La denuncia de un supuesto fraude en el revocatorio, calificado rimbombantemente de “cualitativo, masivo, continuado y selectivo” por parte de la oposición, está resultando un homicidio sin muerto, sin arma del delito, sin escena, sin testigos, pero homicidio al fin. Basta con que ellos lo digan para que sea así.
No han podido probarlo. No han pasado de presunciones y de proyecciones estadísticas manipuladas. El mismo argumento esgrimido con palabras distintas. Pero el asunto sigue sin convencer a nadie. Según Timoteo Zambrano, ahora hasta Jennifer McCoy es chavista y el Centro Carter, de la noche a la mañana, es un pilar del Gobierno que se prestó para la estafa.
Lo mejor de sus declaraciones se concentró en la conclusión de que no tiene sentido la observación del CC en nuestros procesos electorales, porque está dando visos de parcialidad.
Si lo que quiere decir con eso es que no los invitemos más, por mi parte, estoy de acuerdo. La mejor ayuda que la observación internacional nos ha hecho es avalar nuestro proceso referendario porque como quiera que eso disgusta a la oposición, seguro que de ahora en adelante se opondrán a que los invitemos. Perfecto.
Por otro lado, el informe preliminar sobre el presunto delito electoral que presentó el abogado Tulio Álvarez no está exento de las contradicciones que han venido derrumbando las tesis opositoras en los últimos tiempos. El grupo de personas que elaboró el informe descubrió que los pobladores de las zonas rurales más alejadas (y hasta ahora más desasistidas) se tienen que movilizar hacia los centros de votación al momento de una elección. Olvida el constitucionalista que hay muchos pueblitos donde no existen centros y cuyos habitantes nunca habían sido tomados en cuenta para ningún evento electoral. Si ahora se desp! lazaron para votar y ello modificó el patrón de conducta electoral, la única señal de alarma que yo veo es que la oposición no se había dado cuenta de que los marginales ahora participan en política en este país. Y los nuevos cedulados y los extranjeros nacionalizados también.
El informe asegura que el domingo 15 se produjo una movilización irregular de 300 mil personas para votar manualmente.
Si el Comando Maisanta fue capaz de semejante despliegue de organización, sin que los demás nos diéramos cuenta sino un mes después, es digno de reconocimiento. Cada vez que en Caracas se produce una marcha de carácter nacional que busca plenar la avenida Bolívar en respaldo al Presidente, inmediatamente los canales muestran los autobuses (que por cierto nunca están escondidos sino más bien muy identificados) que sirvieron para transportar a los manifestantes.
Tremendo tubazo le dio entonces el Gobierno a la oposición para esconder, sin que ninguna cámara los tomara, a esos 6 mil autobuses en un largo aproximado de 12 kilómetros, que deberían haber trasladado de un lado a otro a esos fantasmas votantes.
Ahora vendrán las impugnaciones y después de que las instancias judiciales digan que no tienen razón, entonces acusarán al TSJ de chavista. Este huracán Fraude que la oposición se inventó a sí misma seguirá ocasionando estragos entre sus seguidores, mientras ellos sigan empeñados en soplarle vientos.
Periodista
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