A quienes, como el Che, no asumen la revolución para vivir de ella, sino que la llevan en el corazón para morir por ella.
Icono indiscutible de la revolución a nivel mundial, Ernesto Guevara de la Serna, el Che, médico de profesión, pero revolucionario de convicción, ha trascendido el limitado marco a que quiso reducirlo la comercialización de su imagen legendaria para convertirse, ahora con mayor vigencia y simbolismo, en la referencia obligada de la lucha de los pueblos contra el imperialismo y la dominación globalizadora de nuestros tiempos.
Ciertamente, más allá del mito, está el legado de su ejemplo y pensamiento. Está su vocación de revolucionario internacionalista que le hizo desechar los prejuicios chovinistas que exhiben algunos seudo revolucionarios para quienes la revolución es, simplemente, un proceso que debe desarrollarse exclusivamente fronteras adentro, sin comprender cabalmente que ésta integra una lucha continua y solidaria con los demás pueblos del planeta. Argentino de nacimiento, tuvo ocasión de demostrarlo en Guatemala, en 1954, cuando el gobierno de Estados Unidos hizo derrocar al Presidente Jacobo Árbenz y, luego, cuando se embarcó para Cuba, acompañando a Fidel Castro y otros ochenta combatientes, para iniciar una guerra de guerrillas que, finalmente, derrotó la dictadura pro-yanqui de Fulgencio Batista, en 1959. Esa visión internacionalista de la revolución que lo equiparaba a Bolívar y a otros tantos revolucionarios latino-caribeños, le llevó a dejar Cuba e incorporarse a las guerrillas que combatían el colonialismo europeo en África; llegando a acariciar la idea no consumada de unirse a la lucha armada en Venezuela para, finalmente, iniciar lo que sería el epílogo de su aventura revolucionaria: Bolivia, donde sería asesinado en la humilde escuelita rural de La Higuera, el 8 de octubre de 1967.
A la par de sus dotes militares conocidas, el Che se mostró, también, preocupado por disponer de las herramientas ideológicas, como técnicas, con las cuales destruir el orden imperante de explotación y alienación, y construir en su lugar uno nuevo, en el cual prevaleciera la emancipación integral del ser humano. Así, teorizó sobre el hombre nuevo que debía emerger para la construcción de esa sociedad de nuevo tipo que visualizaba en el socialismo. “Pero no es que reuniera esa doble característica de ser hombre de ideas, y de ideas profundas, la de ser hombre de acción –como lo recordara Fidel en ocasión de la velada en memoria del Che, el 15 de octubre de 1967- sino que Che reunía como revolucionario las virtudes de un revolucionario: hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha. Constituyó, por sus virtudes, lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario”.
Aunado a ello, siempre quiso estimular la conciencia revolucionaria mediante el trabajo voluntario, sin remuneración alguna, buscando que el pueblo cubano se convirtiera en fuerza vital para lograr los cambios estructurales que contempla la Revolución en todo momento. Para el Che, el liderazgo revolucionario –si es auténticamente revolucionario- cuestiona lo tradicional. De ahí que, estudioso de Marx, Engels y Lenin, llegara a cuestionar el dogmatismo soviético que contradecía los postulados ideológicos del materialismo científico y que devino en un nuevo modelo de opresión colectiva e imperialismo a nombre del proletariado. Para él, cualquier grupo o individualidad que antepusiera sus intereses particulares a los del colectivo, no merecía el honroso calificativo de revolucionario. Por ello, su ejemplo es incómodo para algunos.
El 11 de octubre de 1967, Walt Rostow, asesor del presidente Lyndon Johnson, le envía un memorando donde analiza las implicaciones de la muerte de Guevara: "Su muerte marca la desaparición de otro de los agresivos revolucionarios románticos...En el contexto latinoamericano, tendrá un gran impacto en descorazonar futuros guerrilleros”. Esto, sin embargo, no ha sido posible. Mientras los pueblos luchen por su emancipación, tendrá vida el Che y eso, quizás, es lo que más le duele a sus asesinos de Washington.-
*Candidato a Diputado del CLR por el Circuito 5 (Araure)por el Movimiento por la Democracia Directa (MDD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV).