Historia i Vida (parte I)

El 19 de abril de 1810

“Diez años de libertad se solemnizan este día…

El 19 de abril nació Colombia”

Simón Bolívar

En el décimo aniversario de este día en 1820

I

Para hablar de este día principalísimo i originario de nuestra patria i de nuestra historia, es tanta la bibliografía i las interpretaciones que se pueden dar, que un artículo de opinión histórica para orientar, se dificulta en ser breve. Por eso aclaro que en medio de la serie de autores importantes que guardo o atesoro en mi biblioteca, escogeré además de los hechos narrados, algunos aspectos que me impactan más, cuando me he acostumbrado a transitar por los caminos de la Filosofía de la Historia. Por ello, he escogido las dos mejores biografías bolivarianas a mi juicio i de otros historiadores consultados en distintas ocasiones; las obras de Indalecio Liévano Aguirre, la de Augusto Mijares i de Felipe Larrazábal (no conocido por muchos sus tres tomos) i como contra partida en extranjeros, la de Gerard Masur i la de Salvador de Madariaga; el primero con su obra escrita por devoción i admiración mui personal respecto al Libertador –la mejor i más neutra o desapasionada− i el segundo como el más notable de sus detractores, aunque opaque su personal condición de historiador. Cuando se inauguró la Universidad Bolivariana en el Zulia, expuse ante dos grupos estudiantiles de más de 500 integrantes cada uno, una extensa relación bibliográfica sobre Simón Bolívar, hice un amplio bosquejo biográfico i señalé algunas fechas como ésta del 19 de abril de 1810. Lamentablemente, muchos olvidan.

Lo primero que debemos hacer para volver al pasado glorioso de nuestra gesta libertadora, es saber situarnos en el tiempo e imaginar lo mejor posible aquellas ciudades-pueblos grandes, la carencia de los adelantos tecnológicos que nos son familiares, lo retardado de los viajes transcontinentales en grandes veleros i la casi absoluta carencia de rutas terrestres que no eran otra cosa que caminos selváticos, arenosos, sumergidos en la fosca i los bosques i montaña casi impenetrables, a caballo, mulas, burros o simplemente a pie, i los pueblos de casas rudimentarias, con techos de aneas, tejas de barro, i farolas de aceite i velas, así estuviesen acumuladas en candelabros lujosos. Éramos colonia, pueblos “inferiores” sometidos a un imperio, i aunque ciertos adelantos nos fueron prestados pero en manos ajenas, ya después de trescientos años de espera como citaba Bolívar, veamos lo que él decía al respecto i que constituye la primera cita bolivariana que incluye Liévano Aguirre cuando inicia el Capítulo VI, titulado Una rebelión de minorías:

“Los americanos, en el sistema español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores; y aun esta parte, coartada con restricciones chocantes: tales como las prohibiciones del cultivo de frutas de Europa, el estanco de la producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta los objetos de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se traten, entiendan ni negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grama, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganados; los desiertos para cazar las bestias feroces; las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta. Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así, ausentes del universo en cuanto a ciencia del gobierno y administración del Estado”. Simón Bolívar.

Ahora, haciendo un paréntesis de historia e introduciendo una reflexión política, ¿No encuentra el lector una similitud casi exacta a los que sucedía en esa época colonial con el Imperio Español i lo que nos sucede hoi, en toda la América latina con el Imperio Yanqui del Norte? Estábamos durante la IV República i en especial durante el Puntofijismo neoliberal, exactamente “abstraídos –digámoslo así con palabras de Bolívar−ausentes del universo en cuanto a ciencia de gobierno i administración del Estado”. Abstraídos de todo i con una dependencia absoluta en casi todos los terrenos de la vida civilizada; por eso esta revolución bolivariana del presente, es la continuación de aquella epopeya libertadora que quedó incompleta i todavía, a Bolívar el Libertador de seis repúblicas, le falta mucho por hacer en América.

Volvamos al 19 de abril de 1810. Eran los tiempos de la invasión napoleónica a España, la destitución de Fernando VI, la constitución de juntas populares en España i una Junta General o Superior depositaria de los derechos del rei, cosas que conocidas en el Nuevo Mundo, fueron imitadas con prontitud. Así dice Liévano Aguirre: “Pero si los movimientos de insurrección acaecidos en 1808 y 1810 buscaron conservar los derechos de Fernando VII, los profundos antagonismos de clases (el subrayado es mío) que existían en América determinaron también desacuerdos y choques en cuyos desarrollos naufragaría a la postre la lealtad de los americanos por el rey Fernando. El más destacados de estos antagonismos, es el que existía entre los criollos y los españoles residentes en América –quienes gozaban de todos los privilegios− y ocupaban los más altos cargos en las colonias”. Por eso más adelante dice “los criollos proclamaron desde los cabildos la necesidad de juntas populares soberanas y los españoles se declararon solidarios con la Junta Superior de España” Por eso estos señores, con razón para ellos, rechazaron a los emisarios franceses que vinieron a pedir reconocimiento para José Bonaparte (Pepe Botella) i el príncipe Murat, i manifestaron por las calle su apoyo i devoción al rei Fernando. Eso sucedía el día 15; el 16, siguiendo al autor citado, el pueblo de la ciudad instigado por los criollos, pidió una junta encabezada por mantuanos, entre ellos los Toros, Sojos i Montillas, que fuese una Junta Suprema de Caracas presionando para la constitución de esa junta, lograron que el Capitán General que precedió a Emparan, o sea Don Juan Casas accediera a ello con reservas, i al saber que otra Junta en Sevilla seguía en resistencia como autoridad legítima de España ante el invasor, declaró la autoridad del imperio español en la colonia. Esto, que fue desfavorable para el pueblo de Caracas, se convirtió otra vez en positivo, al saberse que la Junta de Sevilla había claudicado al extenderse la invasión francesa por Andalucía (día 17). Entonces lograron que el Alcalde de Caracas, Don José de las Llamozas, hiciese una convocatoria general en el Ayuntamiento para el día 19 de abril que comentamos. Dice Indalecio Liévano Aguirre: “El día 19 por la mañana, cuando el capitán general Emparan se dirige a las Casas Consistoriales para instalar el Cabildo, encontró el recinto rodeado de una concurrencia heterogénea en la cual no le fue difícil percibir una marcada hostilidad”. Estaba a punto de sucederse los momentos más notables de este día transcendental en nuestra historia.

Gerard Masur ve las cosas de más tiempo atrás. Dice que cuando Bolívar regresó a Venezuela en 1807, era obvio que Miranda había fracasado en sus intentos libertarios, lo que atribuye a la ingenuidad de sus planes, su mala organización i ejecución de sus invasiones que le ocultaron la estrella de todas las probabilidades de éxito, aunque pese a todo se atrajo l simpatía de gran parte de la población i de los jóvenes criollos. Cree también que en Europa, como decía Hegel, Napoleón fue el “secretario del Espíritu del Mundo”, aunque sólo pensaba en si mismo i en el logro del poder i que después de la victoria de Nelson en Trafalgar, había quedado destruida la esperanza de conquistar a Inglaterra. Por eso para obligar a Inglaterra a capitular cerrándole todos los puertos de Europa, observó que todavía existían regiones que no estaba completamente controladas por Francia, tal como el caso particular de la Península Ibérica integrada por España i Portugal. He aquí el motivo principal de la invasión que destronó a Fernando VII. Venezuela, afirma Masur, “ estaba sumida en la más supina ignorancia en cuanto al estado de las cosas en Europa” i las primeras noticias empezaron a llegar en 1808; la caída de España se comprobó con la llegada en ese año de un barco francés al puerto La Guaira trayendo representantes del gobierno francés. I cuando comenzó una protesta contra la usurpación napoleónica, terminó con una verdadera revolución contra la dominación española. I para finalizar lo que opina sobre ese día memorable, dice que para el pueblo venezolano “Sólo uno de los tres grandes gritos de batalla de la Revolución Francesa, Liberté, interesaba a los sudamericanos. Egalité y Fraternité, apenas si se mencionaban”. Para las colonias de América, la palabra Libertad quería decir independencia nacional.

Continuará.

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Roberto Jiménez Maggiolo


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