En el libro Fidel Castro, biografía a dos voces, publicado por la
editorial Debate, el mandatario cubano confió a Ignacio Ramonet información
no divulgada sobre los hechos de abril de 2002 en Venezuela.
Castro afirma que llamó a Miraflores antes de que Chávez se
entregara y le dijo: "No te inmoles, Hugo; no hagas como Allende, que era un
hombre solo; tú tienes una gran parte del Ejército, no dimitas, no
renuncies".
Luego decidiría comisionar al canciller Felipe Pérez Roque para
que se trasladara a Caracas, con dos aviones, y se llevara a Chávez consigo.
Hizo contacto con "un general que estaba con él" para insistir en que el mundo
sabía que el Presidente no había renunciado, y pedirle que enviara fuerzas a
rescatarlo.
Fidel Castro, que tantos discursos pronuncia, ha concedido muy pocas
entrevistas. Sólo se han publicado cuatro conversaciones largas con él a lo
largo de 50 años. La quinta, mantenida con el director de Le Monde
Diplomatique , Ignacio Ramonet, se ha convertido en el libro Fidel Castro,
biografía a dos voces , resumen de la vida y el pensamiento del jefe de Estado
de Cuba a lo largo de cien horas de conversación. La primera se inició a
finales de enero de 2003, y la última, en diciembre de 2005. En estas páginas
se publica un extracto de la entrevista en la que el mandatario habla sobre el
conflicto venezolano sucedido el 11 de abril de 2002. Como dice el comandante,
seguirá ahí "mientras lo decida la Asamblea Nacional en nombre del pueblo
cubano". El libro, de próxima aparición, se edita en la editorial Debate.
Fidel Castro entrevistado por Ignacio Ramonet:
-Usted ha dicho que siente también gran admiración por Hugo Chávez, el presidente de Venezuela.
-Bueno, sí, ahí tenemos a otro indio, Hugo Chávez, un nuevo indio que es, como él dice, "mezcla de indio", mestizo, él dice que con un poco de blanco. Pero tú estás mirando a Chávez y estás mirando a un autóctono hijo de Venezuela, el hijo de esa Venezuela que fue mezcla, pero tiene todos estos
nobles rasgos y un talento excepcional, pero excepcional.
Yo suelo escuchar sus discursos, y él se siente orgulloso de su origen humilde, de su etnia mezclada, donde hay de todo un poco, principalmente de los que eran autóctonos o esclavos traídos de África, con mezcla de origen
indio. Ésa es la impresión.
Puede ser que tenga algunos genes de blanco, y no es malo, la
combinación siempre es buena, enriquece a la humanidad, la combinación de las
llamadas etnias.
-¿Usted ha seguido de cerca la evolución de la situación en
Venezuela, en particular las tentativas de desestabilización contra el presidente Chávez?
-Sí, hemos seguido con mucha atención los acontecimientos. Chávez
nos visitó cuando salió de prisión antes de las elecciones de 1998. Fue muy valiente porque le reprocharon mucho que viajara a Cuba.
Vino y conversamos.
Descubrimos a un hombre culto, inteligente, muy progresista, un auténtico bolivariano.
Luego ganó las elecciones. Varias veces. Cambió la Constitución.
Con un formidable apoyo del pueblo, de las gentes más humildes. Los
adversarios han tratado de asfixiarlo económicamente.
De Venezuela, en los cuarenta años famosos de la democracia que
precedió a Chávez, yo calculo que deben ser alrededor de 200 millardos de dólares los que se han fugado. Venezuela podía estar más industrializada que Suecia y tener la educación de Suecia, si de verdad hubiera habido una
democracia distributiva, si esos mecanismos hubieran funcionado, si hubiera
algo de cierto y de creíble en toda esa demagogia y en toda esa publicidad.
De Venezuela, desde que llegó el gobierno de Chávez al poder hasta que se estableció el control de cambios en enero de 2003, se han fugado alrededor -calculamos- de unos 30 millardos de dólares, fuga de capital.
Entonces, todos esos fenómenos hacen, como planteamos nosotros, insostenible
este orden de cosas existente en nuestro hemisferio.
-El 11 de abril de 2002 hubo un golpe de Estado en Caracas contra Chávez, ¿siguió usted aquellos acontecimientos?
-Cuando nos enteramos de que la manifestación aquella de la oposición había sido desviada y se acercaba a Miraflores, que había las provocaciones, los tiros, las víctimas, y que algunos altos oficiales se habían amotinado y pronunciado públicamente contra el presidente, que la guarnición presidencial se había retirado, y que ya el ejército iba a venir
a arrestarlo, yo llamo a Chávez porque sé que se encuentra indefenso y que es
un hombre de principios y le digo: "¡No te inmoles, Hugo!
¡No hagas como Allende! Allende era un hombre solo, no tenía un soldado.
Tú tienes una gran parte del ejército.
¡No dimitas! ¡No renuncies!".
-¿Usted lo estaba alentando a resistir con las armas en la mano?
-No, al contrario. Eso fue lo que hizo Allende y lo pagó
heroicamente con su vida. Chávez tenía tres soluciones: atrincherarse en Miraflores y resistir hasta la muerte; hacer un llamado al pueblo, a la insurrección y desencadenar una guerra civil; o rendirse, sin renunciar, ni dimitir.
Nosotros le aconsejamos la tercera.
Que fue lo que él también había decidido hacer. Porque, además, eso lo enseña la historia, todo dirigente popular derrocado en esas circunstancias, si no lo matan, el pueblo lo reclama y, más tarde o más temprano, regresa al poder.
-Ustedes, en ese momento, ¿trataron de ayudar de alguna manera a Chávez?
-Bueno, nosotros sólo podíamos actuar usando los recursos de la diplomacia. Convocamos en plena noche a todos los embajadores acreditados en La Habana y les propusimos que acompañaran a Felipe (Pérez Roque), nuestro
ministro de Relaciones Exteriores, a Caracas para rescatar a Chávez, presidente legítimo de Venezuela.
Propusimos mandar dos aviones para traerlo en caso de que los golpistas decidieran enviarlo al exilio.
Chávez había sido hecho prisionero por los militares golpistas y se había perdido su rastro. La televisión difundía una y otra vez la noticia de su "dimisión" para desmovilizar a sus partidarios, al pueblo.
Pero, en un momento, a Chávez le permiten hacer una llamada
telefónica, y puede hablar con su hija María Gabriela. Y le dice que él no
ha dimitido, que no ha renunciado. Que es un "presidente arrestado".
Y le pide que difunda esa noticia. La hija tiene entonces la idea
audaz de llamarme y me informa. Me confirma que su padre no ha dimitido.
Nosotros decidimos entonces asumir la defensa de la democracia
venezolana, ya que teníamos constancia de que países como Estados Unidos y
España -el gobierno de José María Aznar-, que tanto hablan de democracia y
tanto critican a Cuba, estaban apoyando el golpe de Estado.
Le pedimos a María Gabriela que lo repitiera y grabamos la
conversación de ella con Randy Alonso, el conductor del programa Mesa redonda
de la televisión cubana, que tuvo una gran repercusión internacional.
Además, convocamos a toda la prensa extranjera acreditada en Cuba
-¡debían ser las cuatro de la madrugada!-, les informamos y les hicimos oír
el testimonio de la hija de Chávez. Inmediatamente, la CNN lo transmitió, y
en toda Venezuela la noticia se difundió como reguero de pólvora.
-Y eso, ¿qué consecuencias tuvo?
-Bueno, eso lo oyeron los militares fieles a Chávez que habían
sido engañados con la mentira de la renuncia, y entonces se produce un
contacto con un general que está a favor de Chávez. Yo hablo con él por
teléfono. Le confirmo personalmente que lo que ha dicho la hija es cierto y
que ya el mundo entero sabe que Chávez no ha dimitido. Hablo largamente con
él, me informa de la situación militar, de qué oficiales superiores están
con Chávez y quiénes no. Yo entiendo que nada está perdido, porque las
mejores unidades de las Fuerzas Armadas, las más combativas, las mejor
entrenadas, estaban a favor de Chávez.
Le digo a ese oficial que lo más urgente es saber dónde se
encuentra detenido Chávez y enviar allí fuerzas leales a rescatarlo.
Me pide entonces que hable con su superior jerárquico, y me lo
pasa. Le repito lo que ha afirmado la hija de Chávez, y que éste sigue siendo el presidente constitucional. Le recuerdo la lealtad necesaria, le hablo de Bolívar y de la historia de Venezuela... Y ese alto oficial, en un rasgo de
patriotismo y de fidelidad a la Constitución, me afirma que si es cierto que
Chávez no ha dimitido él sigue siendo fiel al presidente arrestado.
-Pero en aquel momento aún no se sabe dónde está Chávez,
¿verdad?
-Entretanto, Chávez ha sido conducido a la isla de La Orchila.
Está incomunicado.
El arzobispo de Caracas, lo viene a ver y le aconseja que dimita. "Para evitar una guerra civil", le dice. Le hace un chantaje humanitario. Le pide que escriba una carta diciendo que dimite.
Chávez no sabe lo que está pasando en Caracas ni en el país. Ya
han intentado fusilarlo, pero el pelotón de soldados encargado de disparar se
ha negado y ha amenazado con amotinarse. Muchos de los militares que custodian
a Chávez están dispuestos a defenderlo y a evitar que lo asesinen.
Chávez trata de ganar tiempo con el obispo. Hace borradores de una
declaración.
Teme que una vez la carta escrita, se las arreglen para eliminarlo.
No piensa renunciar. Declara que tendrán que matarlo antes. Y que no habrá
entonces solución constitucional.
-¿Mientras tanto, ustedes seguían con la intención de enviar
aviones a rescatarlo para llevarlo al exilio?
-No, después de esa conversación con los generales venezolanos,
nosotros cambiamos de plan. Suspendimos la proposición de Felipe de viajar con
los embajadores a Caracas. Es más, en un momento nos llega el rumor de que los
golpistas están proponiendo expulsar a Chávez hacia Cuba. Y nosotros
inmediatamente anunciamos que si mandan a Chávez para aquí, lo reenviamos
para Venezuela por el primer avión.
-¿Cómo regresa Chávez al poder?
-Bueno, en un momento, se produce de nuevo un contacto con el primer
general con el que yo había hablado y me informa que ya han localizado a
Chávez, que está en la isla de La Orchila. Conversamos sobre, la mejor manera
de rescatarlo; con mucho respeto, le aconsejo tres cosas fundamentales:
discreción, eficacia y fuerza muy superior. Los paracaidistas de la
base de Maracay, la mejor unidad de las Fuerzas Armadas venezolanas, fiel a
Chávez, se encargan del rescate.
Entretanto, en Caracas, el pueblo está movilizado pidiendo que
vuelva Chávez, la guardia presidencial ha vuelto a reocupar Miraflores y
también exige el regreso del presidente. Procede a la expulsión de los
golpistas del palacio. El propio Pedro Carmona, presidente de la patronal y
brevísimo presidente usurpador de Venezuela, casi es arrestado allí mismo en
el palacio.
Por fin, ya de madrugada, el 14 de abril de 2002, rescatado por los
militares fieles, Chávez llega a Miraflores en medio de una apoteosis popular.
Yo casi no dormí en esos dos días que duró el golpe de Caracas, pero valió
la pena ver cómo un pueblo y también unos militares patriotas defendieron la
legalidad. No se repitió la tragedia de Chile en 1973.
-Chávez es un representante de los militares progresistas, pero en
Europa y también en América Latina, muchos progresistas le reprochan
precisamente que sea un militar. ¿Qué opinión tiene usted sobre esa aparente
contradicción entre el progresismo y lo militar?
-Mire, ahí tenemos, en Venezuela, un ejército jugando un
importante papel con esa revolución bolivariana. Y Omar Torrijos, en Panamá,
fue ejemplo de un militar con conciencia. Juan Velasco Alvarado, en Perú,
también llevó a cabo algunas acciones de progreso notables. No hay que
olvidar, por ejemplo, que entre los propios brasileños, Luis Carlos Prestes
fue un oficial que realizó una marcha en 1924-1926 casi como la que hizo Mao
Zedong en 1934-1935.
Jorge Amado escribió de la marcha aquella de Luis Carlos Prestes,
una bella historia, El caballero de la esperanza, entre sus magníficas novelas
-yo tuve oportunidad de leerlas todas-, y la marcha aquella fue algo
impresionante, duró más de dos años y medio, recorriendo inmensos
territorios de su país sin sufrir jamás una derrota. Es decir, que hubo
proezas que salieron de los militares.
Digamos, voy a citar a un militar de México: Lázaro Cárdenas, un
general de la revolución mexicana, que es el que nacionaliza el petróleo.
Tiene un valor muy grande, hace reformas agrarias y conquista el
apoyo del pueblo. Cuando se habla de las cuestiones de México no hay que
olvidarse de papeles jugados por personalidades como Lázaro Cárdenas, y
Lázaro Cárdenas era de origen militar.
No habría que olvidar que los primeros que, en el siglo XX, se
sublevaron en América Latina, en los años cincuenta, un grupo de jóvenes que
se sublevaron, eran jóvenes oficiales guatemaltecos, en torno a Jacobo Arbenz,
que participaron en actividades revolucionarias.
Bien, no se puede decir que sea un fenómeno general, pero hay unos
cuantos casos de militares progresistas.
Perón, en Argentina, era también de origen militar, hay que ver en
el momento en que surge, en 1943 lo nombran ministro del Trabajo y hace tales
leyes que cuando lo llevan a las prisiones el pueblo lo rescata, y era un jefe
militar. También hay un civil que tuvo influencia en los militares, estudió
en Italia, donde también había estado Perón, que fue Jorge Eliécer Gaitán,
y eran líderes populares.
Perón era agregado de embajada, estuvo allá en Roma en los años
treinta en la era mussoliniana, y algunas de las formas y métodos de
movilizaciones de masas que vio le impresionaron. Hubo influencia, incluso en
algunos procesos; pero en estos casos que he mencionado esa influencia, Gaitán
y Perón, la utilizaron en un sentido positivo, porque hay que ver que Perón
hizo reformas sociales. Perón comete, digamos, un error: ofende a la
oligarquía argentina, la humilla, le quita el teatro simbólico y algunas
instituciones simbólicas; trabajó con las reservas y los recursos que tenía
el país y mejoró las condiciones de vida de los trabajadores, y los obreros
son muy agradecidos y Perón se convirtió en un ídolo de los trabajadores.