ¿Es que dudan ellos mismos de la autenticidad de las famosas firmas?
Hay dudas que son una certeza.
¿Saben que lo de referendo consultivo no resiste el menor análisis? Por supuesto que lo saben. De allí las amenazas de destruir el país si nos se les aprueba esto o aquello.
Con firmas y consultas inconstitucionales no buscan otra cosa que calentar el ambiente, primero para el paro y, luego, para la salida violenta.
Llegan a las mesas de diálogo, amenazando con abandonarla si no aceptan sus propuestas. El guión tiene el problema de que los personajes están vivos (y además lo son).
La Carmonada dejó a unos cuantos después que transitaron todos los capítulos. Si se da el escenario violento que esperan, volverá a ocurrir.
Los de Fedecámaras ganan con cualquier actor golpista. Los de la CTV –o sea, AD– pudieran llevarse una desagradable sorpresa.
Plaza Francia no está engolosinada, como quisiera creer Ortega. Los uniformados de allí saben que a la hora de cualquier salida violenta o inconstitucional, serán ellos los que tomarán la batuta. Sin tener el poder, deciden en Altamira quién sube y quién no a la tarima. Y hasta les fijan el tiempo. En el río revuelto del fascismo, en lugar de estar tomando el tiempo a los civiles, les dictarán órdenes.
A un Enrique Mendoza a lo mejor le permitan satisfacer algún capricho, como “cerrar esa basura” .
Pero que no aspire a pasar de allí.
Los adecos son un caso aparte y dramático. Dicen haber recogido 700 mil firmas, pero no las pueden entregar ellos mismos porque “rayarían” a la “sociedad civil” . Se las dan a otros para que hagan pantalla. Si la salida es violenta como añoran Marín y Ortega, los militares golpistas han dicho que no quieren volver al pasado (es decir, a AD y Copei) . De darse unas elecciones, desde ya las ONG y los factores civiles tienen vetada cualquiera candidatura de ese partido. Lo mejor para ellos sería esperar los lapsos constitucionales y buscar fortalecerse, pero Plaza Francia los hace desesperarse y optan por ser vagón de cola de golpistas o de lechuguinos.
El paro indefinido ya está escrito.
Las firmas y el referendo consultivo son las mascaradas de la agenda oculta. El paro se terminará agotando como la Plaza Francia, sólo que más rápido. Sin golpe, será un fracaso.
Y con golpe, también. El único camino de posible ganancia para la oposición democrática se lo señala la Constitución: el referendo revocatorio.
Pero se empeña en coquetear con el vacío. Si salta, como al sapo, le espera la estaca.