La muerte del Libertador Simón Bolívar

Motivo de controversia infundada hasta donde sabe la Historia i la Ciencia Médica

“La verdad puede, es cierto, tenerse

 sobre un pie; pero sobre dos marchará

 y hará su camino”

 Nietzsche 

 Estos artículos que, presumo, serán posiblemente otros, van dedicados especialmente a mi admirado i respetado presidente de la República Bolivariana de Venezuela,  Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, como un aporte en lo que ha llamado, la guerra de las ideas, i las verdades i logros del proceso revolucionario de transición al socialismo, dentro del cual siento especial preocupación por la ética.

 Estamos en un momento, querer sostener una verdad en un solo pie, lo que posiblemente la convierta en un espejismo o en un fraude provocado por la política i los intereses más ajenos al la objetividad histórica i a los aportes de la ciencia, en este caso particular la medicina, cuando se ha vuelto a convertir una simple sospecha que es válido el tenerla o pensarla, aunque sin pruebas eficientes i demostrables, para querer convertirla arbitrariamente en una afirmación. La opinión de un médico norteamericano, el Dr. Paul Auwaerter, por ser el director clínico de la División de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, parece haber impresionado i otorgado indebidamente, autoridad histórica i científica para afirmar que, “ la muerte de Bolívar fue causada por un envenenamiento crónico por arsénico, que lo condujo a una grave enfermedad respiratoria”.   Para ello, la noticia que obtuve en principio por Internet, luego por PANORAMA, dice previamente que “el fallecimiento del héroe siempre estuvo rodeado de misterio” lo que es falso, a no ser en los últimos años, cundo algunos asomaron la posibilidad del asesinato, por haber sufrido antes algunos atentados a su integridad física. Sin embargo, son muchas veces inventos para encontrar cómo llamar la atención. Entre los tantos libros que tiene mi biblioteca de textos de historia, biografías del Libertador, poseo una lista de textos especialmente dedicados a la enfermedad i la muerte del Libertador, de los que había hecho una larga lista con títulos, autores, editoriales i páginas que, lamentablemente, en una de esa “trampas” que hacen las computadoras cuando descuidamos guardar el texto desde el comienzo, me la borró i ahora decidí referirme a esas obras a medida que escribo. En verdad, existe una rica bibliografía al respecto i desde aquella PSICOPATOLOGÍA DE BOLÍVAR de Diego Carbonell (sobre la cual mi padre escribió) i la PATOBILOGÍA DE SIMÓN BOLÍVAR de Antonio Martínez Zulaica, se han escribo obras formidables como estas que pasan de 400 a 500 páginas. Así, la Universidad Central de Venezuela, publicó en Homenaje al sesquicentenario de su muerte, una obra titulada  HA MUERTO EL LIBERTADOR, sumamente interesante e ilustrativa tratando del Libertador enfermo. También la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina i Academia Nacional de la Historia en 1976 publicaron ENFERMEDAD Y MUERTE DEL LIBERTADOR, donde no solamente varios autores venezolanos de reconocida trayectoria intelectual enfocando el problema, sino que Manuel Pérez Vila, aporta una reseña Bibliográfica sobre el tema. También es excelente el libro de R.D. Silva Uzcátegui, HISTORIA BIOLÓGICA DE BOLÍVAR publicado por la ULA, a lo que se agregan EL LIBERTADOR ENFERMO, de Oscar Beaujon, el POSTRER ALIENTO DEL LIBERTADOR , de José Molinares, LA VERDADERA CAUSA DE LA MUERTE DEL LIBERTADOR de Orlando Arrieta, PERFILES JURÍDICO Y NEUROPATOLÓGICO DEL LIBERTADOR. ENFERMEDADES DEL LIBERTADOR, de Humberto Gutiérrez, EL LIBERTADOR EN AGONÍA, de Andrés Sorel, EL CRÁNEO DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR, DE José “Pepe” Izquierdo el célebre anatomista venezolano i hasta obras que orientan como EL CORAZÓN DEL LIBERTADOR de Ciro Vega Aguilera o CIENCIA Y TECNOLOGÍA en tiempos de Simón Bolívar, de Tulio Arends, para que recordemos que no podemos “ver” el pasado con los ojos del presente, sin situarnos a aquella época lejana de 200 o más años, cuando no era posible imaginar conspiraciones para asesinar como las de hoi, i cuando los recursos menos permitían continuidad de un plan (envenenamiento crónico, dice el norteamericano). También José Rafael Fortique nos muestra como era los tiempos  aquellos, en LOS ASPECTOS MÉDICOS EN LOS TIEMPOS DE NUESTRA GUERRA DE INDEPENDENCIA.

 Sin embargo ha sucedido que, apareció (creo que luego de la obra de Mier Hoffman) un librito, lamentablemente publicado por la Fundación Simón Bolívar que, habla del asesinado de Bolívar (segunda edición) mezclada con algo teatral, verdaderamente un adefesio por lo que omito el autor. Sólo sé que anoté al final cuando lo leí: “es un pobre libro que no aporta nada. ¡Es un mamarracho de libro!” Pero regó la idea del asesinato.

 Empero, apareció también la obra de Jorge Mier Hoffman, titulada LA CARTA. I como subtitulos esparcidos: “que cambiará la historia” i más abajo, Cómo, Cuándo, Quién lo mató i Dónde está Bolívar. Confieso que comencé a leerlo i lo aplacé por otros libros i compromisos urgentes; pero ahora he reiniciado su lectura para opinar con propiedad. Este señor es un Analista de Sistemas, graduado en Computación Electrónica; he leído muchos de sus escritos por Internet i APORREA, lo creo un hombre capaz, inteligente i dice la solapa del libro que lleva más de veinticinco años estudiando el legado histórico del Libertador i ha desempeñado cargos importantes relacionado con lo histórico, aunque dudo que pese a todo, tenga credenciales de historiador o de científico i conocimientos  de  medicina. Mucho menos que conozca Filosofía de la Historia.  Por eso cuando complete la lectura de su libro, volveré sobre el tema. Opinar, o mejor, afirmar que Simón Bolívar fue asesinado, por datos extraídos i sugeridos por una carta a Fanny Du Villars que muchos dicen que es apócrifa, me resulta temerario. Los historiadores profesionales, al menos, dicen que la última carta del Libertador fue para el general Justo Briceño, (11 de diciembre de 1830) con la encomienda de reconstruir la amistad con el general Rafael Urdaneta, entonces el último presidente de Colombia, i una sentida despedida para siempre,  del amigo.

 En cuanto a que un profesor médico de los estados Unidos, se haya ocupado de investigar sobre la muerte de Simón Bolívar, a quien ellos en sus colegios i universidades ignoran; antes lo consideraban un guerrero –como lo hace Arciniegas en Colombia−  que le cabía más al nombre de guerrillero, i desde la era Bush el de terrorista; que Venezuela es simplemente un país petrolero que nos saben si está en el África o que era la tierra de Carrasquelito i Luis Aparicio antes, i la de Guillén i Santana ahora,  nos venga a decir que ha estudiado la Historia Clínica de Bolívar, que conoce nuestra historia independentista i que murió por envenenamiento crónico con arsénico, a mi me suena como si se lo hubiese dictado la CIA para echarnos a debatir o pelear a los venezolanos, i eso es desestabilización política planificada. Se sabe que Bolívar tenía escoriaciones lumbares por parches o cataplasmas de cantaridina que le ponían en algunos tratamientos; este es un producto que se usaba como revulsivo o vesicante, para afecciones de la piel o también enfermedades internas como la tuberculosis entre ellas, i con sumo cuidado para los riñones, pues se mezclaba con arsenicales. La Cantaridina se saca de un insecto coleóptero, que tiene un cuerpo negro con un abdomen de verde brillante con visos dorados, i se preparaban cataplasmas conjuntamente con arsenicales como el de amonio, o hasta el de quinina, para la malaria o paludismo. Bolívar los recibió quizá varias veces en su vida,  i posiblemente lesionó sus riñones al final, puesto que Reverend anota que luego de una casi total anuria,  o mejor oliguria, el Libertador orinó sangre. En esto insistía el Dr. José Ordóñez Marín, el primer decano que tuvimos en los estudios de medicina i era un internista, radiólogo i cardiólogo de extensa cultura, incluyendo la histórica. Fue profesor de Historia de Venezuela. Bolívar tenía dos escaras lumbares, producto de esos vejigatorios, como se decía. De manera que no sería de extrañar que si examinaran los restos –que deben ser intocables, sagrados, dignos del mayor respeto por todos los seres del planeta− se encontraran vestigios de arsénico lo que no probaría absolutamente nada. Tanto en Filosofía, en lógica o en medicina, decimos que nada tiene una causa única, sino una constelación causal i Bolívar que debió tener una primo infección tuberculosa desde niño, cuando murió su madre con una tuberculosis terrible, él tenía 9 años; además hubo otros contagios i todos los síntomas de su final, eran patognomónicos de una tuberculosis pulmonar. Además es falso que estaba sano i repentinamente se puso mal; se puede probar por cartas, testimonios de sus contemporáneos, obras de pintores i dibujantes, etc., que venía mui mal desde 1829 i desde enero de 1830 esos síntomas empeoraron. Cuando llegó a Barranquilla en aquel viaje final, estaba prácticamente en deplorables condiciones i solamente lo mantenía en pie, el coraje de un hombre que de alma fue un gigante. Empero, cuando se trasladó a Santa Marta en la goleta Manuel de Joaquín de Mier, fue para que vomitara mucho i expulsara miasmas i la bilis negra o mala. De modo que al llegar a Santa Marta, tanto para Reverand como para el Dr. Night de la marina norteamericana, era un caso típico de gran afección pulmonar i fue trasladado en silla de ruedas (?) o a hombro según creo. En los 16 días que siguieron, tuvo leves mejorías i recaídas, pero desde antes, él mismo sabía que había emprendido el camino hacia el final de la vida. Cuando pasó la última Navidad  en 1829 (lo describo en un Folleto que publiqué hace algunos años, con el título de LA ÚLTIMA NAVIDAD DEL LIBERTADOR, aunque hice inventario de donde había pasado todas la navidades desde que nació); describo allí, que dio un documento al dueño de la Hacienda que lo alojó en las afueras de Cali, autenticando el regalo de una espada que le había dado dos años antes; i le regaló a la esposa un anillito de brillantes que formaba un pequeño corazón, el mismo que le ofreció de compromiso i boda, a su María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza, desprendiéndose de un tesoro que llevó con él durante años de guerra i libertad de pueblos, prueba de que sabía lo que le esperaba en poco tiempo. A esto agreguemos la principal prueba: los informes diarios al principio i varias veces en el día al final, llevados por el Dr. Próspero Reverend que,  todos los venezolanos deberíamos conocer. Lo de ¡cómo saldré de este laberinto! Lo dijo el 6 de diciembre, no al final; es incierto que se confesara i recibiera los sacramentos de la iglesia ni había allí un sacerdote al momento de morir como lo pintó Herrera Toro. La autopsia, estudiada por muchísimos médicos i especialistas, es demostrativa de una tuberculosis, con pleuresía, con un nódulo de prima infección del tamaño de una avellana o una nuez pequeña i los síntomas son patognomónicos de una tuberculosis pulmonar, aunque hubiese otras localizaciones. Nunca se muere de una sola causa; la gente sabe que al final, todo se complica i nuevos elementos agravantes hacen su aparición. Hacer, alguna cita de García Márquez, a quien admiro i quiero, no tiene valor ni médico ni histórico; lo suyo es una novela, con muchísimos errores, pese a que el historiador Vinicio Romero Martínez, corrigió algunos. Desde hace años di una larga conferencia en la Academia de la Historia i en el Colegio de Médicos, sobre la obra EL GENERAL EN SU LABERINTO, de la cual conozco sus originales, i cito esos errores, algunos corregidos como el de llamar Campaña Admirable a la lucha de guerrillas en el rio Magdalena, o que Bolívar se dio un “atracón” de mangos (se cambió a guayaba) porque él murió en 1830 i la mangífera índica llegó a Venezuela en 1853, según está demostrado.

 Finalmente, hai médicos que han propuesto otros diagnósticos sobre el final de Simón Bolívar, pero ninguno ha podido superar lo que parece la verdad con dos pies que cita Nietzsche. Bolívar, hasta el momento lo afirmo con multitud de pruebas a la mano, murió de Tuberculosis Pulmonar, aunque sufría o sufrió otras enfermedades. No descarto a priori, las investigaciones respetables del señor Mier Hoffman, pero cuando lea completo su libro, como ya dije, volveré sobre el tema. I en cuanto al médico norteamericano que ha causado alarma, estamos los venezolanos que amamos i conocemos a nuestro Simón Bolívar, dispuestos a defender la verdad histórica que tenemos, cuando quiera darnos las pruebas que tiene. En cuanto a mi presidente, solamente i con todo el respeto que le profeso, pregunto: ¿qué valor histórico, político, cultural, filosófico, ideológico, social o ético, tiene el querer señalar que no murió por una enfermedad sino que lo mataron o asesinaron? El asesinato sabemos que es rutina de los gobiernos poderosos, fascistas o imperiales. Donde no se respetan las leyes ni los derechos Humanos, todo lo criminal i anti ético es posible o es rutina. Mientras tanto, cuidemos la grandeza histórica i la belleza universal, de un héroe como Simón Bolívar i por sobre todo, respetemos sus restos i su paz del sepulcro.

robertojjm@hotmail.com



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Roberto Jiménez Maggiolo


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