5 de agosto de 2009.- Con la finalidad de crear espacios para debatir los desafíos del socialismo venezolano, un grupo de pensadores progresistas crearon una publicación denominada "Comuna, pensamiento crítico en la revolución” que circulará trimestralmente, a continuación la intervención de Vladimir Acosta:
Quiero decir
unas cuantas cosas, creo que a grosso modo como nosotros tenemos
10 años de atraso, este debate teórico ideológico tiene también
diez años de atraso. Lo iniciamos y de alguna manera se provocó un
conflicto que no tenia que provocarse porque realmente esa no era la
idea, pero bueno se provocó, se matizó, se suavizó y se abrió un
espacio para la discusión, que pudo haberse dado mucho antes y que
de igual manera tiene gran valor el haberlo hecho en la oportunidad
en la que se hizo, y continuarlo.
Quiero señalar
varias cosas. Lo primero es que las revoluciones y todos los procesos
de cambio son imprevisibles, no hay manera de preverlos; eso es como
los terremotos. Yo siempre cito una anécdota del propio Lenin. Lenin
en Enero de 1917 exiliado en Suiza, se reúne con unos jóvenes revolucionarios
Rusos, les da una conferencia y les dice: ya nosotros los viejos terminamos
nuestra misión les toca a ustedes los muchachos realizar la revolución.
Lenin tenía toda su vida organizando revoluciones y no podría prever
que venia una revolución un mes después. Lo siguiente es que al crear
los movimientos revolucionarios las teorías comienzan a fallar y comienzan
a fallar porque fueron construidas sobre las bases de otra praxis, de
otro contexto, de otras situaciones y tratar de generalizar eso, es
como el caso de la filosofía; aquello que decía Hegel acerca de la
Lechuza de Minerva que emprende vuelo al atardecer, la filosofía teoriza
sobre lo que ya cuajó, pero sobre lo que viene la filosofía no tiene
respuestas todavía.
Entonces
algo así pasa con las revoluciones, generan una serie de cambios de
cosas que hay que hacer sobre lo que realmente no se tiene respuesta
y sobre lo que no se tiene una teoría previa, y cuando se tiene entonces
todavía es peor, porque la teoría se convierte en un dogma, en una
camisa de fuerza que obliga a hacer cuadrar la realidad nueva con la
teoría que ya es vieja. Entonces las teorías ya no sirven del todo,
hay cosas generales que son validas pero muchas cosas en concreto no
funcionan del todo, y eso ha pasado en este proceso, desde la condena
del puntofijismo que fue el inicio, la tercera vía luego, unas cosas
humanistas después, luego se fue metiendo la lucha antiimperialista
y ha ido radicalizándose y avanzando justamente producto de las luchas
que se han tenido que enfrentar.
La tercera
cosa es lo siguiente. Cuando uno se involucra en el proceso revolucionario,
no es lo mismo estar en la universidad dando clase, escribiendo libros
sobre teorías, sobre lo que sea, sobre sociología como Rigoberto por
ejemplo, sino que cuando uno se involucra en lo que está pasando, que
generalmente le derrumba las cosas y encima de eso tiene un elemento
adicional y que se tiene que hacer cosas 24 horas al día, resolviendo
problemas, atendiendo a la gente; gente que uno cree que no entiende
demasiado, peor el que no entiende es uno. Entonces todo el tiempo
se va en eso y el espacio para la teoría, para construir la teoría
no es suficiente. Yo diría que son tres dificultades enormes que tiene
cualquier proceso.
Agregaría
un cuarto elemento aquí, y es que este proceso justamente no ha tenido
teoría, no partió de una teoría anterior ni siquiera para tener una
camisa de fuerza, al contrario fue improvisando las cosas y eso ha significado
también no sólo una limitación por ese lado; otra porque el hecho
de que el trabajo absorbe enormemente y no deja hacer nada; y una tercera,
y que si es original de este proceso, es que ha habido un profundo desprecio
por la teoría, un excesivo pragmatismo que tiene como excepción al
presidente. Chávez lee, estudia, aprende constantemente, va llenando
vacíos teóricos y se va enriqueciendo a veces dando bandazos porque
es inevitable que sea así, pero está pendiente de teorizar y sacar
conclusiones de lo que hace. Desgraciadamente la mayor parte de los
cuadros y funcionarios que forman parte de los equipos de gobierno no
tienen interés en la teoría, sino repetir lo que va diciendo el presidente
y la teoría simplemente es lo que el presidente va descubriendo y va
tratando de teorizar, y eso representa también una seria limitación
porque buena parte de esos dirigentes en la medida en que desprecian
la teoría, desprecian los debates teóricos porque esos debates les
descubren lagunas, les descubren fallas, y entonces su respuesta tiende
a ser la agresividad, la descalificación; estos habladores de paja,
estos teóricos, estos que se creen sabios porque vienen de una universidad
y saben más que uno, etc. Nadie sabe más que nadie salvo en las cosas
en las que uno es especialista. Yo no voy a discutir física nuclear
con un físico nuclear porque quedo en ridículo y no se pongan a discutir
de cosas que no saben conmigo porque van a quedar en ridículo, eso
es otra cosa.
Pero fundamentalmente
se trata de ese problema que desgraciadamente es parte de este proceso:
la subestimación y el desprecio por la teoría. Como dice Iraida Vargas,
hay que innovar. De hecho ni siquiera hace falta innovar, porque cuando
uno se mete en un proceso como este las cosas se innovan solas, uno
más bien tiene que tratar de entender y darle un sentido genérico
o global para poder sacarle utilidad y utilizarla con flexibilidad.
En nuestros casos entonces se lo come la praxis, se lo come la actividad
y como dijo Lenin (no me gusta estar citando a cada rato a Lenin, ya
lo he citado dos veces en esta oportunidad uno para citarlo y otra para
decir que), “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”.
Eso es verdad, cualquiera que sea la teoría, esta cambia, se enriquece,
no se trata de la de Lenin; no vamos a repetir que los intelectuales
les llevan el socialismo a los trabajadores después de 100 años, eso
es un hecho histórico que no tiene ningún valor. Los trabajadores
y campesinos han creado sus propias teorías y bastantes intelectuales
han traicionado los movimientos revolucionarios para que esa cosa tenga
sentido ahora. Eso ya no tiene sentido, pero quiero decir que siempre
uno debe tener una orientación teórica para saber qué está uno haciendo
y a dónde quiere ir y constatarlo, comprobarlo continuamente con la
realidad para saber si uno está marchando en la dirección que quiere
marchar o si las cosas lo están llevando por un lado que no es precisamente
el más conveniente.
Y termino diciendo otra cosa. Creo que este debate ha sido excelente, me parece extraordinariamente valioso y hay que seguir llevando este debate y haciendo este esfuerzo, pero llamo la atención sobre algo. Creo que estamos claros ante esto, pues esto que se está haciendo corre el riesgo, justamente por esa suerte de rechazo a lo teórico que se nota en cuadros y dirigentes del proceso, en que esto se convierta en una referencia teórica intelectual académica de pensadores, analistas, críticos que sacan revistas, publicaciones muy valiosas, pero que poca gente lee y poca incidencia teórica tiene. Creo que la tarea principal de todos los que hemos compartido este debate con todos los matices que tenemos aquí, porque aquí se habla a veces de grupos como si fuéramos un partido, aquí en ese debate las opiniones fueron de todo tipo, no sólo en los énfasis que se hicieron sino con las diferencias existentes entre lo que todos opinaban aquí, porque todos fuimos invitados a decir lo que pensábamos y simplemente no había ninguna intención de hablar del grupo del CIM, y menos somos un grupo de reformistas, habladores de paja o intelectuales Palaciegos, como nos llamó Heinz Dietrich en un articulo reciente. Aquí no se trata de nada de eso, lo importante es lo que se produzca aquí como resultado de la reflexión, experiencia y praxis de todos nosotros, porque no estamos encerrados precisamente allí pensando. Para que eso tenga mayor vinculación, tenemos que encontrar la manera de que esto se convierta en forma de discusión para respaldar, criticar, para lo que sea, pero no se quede en una producción teórica como paralela al propio proceso. Si esto no se integra al proceso de alguna manera es inútil y yo creo que lo principal es hacer todos los sacrificios, contactos y movilizaciones necesarias para que esto pueda romper esa resistencia a la teoría, esa prepotencia y arrogancia de funcionarios, y para eso es importante la actitud del presidente Chávez, quien sí aprecia la teoría, quien sí entiende el valor de las discusiones; es difícil discutir con él porque generalmente él es el que habla, y no deja tiempo a los demás para hablar, pero si se puede lograr con él una conversación más flexible donde se pueda hablar y opinar, eso seria un punto de partida extraordinario para que esos funcionarios y cuadros vean que el presidente estuvo aquí, que el presidente discute y que lo que se discute tiene valor para él. Ojala eso pueda darse, pero me parece que aunque se de o no se de es indispensable que lo que se produzca aquí se vincule con la realidad que está allá afuera, con las comunidades, con los organismos, con el PSUV, con todas las fuerzas que participan aquí para que se enriquezca, se critique y se convierta en un instrumento que ayude a tener una formación teórica que nos beneficie a todos y que, por supuesto, sea siempre renovable y criticable porque esa es la parte principal, en mi opinión, de este debate y de los debates que siguen.