La crítica sirve para definir...
Cómo Contruir El Socialismo
Se está produciendo una aceleración de la marcha del proceso de la Revolución Bolivariana. El Taller de Guayana donde se debatió la necesidad del control y participación en la gestión por parte de los trabajadores en las industrias básicas; la recuperación de tierras; la ocupación temporal de empresas abandonadas por sus patronos; la campaña contra Globovisión y, ya anteriormente, hechos políticos como la huida de Rosales, entre muchos otros, muestran un nuevo ritmo de la Revolución. Y por tanto, con todo ello, una aceleración de la lucha de clases. Frente a todos estos hechos se produjo uno nuevo, si se quiere superestructural, pero que atrapó la atención de sectores de vanguardia del proceso: El debate realizado en las jornadas «Intelectuales Democracia y Socialismo». Más que el debate en sí, las respuestas que recibió por parte del Presidente Chávez y del Canciller Maduro y algunos de los propagandistas del gobierno, sorprendieron por su destemplado tono.
Es posible que nadie esperara que una discusión de las tantas que se han realizado en el Centro Internacional Miranda (CIM) provocara tanto ruido en la situación política, manteniéndose su actualidad luego de 22 días de ocurrido el evento.
La razón hay que buscarla en el cambio de coyuntura política que vive el país. La radicalización del proceso lleva, como lo muestra la historia de las revoluciones democráticas y antiimperialistas, a definiciones y a nuevos alineamientos en las fuerzas activas del proceso. El ejemplo más claro es el Taller de Guayana con la propuesta de control y gestión obrera que allí se defendió por parte de los trabajadores. Estos fenómenos provocan inmediatamente la reacción de sectores que ven perjudicar privilegios que han alcanzado en diez años de revolución. Por eso es muy probable que para concretar las aspiraciones de los trabajadores, estos tengan que enfrentarse a la reacción de una burocracia privilegiada por el control del manejo de esas industrias y los negocios multimillonarios que de ella se desprenden.
Mientras tanto el debate Democracia y Socialismo y las respuestas al mismo, muestran otros peligros para la profundización de la revolución. En primer lugar la resistencia de abrirse a la critica desde distintos sectores. Cuando esto no es más que empoderar al pueblo revolucionario no sólo en el manejo de las decisiones a nivel de las comunidades o en las nuevas comunas que pretenden desarrollarse, o en un sector de la industria. Sino en los grandes temas nacionales. Otra vez el Taller de Guayana fue un ejemplo, sólo que aislado no tendrá rumbo seguro. Un taller que reivindicamos como un hecho destacado de suma importancia para nuestro proceso y que habría que potencializar y masificar en un gran taller o un gran consejo nacional de trabajadores y movimientos sociales y populares de todo el país, definiendo junto al presidente Chávez las líneas maestras de un plan central rumbo a lo que viene, que no es todavía socialismo sino el inicio de la revolución socialista. El inicio de la transición al socialismo.
En un organismo como este seguramente tendría que desarrollarse muchos debates, críticas y propuestas. Como en pequeño, mostró el Taller de Guayana, pero seria de un poder formidable para aplicar las medidas revolucionarias una vez decididas democráticamente. ¿Y cómo sería esa democracia? Seguramente que no sería representativa como la de la cuarta republica ni simplemente electoral como la actual. Sería una verdadera democracia participativa en la transición al socialismo.
Un organismo así podría reflejar mucho más cabalmente la posición de los trabajadores en relación a la nueva Ley Orgánica del Trabajo, mucho más certeramente el perfil de una nueva Ley de Educación y Cultura, incluso hasta la nueva Ley de Patentes y la necesidad del desarrollo de una industria nacional de medicamentos podría debatirse más de acuerdo a las necesidades de la población. Lo mismo que se podría generalizar de manera planificada las ocupaciones de empresas abandonadas o cerradas por sus patronos como son hoy los casos de La Gaviota y Cafea.
La participación directa de voceros de los trabajadores y de todos los sectores populares en las decisiones que toma el gobierno sería un paso adelante enorme en la definición del perfil de nuestra revolución y del socialismo que pretendemos construir. Por supuesto, que requeriría de mucho debate y crítica y, resoluciones democráticas desde el punto de vista de clase. Ese es el problema que para nosotros destapó el debate en el CIM. Marea Socialista apoya la pertinencia y justeza del debate Democracia y Socialismo no porque coincida con todas las posiciones allí vertidas, que en verdad son diversas y muchas opuestas entre sí, sino porque el debate es la gasolina que necesita la nueva democracia socialista obrera y popular que debemos construir para avanzar en la transición.