Caracas, octubre 4 - En su columna Piedra de tranca, publicada en el diario Vea, Marciano hace un análisis en torno al comportamiento de la oposición luego de los resultados electorales.
Voces de odio
HAY GENTE EN ESTE PAÍS que se empeña en atizar el odio. Gente que en el fondo reclama sangre. Que quiere que en este país se repitan las masacres contra las fuerzas progresistas consumadas por las Juntas militares en Argentina, por los fascistas de los grupos económicos, de los partidos de derecha, de la democracia cristiana y de la Fuerza Armada de Chile, por la alianza de políticos con paramilitares en Colombia, por los represores de la Cuarta República en Venezuela. Gente que se consume en el odio y que ve en quien discrepa no un adversario sino un enemigo.
HAY NUMEROSOS DIRIGENTES de la oposición que no se contienen y deslizan abierta o tácitamente su desprecio por el chavismo. También es importante reconocer que hay dirigentes de ese sector que tienen una actitud diferente. Que calibran la importancia de percibir al oponente como alguien con quien se puede conversar. Que se han despojado de odios.
PERO LA INTENSA polarización que existe y la manera como algunos medios la estimulan, hace prever que la magnifica demostración democrática del pueblo el 26-S no les importa para nada. Es más, la desprecian. La consideran un signo de debilidad. Lo que quieren es colocar al país al borde del abismo. Hay un discurso post electoral de la oposición que es una especie de himno triunfal. Algo equivalente a una proclama épica sobre la “nueva mayoría” y la voluntarista afirmación de que ya Chávez está acabado, que sus días o meses en Miraflores están contados.
¿A DÓNDE CONDUCE ese mensaje? ¿Qué genera en el ánimo de sus seguidores esa retórica inflamada? A la exacerbación del odio. Al desbordamiento de los ánimos. Quienes odian a Chávez, quienes día y noche cultivan ese sentimiento, consideran que haber logrado cargos en la Asamblea Nacional, que haber obtenido una votación apreciable, siempre por debajo del chavismo que confirmó su condición de mayoría, es premonitorio de un desenlace a corto plazo.
POR LA MANERA como reacciona la derecha en el mundo, y la venezolana no es una excepción, mejorar en el terreno electoral, lograr avances, es signo de victoria inminente. Por eso las voces de odio, cargadas de euforia, se multiplican durante estos días. La minoría que formará parte de la Asamblea Nacional a partir del próximo año, ya pone condiciones y se siente con fuerza para seguir escalando por cualquier vía. Esa gente exige a diario una salida de cualquier tipo, aprovechando el impulso que le da se relativo éxito electoral y vomitan con más fuerza su odio y su rencor. No admiten posiciones sensatas. Si no que lo diga el rector independiente del CNE, Vicente Díaz, quien por haber respondido con altura y responsablemente los planteamientos provocadores que se le hicieron en un programa de la televisora al servicio de la desestabilización, Globovisión, recibió a través de internet y de twitter infinidad de insultos y de agravios. Ese odio asqueroso y brutal no tiene fronteras: es capaz de arremeter contra su propia gente si observa que no cuenta con su apoyo incondicional.-