15 de septiembre 2008. - Decenas de miles de bolivianos organizaron hoy en La Paz una gran marcha en apoyo al presidente Evo Morales y para reclamar justicia, tras el estallido de violencia en las regiones controladas por gobernadores de la oposición.
Venidos de la inmensa ciudad dormitorio de El Alto, en las alturas de la capital, donde viven comunidades indígenas de las que es oriundo Evo Morales, los manifestantes desfilaron en medio de un concierto de petardos, blandiendo banderas bolivianas, símbolo de la unidad nacional.
"¡Prefectos, asesinos, queremos su cabeza!", gritaba la multitud en referencia a los enfrentamientos surgidos en cinco regiones ricas (Santa Cruz, Pando, Beni, Tarija y Chuquisaca), que se oponen abiertamente al presidente socialista. "Estamos dispuestos a dar la vida para defender al compañero Evo", declaró Hermina Choquetarki, una madre de familia de 50 años, cubierta con el tradicional sombrero redondo andino.
Las regiones opositoras, que contienen los principales yacimientos y tierras fértiles del país, reclaman una mayor autonomía y principalmente la gestión del lucrativo impuesto sobre los hidrocarburos. Pobladas principalmente por habitantes mestizos o blancos, estas regiones rechazan el proyecto de Constitución socialista y de reforma agraria que el primer presidente indígena quiere que adopte por referéndum el país de 10 millones de habitantes, el más pobre de América del Sur.
Los partidarios de Morales tomaron como principal blanco al gobernador de Pando, Leopoldo Fernández, acusado por las autoridades de violar el estado de sitio en esa región del norte, donde un balance provisorio cifra en 18 los muertos y en un centenar los heridos.
Un espantapájaros con la efigie del gobernador circulaba entre las filas de manifestantes que recorrían las inclinadas calles de la ciudad. "Leopoldo, cabrón, El Alto está caliente", gritaba a pleno pulmón una manifestante, con su hijo dormido a la espalda.
"He venido en memoria de las víctimas. La juventud es la que padece de la violencia", confía Natividad Flores, una empleada doméstica de 55 años. Sobre su chaqueta lleva prendido un pequeño cartel con el eslogan "por la dignidad y la unidad de Bolivia".
Braulio Rocha Tapia, dirigente sindical de los comerciales, vocifera contra "los opositores (que) quieren conservar todas las riquezas, todas las tierras". "No nos vamos a quedar los brazos cruzados", afirma este hombre de 42 años.
Las fuerzas del orden, equipadas de escudos y máscaras antigás, establecieron un cordón policial cerca de la embajada de Estados Unidos para impedir que el cortejo se acercase al edificio. Los partidarios del gobierno corearon eslóganes hostiles al diplomático estadounidense, Philip Goldberg, expulsado del país por Morales, quien le reprochó apoyar la oposición.
"Ese yanqui no vino para ayudar a Bolivia. Era cómplice de esos traidores que quieren sacarnos del poder", asegura una vendedora callejera.